Yu Ming, un exitoso empresario de la ciudad de Shenyang, en la provincia china de Liaoning, se reunió finalmente con su esposa, su hija y su hijo en San Francisco tras años de sufrir persecución en China.
“¡Ahora soy verdaderamente libre! El cielo es tan azul, el aire es tan fresco y libre”, dijo Yu a la edición en chino de La Gran Época en una entrevista el 25 de febrero.
La última vez que había visto a su esposa e hijos fue antes de que emigraran a Estados Unidos en agosto de 2013, solo unos días antes de ser arrestado por las autoridades chinas mientras asistía a la boda de su sobrina. Yu llegó a Estados Unidos el pasado 27 de enero después de escapar del régimen comunista chino, donde sufrió varios años de tortura en prisión.
Yu de 46 años practica Falun Dafa, también conocido como Falun Gong, una meditación y práctica espiritual basada en los principios universales de Verdad, Benevolencia y Tolerancia que desde 1999 está prohibida por el régimen chino. Durante las últimas dos décadas, debido a sus creencias, Yu fue arrestado y detenido en múltiples ocasiones en diferentes campos de trabajo forzado y prisiones de Beijing y de Liaoning, en la provincia de Hebei.
El régimen chino comenzó la persecución a Falun Dafa el 20 de julio de 1999. El entonces cabecilla del Partido, Jiang Zemin, temiendo que la popularidad de la práctica fuera una amenaza para la autoridad del Partido Comunista Chino (PPCh), ordenó al aparato de seguridad del PCCh que arrestara y detuviera a los practicantes de Falun Dafa en toda China.
El Centro de Información de Falun Dafa estima que cientos de miles de practicantes de Falun Dafa fueron detenidos desde 1999.
Encarcelamiento
Yu comenzó a practicar Falun Dafa en 1997, y dijo que después de practicarlo, adoptó un estilo de vida más saludable y su carácter mejoró. Ese mismo año, fundó una fábrica de ropa en la calle Wu’ai, un conocido mercado de ropa en la ciudad de Shenyang.
El negocio de Yu comenzó a florecer. Contrató a unos 100 empleados y apoyó a su madrastra, quien gestionaba un refugio para niños sin hogar, además de ancianos y discapacitados.
Cuando el régimen chino comenzó la persecución, Yu sintió que tenía la responsabilidad de contar la verdad a otros, ya que los medios de comunicación estatales chinos difundían propaganda de odio para difamar a Falun Dafa y a sus practicantes.
“Hice lo mejor que pude para detener la persecución, diciendo la verdad sobre Falun Gong y las torturas que sufrimos”, dijo Yu.
Yu fue varias veces torturado estando en prisión; y casi muere en muchas ocasiones. Entre los métodos de tortura más dolorosos que usó la policía está la alimentación forzada.
El 1 de enero de 2001, Yu fue arrestado y llevado al Centro de Detención del Distrito de Haidian después de que la policía lo encontrara distribuyendo volantes sobre Falun Dafa en el campus de la Universidad de Lengua y Cultura de Beijing. Las manos y los pies de Yu fueron encadenados con una gruesa cadena de hierro durante 10 días seguidos. No podía ponerse de pie ni acostarse boca arriba.
Después de protestar por su arresto con una huelga de hambre, la policía lo alimentó a través de un tubo insertado en su nariz.
“Ellos [la policía y otros prisioneros] ataron mi cuerpo y me empujaron al suelo. El médico del centro de detención gritó: ‘Te mataré’, mientras metía por la fuerza un tubo en mi tráquea, los pulmones y el estómago. Incluso agitó el tubo, lo que fue muy doloroso”, relató Yu.
Semanas más tarde, Yu fue trasladado al Campo de Trabajo Tuanhe de Beijing, donde fue obligado a desnudarse frente a prisioneros y prisioneras.
Yu pidió una liberación incondicional, porque sabía que no había violado la ley china. En efecto, la libertad religiosa está garantizada por la Constitución de China.
Después de escuchar la petición de Yu, varios agentes de policía sacaron sus bastones eléctricos –de 800.000 voltios– y comenzaron a darle descargas eléctricas en diferentes partes de su cuerpo.
“Mi corazón latía a lo loco. Sentía como si mi sangre estuviera tratando de salirse de mis venas”, dijo Yu. Rápidamente perdió el conocimiento.
A partir de ese día, recibir descargas eléctricas se convirtió en una rutina en la vida de Yu en los campos de trabajo forzado, porque se negó a renunciar a sus creencias; la tortura dejó su piel cubierta de ampollas y cicatrices.
Yu dijo que fue testigo de la tortura física y psicológica de muchos practicantes, y muchos quedaron mentalmente desorientados después de pasar años en los campos de trabajo forzado. Incluso cuando Yu presenció la muerte de otros practicantes a causa de la tortura en prisión, se negó a renunciar a su fe cuando las autoridades le prometieron que sería liberado si lo hacía.
En cambio, Yu contrató a los abogados de derechos humanos Wang Quanzhang y Wang Yu para que lo representaran. Pero ambos abogados fueron detenidos, y sus matrículas fueron revocadas en el marco de la represión del régimen chino contra el activismo a favor de los derechos humanos.
“Siento que es mi misión y mi deber hacer saber a la gente lo que sufrimos [en China] y pedir ayuda para detener esta persecución junto con los practicantes de Falun Gong”, dijo Yu.
Después de ser liberado de la prisión en 2017, Yu huyó a Tailandia y luego a Estados Unidos. Se siente afortunado de haber podido salir de China. Espera dedicar su vida a exponer la persecución que él y otros practicantes de Falun Dafa enfrentaron.
A principios de este mes, escribió una carta abierta al actual mandatario chino Xi Jinping, pidiéndole que ponga fin a la persecución.
“Espero que en los anales de la historia, no quede registrado que este vergonzoso pasado ocurrió bajo su gobierno”, escribió Yu.
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