La vicepresidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner encabezará las negociaciones con el régimen chino para el polémico proyecto de la Franja y la Ruta en el país, cuyos términos han generado críticas en todo el mundo.
Tras un seminario entre los miembros del Partido Justicialista (PJ) argentino y el Partido Comunista Chino (PCCh), el senador argentino Jorge Taiana, presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, anunció que Fernández de Kirchner le “manifestó su voluntad de que se avance en la firma de los convenios para ser parte de la iniciativa”, según un comunicado de prensa publicado el 20 de agosto.
Argentina viene arrastrando una recesión económica que empeoró con los varios meses de cuarentena que lleva el país debido a la pandemia del virus del PCCh, también conocido como nuevo coronavirus. El 22 de mayo el país entró en default, y el gobierno de Fernández ha estado negociando la reestructuración de la deuda, que supera los USD 66,000 millones.
Para el investigador estadounidense de Latinoamérica y experto en China, Evan Ellis, era de esperar que el gobierno del país sudamericano se acercara a China buscando financiamiento.
«Con la combinación de extrema necesidad, relaciones existentes y voluntad política, sería lógico para el actual gobierno argentino de izquierda de Alberto y Cristina Fernández recurrir a la República Popular China en busca de préstamos e inversiones en la crisis actual”, dijo Ellis ante la Comisión de Revisión de la Economía y de Seguridad entre EE.UU. y China en la Cámara de Representantes de EE. UU. en junio de este año.
La Iniciativa de la Franja y la Ruta (OBOR) ha sido objeto de escrutinio, ya que la mayoría de los proyectos se financian a través de prestamistas controlados por el régimen chino con falta de transparencia, lo cual deja a los países prestatarios con enormes cargas de deuda. La iniciativa ha contribuido a la acumulación sustancial de deuda externa en muchos países en desarrollo, según un reciente informe del Instituto de Finanzas Internacionales.
El gobierno de Estados Unidos ha criticado a Beijing por usar la pandemia para contrarrestar las críticas hacia la OBOR. China ha participado en una gran campaña de propaganda, presentándose como una superpotencia mundial que ayuda a los países en desarrollo.
En una conferencia de prensa el 26 de marzo, James Richardson, director de la Oficina de Recursos de Asistencia Exterior de Estados Unidos, dijo que el régimen chino no debería aprovecharse de la pandemia.
“Solo diría que el Partido Comunista Chino tiene la responsabilidad especial de brindar asistencia sin compromisos en todo el mundo y asumir la responsabilidad de lo que todos saben es el resultado del encubrimiento que ocurrió en Wuhan”, dijo en referencia a la ciudad donde comenzó la pandemia en diciembre de 2019.
Expertos e informes de los medios afirman que el régimen ha enmascarado deliberadamente el número total de casos de COVID-19 en China en un intento por salvaguardar su imagen tanto a nivel nacional como internacional.
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