«Estamos seguros de que a final de cuentas esto se tendrá que generalizar para actualizar el modelo de salud. Esperamos que con la nueva administración (en México) se planteen alternativas que nos permitan acercar esta tecnología a la gente que no la tiene», cuenta hoy a Efe el médico Agustín Lara.
Para este especialista en políticas de salud pública y miembro del sistema nacional de investigadores del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), la telemedicina fue inventada «para llegar a aquellos que se encuentran más distantes y, por ende, con menos recursos económicos para acceder a los núcleos urbanos».
No obstante, la dificultad de democratizar la telemedicina digital es mayúscula, ya que las clases con menos recursos son las menos digitalizadas y las que más suelen abarrotar las instituciones de salud pública en México, un país cuyo sistema se encuentra fragmentado en diferentes organismos que brindan atención.
Estos organismos son el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) y el Seguro Popular.
Según la encuesta sobre disponibilidad y uso de tecnologías de la información en los hogares (Endutih 2017) divulgada el pasado mes de febrero, en México, 17,4 millones de hogares -el 50,9 % del total- tuvieron servicio de internet en 2017 ya fuese por conexión fija o móvil, lo que supone un aumento de 3,9 % respecto al año anterior.
A todo esto se le debe sumar la población que vive en entornos rurales apartada de las grandes ciudades.
Según reveló una encuesta del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), 7 de cada 10 personas que viven en ciudades cuenta con acceso a internet, mientras que en el caso de los entornos rurales solo 4 de cada 10 pueden acceder a la red.
Además de esto, según expone a Efe el director de Salud Interactiva -empresa dedicada a la telemedicina- Jorge Woolf, «el tema de la telesalud en muchos países está perfectamente bien legislado, pero hay otros países en los que no».
Con respecto a México, el ingeniero afirma que el país sufre un retraso en este sentido y «hace falta mucho por hacer en el marco legal».
«Está perfectamente claro que la tecnología acaba permeando todo. La esperanza que tenemos todos es que esto se democratice y se vaya a la salud pública», agrega.
El directivo explica que la inteligencia artificial y los algoritmos reforzarán cada vez más la telemedicina, aunque el factor humano es algo que no se perderá.
Lo que sí ocurrirá es que «con la tecnología, la salud prácticamente va a ser ubicua».
«Ahora mismo, desde cualquier lugar donde te encuentres te conectas, accedes al servicio y te brindan atención», agrega.
Esta atención podrá ser mediante contacto directo con un doctor, a través de la videollamada o con la interpretación de los síntomas mediante el internet de las cosas.
A nivel mundial, con el internet de las cosas se conectan dispositivos médicos como básculas, baumanómetros, glucómetros y oxímetros, entre otros, a una nube para que la persona, desde casa, pueda obtener orientación.
«Desde tu casa, por ejemplo, si tienes fiebre, tomas el termómetro, tomas la temperatura, lo mandas a una nube de inteligencia artificial, esta toma los valores y te da un diagnóstico aproximado», detalla.
Este tipo de herramientas, junto con la videollamada, serán implementadas por la empresa a finales de año.
«Con base en estos resultados, la inteligencia artificial toma unas recomendaciones de todo lo que hay en internet, se lo manda a una central de monitoreo, a un médico, él recibe esta recomendación con un semáforo verde, ámbar o rojo y llama al paciente», añade.
Para Woolf, al implementar estas tecnologías a la telemedicina ya no se requiere tanta «infraestructura médica».
En cualquier caso, niega que se elimine la necesidad de asistir al médico, «pero el hecho de que en cualquier lugar del mundo puedas hablar con un médico en español a distancia es algo positivo».
Con respecto a esto, Lara considera que «la calidez, el cara a cara» serán fundamentales en la medicina del futuro, tanto o más que saber utilizar e interpretar las máquinas manejadas por una inteligencia artificial que cada día penetra más y más en la vida y la salud de las personas.
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