El enviado especial de Estados Unidos para Corea del Norte, Sung Kim, llegó este sábado a Seúl para conversar con sus homólogos surcoreano y ruso sobre cómo devolver a Pionyang a la mesa de diálogo ante la renovada tensión por unas maniobras.
Kim, que además de gestionar las relaciones con el Norte es el embajador estadounidense en Indonesia, inicia una visita de cuatro días a Corea del Sur después de que el Norte protestara por los ejercicios militares que Seúl y Washington comenzaron el lunes y amenazara con una «gran crisis de seguridad» por su celebración.
«Creo que será una visita muy productiva», dijo el diplomático de EE.UU. a su llegada al aeropuerto internacional de Incheon, según declaraciones recogidas por la agencia local de noticias Yonhap.
Está previsto que Kim se reúna el próximo lunes con el encargado de las negociaciones nucleares surcoreano, Noh Kyu-duk, para buscar una manera de progresar en las estancadas negociaciones sobre la desnuclearización con el régimen norcoreano y las conversaciones para el establecimiento de una paz duradera en la península coreana.
Norte y Sur permanecen separados tras la guerra civil de 1950-53, que terminó con un armisticio nunca sustituido por un tratado de paz, por lo que el territorio sigue técnicamente en guerra.
El enviado estadounidense también tiene previsto reunirse con el viceministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Igor Morgulov, que llegará también a Seúl en las próximas horas.
Morgulov llegará a Corea del Sur para una visita de seis días y tiene programado un encuentro bilateral con Noh el próximo martes.
No se ha organizado por el momento una reunión a tres bandas, según informó el Gobierno surcoreano.
La visita de los negociadores nucleares se produce en un momento de creciente preocupación porque Corea del Norte realice algún tipo de prueba armamentística en protesta por las mencionadas maniobras, basadas en simulaciones computerizadas y no ejercicios de campo.
Pionyang emitió una alerta de exclusión marítima en su costa nororiental a principios de semana, una alerta de navíos que suele emitir antes de realizar lanzamientos de misiles, aunque no se detectó ninguna.
Seúl y Washington celebran de forma regular maniobras militares, principalmente en primavera y verano, unos ejercicios ante los que Pionyang lleva décadas protestando al considerarlos un simulacro de invasión de su territorio y, por ello, una amenaza a su soberanía.
En varios mensajes publicados la semana pasada, el régimen norcoreano acusó a los aliados de «malograr» la oportunidad de un acercamiento por mantener las maniobras pese a sus esfuerzos por dialogar y volvió a interrumpir su comunicación directa con Seúl, que había reactivado el 28 de julio tras cortarla hace un año.
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