Comentario
La política puede ser terriblemente confusa, y la triste realidad es que mucha de la confusión es deliberada.
El espectro político es un enredo lógico y moral, y la raíz del problema es la gran tendencia hacia la izquierda. Se nos dice que la gente de izquierda es compasiva y que se preocupa por los demás, mientras que la gente de derecha es avara, egoísta e intolerante, ¿pero basado en qué?
Como es de imaginar, muchos no quieren que se los asocie con la derecha cuando trae aparejada una larga lista de peyorativos, especialmente en un clima de violencia de Antifa, difamaciones en los grandes medios de comunicación, y el riesgo de perder el trabajo.
Muchos de los que se apartan del extremo izquierdo de la política se hacen llamar centristas o moderados porque suena más razonable que elegir un lado sobre el otro. Pero si nos tomamos el tiempo para analizar el espectro político, ¿es realmente correcto sugerir que ser de derecha es inherentemente vergonzoso o inmoral?
Extremos políticos
Quizá no lo creas, gracias a la forma en que la política se encuadra en estos días, pero hay extremos tanto del lado derecho como del izquierdo en la política.
En la extrema izquierda, tenemos al comunismo, una forma de totalitarismo que recibe mucho menos críticas de las que debería, ya que es responsable de más muertes en el siglo XX que cualquier otra ideología política. En la extrema derecha está el fascismo, con el nazismo como una de sus formas. No es accidental que la gente con poco conocimiento sobre política tenga claro los peligros de la «extrema derecha» —machacada tanto en la conciencia pública que parece el condicionamiento de los perros de Pavlov.
Sin embargo, quien haya tratado de concientizar a la gente sobre la historia del comunismo sabe que no se puede decir lo mismo para la extrema izquierda.
Los académicos han minimizado sistemáticamente los pecados del comunismo porque muchos de ellos son políticamente de izquierda o de extrema izquierda. Al mismo tiempo, han resaltado constantemente los pecados del fascismo, y esta mentalidad se ha diseminado por todas las instituciones de la sociedad. El resultado es que hay poco o ningún conocimiento de los crímenes del comunismo, con un incesante (y a menudo paranoico) foco en los peligros del fascismo—del pasado y del presente.
El fascismo es una ideología tan desacreditada que se ha convertido en una mala parodia política. Hay incluso un adagio de internet llamado «ley de Goldwin» que describe cuán común e inevitable es que haya una comparación con los nazis o Hiltler, a medida que se prolonga una discusión en Internet. Alguien debería hacérselo notar a los demócratas, a CNN y demás, porque es cada vez más absurdo cuando continuamente catalogan a cualquiera, a la derecha de Hillary Clinton, como la reencarnación de Hitler.
Si no crees que cualquiera de derecha es como Hitler, como mínimo se espera que creas que la izquierda y la derecha son ambas totalitarias en los puntos más extremos del espectro. Pero no hace falta mucho para ver que esto es irracional. Un espectro racional debería reflejar opuestos, o sea, moverse de lo positivo a lo negativo. ¿Cómo puede ser entonces que la extrema derecha y la extrema izquierda ambos reflejen negativos? La respuesta es que no pueden, si son un reflejo honesto y lógico de la realidad.
La fuerza da la razón
Hay dos razones por las que el espectro político es tan desordenado e irracional. La primera es negar la naturaleza izquierdista del fascismo. Esta ideología se originó con los sindicatos de trabajadores de Italia, ya que Mussolini mismo fue una vez miembro del Partido Socialista Italiano. En vez de ser lo opuesto al socialismo, el fascismo es una variación de esta ideología política que reemplaza la clase económica con la raza.
El fascismo es inherentemente autoritario porque se basa en la creencia de que «la fuerza da la razón». Los que se alinean con esta forma de pensamiento creen que la moral es, en última instancia, subjetiva, que solo el poder es la medida de lo que es correcto—por tanto «la fuerza da la razón». El comunismo es exactamente igual en este aspecto, y ninguna discusión lo va a cambiar.
Sí, hay diferencias entre el comunismo y el fascismo, pero en términos de relativismo moral, son idénticos. Es por esta razón que tanto el comunismo como el fascismo argumentan que los individuos no tienen derechos si no pueden legitimarlos. La semántica sobre igualdad versus jerarquía, raza versus clase, quién controla los medios de producción y demás, no lo invalidan en lo más mínimo.
Para entender por qué, consideremos lo siguiente: imaginemos a un propietario de esclavos que controla absolutamente todo lo que hacen sus esclavos. Otro amo de esclavos les da a sus esclavos algunas opciones. En ambos casos, el amo aún cree que tiene el derecho moral de ser dueño de sus esclavos. Las diferencias entre el comunismo y el fascismo se pueden resumir de igual modo. El comunismo y el fascismo son como los amos que creen que no tienes derechos sin el permiso de la autoridad, y mientras tengas un amo, aún eres un esclavo, no importa qué tan generoso sea tu amo.
La segunda razón de la confusión se llama teoría herradura, en la cual, en vez de que el espectro político sea una línea recta, la extrema izquierda y derecha están más cerca la una a la otra que al medio —como en una herradura. La teoría se origina con el intelectual de izquierda francés Jean-Pierre Faye, quien reconoció que la política de extrema izquierda era tan totalitaria como el fascismo. Pero en vez de admitir que la izquierda se basa en el mismo ‘la fuerza da la razón‘ que el fascismo, su teoría herradura fue un medio para que los izquierdistas sin derecho a voto condenaran al totalitarismo y al mismo tiempo siguieran apoyando al socialismo.
Por lo tanto, no es accidental que la gente que se considera moderada y centrista haya estado antes a la izquierda de la política.
Es claro que la izquierda proyecta sus pecados sobre la derecha, para evitar reconocerlos. Esto explica bien por qué nos encontramos en una situación donde el fascismo se considera el peor de todos los males, como si los comunistas nunca hubieran hecho nada malo.
Si vamos a arreglar este desastre, todo el espectro político necesita volverse un reflejo de valores, no varias interpretaciones de que «la fuerza da la razón».
Cid Lazarou es blogger, escritor y periodista independiente del Reino Unido.
Las opiniones expresadas en este artículo son las opiniones del autor y no reflejan necesariamente las opiniones de La Gran Época.
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A continuación
¿Por qué el comunismo no es tan odiado como el fascismo?
Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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