Durante la dinastía Qing, Zhao Defang, padre de tres hijos, disfrutó de una vida muy próspera. Se sentía especialmente afortunado de que todos sus hijos estuviesen casados.
Sin embargo, durante la celebración de su cumpleaños número 60, Zhao confesó a sus tres hijos que cuando recién estableció el negocio familiar, manipuló deliberadamente su báscula para pesar y así engañar a sus proveedores y clientes.
Cada vez que compraba algo, la escala mostraría un menor peso y cada vez que vendía algo a un cliente, la escala mostraría un mayor peso.
«Por eso el hombre del algodón fue a la quiebra después de haberle comprado miles de kilos de algodón. Trató desesperadamente de salvar su negocio, pero murió hace 20 años de fiebre tifoidea. Todavía siento lástima por aquel hombre», confesó Zhao.
«También había un herborista que murió después de haberlo engañado con mi balanza. Hubo otros también, pero estos dos fueron los casos más graves. A pesar de que ahora gozo de mucha riqueza y de una vida feliz, cada vez que pienso en las personas que murieron a causa de mis acciones, me siento tan culpable que no puedo dormir en la noche.
«Para obtener tranquilidad mental, resolví destruir esta balanza delante de todos ustedes y les juro que me comportaré sinceramente de hoy en adelante».
Sus hijos acogieron bien su decisión. «Padre, ésta es la forma correcta de hacer las cosas. Todos apoyamos su decisión», dijo con alegría uno de sus hijos. Así, Zhao inmediatamente rompió la baalanza malvada y cumplió su promesa de comportarse honestamente y hacer buenas obras a partir de entonces.
Sin embargo, no mucho después, la familia de Zhao encontró la desgracia. Primero, su hijo mayor murió de una enfermedad repentina. Luego, su segundo hijo también murió de una misteriosa enfermedad y su viuda se fue a vivir con otro hombre. Luego, su tercer hijo de repente se enfermó y murió poco después. En ese momento, la mujer del tercer hijo estaba embarazada.
Después de haber pasado por todas estas desgracias repentinas, Zhao se sintió muy triste y confundido.
«Cuando engañaba a otros, vivía una vida feliz con todos mis hijos rodeándome», se quejó. «Ahora estoy haciendo mi mejor esfuerzo por ser una buena persona, pero todas estas desgracias suceden una tras otra. Parece que el viejo dicho chino ‘lo bueno será recompensado y el mal enfrentará el castigo’ está completamente equivocado».
Los vecinos de Zhao sentían pena por él y por su familia.
Un día, la nuera de Zhao comenzó con sus labores de parto. Sin embargo, después de tres días el bebé todavía no nacía. Las parteras vinieron una tras otra pero no sabían qué hacer.
Zhao estaba cada vez más preocupado. En medio de todo eso, un monje llamó a la puerta pidiendo limosna. El ama de casa de Zhao intentó despedir al monje, pero éste le dijo que tenía un medicamento especial para la familia y fue invitado inmediatamente a pasar como un invitado de honor.
«Soy un monje errante. Voy a donde me lleva el destino», explicó el monje a Zhao. Luego le mostró la medicina a Zhao y su criada corrió para darle el medicamento a su nuera. Varios minutos después, la criada informó que después de tomar la medicina su nuera había dado a luz a un niño.
Zhao estaba encantado. Expresó su agradecimiento al monje y esa noche hizo una gran fiesta en su honor.
Mientras cenaban, Zhao preguntó al monje: «Querido Maestro, ¿puedo molestarlo con una pregunta que me tiene confundido desde un hace tiempo?». El monje asintió con la cabeza.
Con un profundo suspiro, Zhao dijo al monje: «Me da vergüenza decir que empecé mi negocio usando una báscula adulterada para engañar a los demás. El año pasado, decidí ser una buena persona y la destruí. Sin embargo, poco después de hacerlo, comencé a experimentar una desgracia tras otra».
«En el lapso de seis meses perdí tres hijos y dos de mis nueras nos dejaron. Afortunadamente mi tercera nuera me dio este nieto. ¿Cómo es que yo tenía una familia feliz cuando engañaba a otros, sin embargo, una vez que decidí ser bueno, todas esas desgracias llamaron a nuestra puerta?».
El monje se rió después de escuchar la historia de Zhao y respondió: «No te dejes llevar por los vuelos de tu imaginación salvaje. El cielo es realmente justo con nosotros. Su hijo mayor era la reencarnación de aquel hombre algodonero que murió después de que lo engañó y su segundo hijo era la reencarnación de ese herborista.
«Su tercer hijo también vino a causa de todas las malas acciones acumuladas por usted y los tres hijos vinieron a este mundo para arruinarlos a usted y a su familia, por lo que en su vejez moriría de hambre. Sin embargo, puesto que usted ha decidido hacer el bien, los dioses mostraron simpatía por usted y fueron por sus tres hijos. Usted pudo escapar de su destino».
Al oír esto, Zhao sentía como si se hubiera despertado de un sueño. Dio las gracias al monje por explicarle la situación y le preguntó si su nieto también había llegado a recoger más deudas suyas.
«Todas sus deudas fueron pagadas con la última serie de desgracias», respondió el monje con una sonrisa. “Este nieto suyo va a traer fortuna y felicidad a su familia. Él va a disfrutar de fama por el solo hecho de su decisión de hacer algo bueno por los demás. Esta es la recompensa que obtuvo por ser bueno”.
Zhao estaba muy satisfecho y fue mayor su determinación de realizar obras buenas por el resto de su vida.
Esta historia apoya el viejo refrán chino: “Si una buena familia tiene algunas tribulaciones, puede ser que estén pagando el karma o deudas de sus antepasados. Una vez que la deuda sea pagada, disfrutarán de una vida feliz”.
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