En tiempos antiguos, la gente de China creía que su cultura estaba inspirada por lo divino y muestra de ello son las obras de arte de las dinastías Qin y Han. Las exquisitas obras pudieron ser apreciadas en La Era de Imperios: Arte chino de las dinastías Qin y Han (221 a. C.–220 d. C.), exhibidas en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York (conocido como The Met).
Desde el ejército de terracota del Primer Emperador, creado para acompañarlo en su tumba, pasando por un emblema de seda de intrincado diseño que muestra una figura ascendiendo al cielo, hasta un traje mortuorio de jade hecho para asegurar la inmortalidad de una princesa, estos artefactos muestran la creencia china en la vida después de la muerte y en reinos más allá del mundo material.
«Mucho de estos trabajos espectaculares nunca habían sido exhibidos en occidente y ofrecieron a los visitantes una oportunidad única en la vida de ver una valoración de la era clásica de la civilización china», dijo Thomas P. Campbell, director y CEO de The Met.
Algunos de los más de 160 objetos entre esculturas, pinturas, caligrafías, cerámica, herrería, telas y modelos de arquitectura prestados de 32 museos de China, tienen una presencia notable.
Por ejemplo, cada uno de los guerreros de terracota tiene una expresión facial única, emanando el sentimiento de un carácter particular.
El ejército de 7000 soldados fue enterrado con el Primer Emperador para protegerlo en la ultratumba. «El ejército [del Primer Emperador] es tan poderoso como cuando él estaba vivo», dijo Zhixin Jason Sun, curador del arte chino en The Met, mientras describía la supuesta intención del emperador para crear su mausoleo.
Las figuras de bailarinas de la dinastía Han con mangas flotantes, hechas de simple arcilla, se ven como si estuvieran en medio de un movimiento.
Conocidas como mingqi, o dioses espíritus, fueron creadas para transportar placeres mundanos en la vida de ultratumba y entretener al difunto en la eternidad.
Objetos bañados en bronce con elaboradas incrustaciones, envases laqueados y telas de suave seda con estampados magníficos, entre otros, mostraron la increíble atención al detalle y al virtuosismo técnico del diseño.
Un contenedor de vino de la dinastía Han, decorado con oro y plata, tiene cuatro dragones estilizados elegantemente entrelazados, mientras que tres fénix forman un círculo entrecruzado sobre la tapa. El contenedor de vino es un objeto de lujo que circulaba entre los aristócratas durante el periodo Han, pero también cargaba los valores que simbolizaban las criaturas, como sabiduría, nobleza, paz y perseverancia. Muchas otras piezas demuestran el gran nivel de sofisticación en la antigua cultura china.
Estableciendo el Reino Central
Además de inspirar un sentido de gusto artístico refinado, las piezas también muestran la diversidad cultural dentro del imperio unificado que tuvo base en principios morales taoístas y luego confucianos. Las dinastías Qin y Han fueron fundamentales en establecer una identidad global a China, que abarcaba a más de 50 grupos étnicos.
El rey del estado al oeste lejano de Qin, Ying Zheng, conquistó seis estados rivales y creó un gobierno centralizado en el territorio. Él fue el primero en proclamarse Shihuangdi (Primer Emperador) de Zhongguo (Reino Central), el que aún hoy en día es el nombre, en idioma chino, para China.
Durante su gobierno, el Primer Emperador viajó por todo su imperio no solo para ver a sus súbditos e inspeccionar los nuevos territorios conquistados, sino para comunicarse con fuerzas cósmicas en sitios sagrados, «realizando rituales y erigiendo monolitos que proclamaban sus méritos y conquistas», versaba el catálogo de la exhibición.
La dinastía Qin solo duró 15 años (221–206 a. C.), pero estableció las instituciones administrativas, políticas e intelectuales que fueron preservadas y consolidadas por los Han (el grupo étnico chino principal) y todas las dinastías chinas que le siguieron por 2000 años.
El ejército de terracota de Qin demuestra el poder militar de esa dinastía, que fue necesario para unificar el territorio.
Pero sus emperadores no pudieron continuar gobernando solo por la fuerza. «Eso hubiera sido una tarea imposible», dijo Sun, mientras daba una gira por la exhibición.
Qin tuvo que desarrollar un nuevo sistema administrativo de comunicación para controlar los estados enemigos que había conquistado. «Ellos estandarizaron las medidas de peso y monedas. Pero aún más importante, estandarizaron el lenguaje escrito», añadió Sun.
«Con la uniformidad del lenguaje escrito, los mismos caracteres podían ser entendidos en cientos de dialectos diferentes» dijo Sun. «Las políticas y órdenes del gobierno podían ser emitidas y se podían entender por todos en el imperio, aunque la gente no podía comunicarse verbalmente».
Qin también construyó un sistema de carreteras de unos 6800 kilómetros, más largo que los 6000 kilómetros del Imperio Romano en su punto máximo (año 150 d. C.). Formar un imperio también involucra establecer fuertes fronteras. La obra pública más grande de Qin fue la construcción de la Gran Muralla China de casi 3500 kilómetros de longitud. Ellos conectaron y extendieron muros construidos previamente por los anteriores seis estados en guerra, uniéndolos en una única frontera para proteger al imperio de los pueblos nómadas de las estepas del norte.
Cuando la dinastía Han tomó el poder, adoptaron muchas de las reformas que la dinastía Qin inició. Aunque la estandarización de la moneda y unidades de peso y medidas fueron iniciadas en la dinastía Qin, pasaron muchas décadas hasta que se arraigó en el país, comentó Sun.
La dinastía Han también adoptó el confucianismo como base intelectual, agregó Sun. El emperador tenía la autoridad suprema a través del mandato divino. El intelectual confuciano Dong Zhongshu, quien escribió «Tres discursos sobre el cielo y los humanos» para el emperador Wudi, explicó por qué los emperadores debían ajustarse al principio confuciano del gobierno benevolente (renzheng en chino). Esto hacía que el poder estuviera controlado en la práctica.
Los valores confucianos como la piedad filial, se hicieron leyes en la dinastía Han escritas en tablas de madera con edictos imperiales que especificaban los privilegios que gozaban las personas mayores durante la dinastía Han.
«Según el edicto, los mayores —oficialmente reconocidos como tal a la edad de 70 años— estaban exceptuados del impuesto a las ventas y no podían ser demandados por delitos menores. Además, a una persona que se ofrecía a cuidar de un mayor viudo se le absolvía de impuestos y jornal (un impuesto al trabajo feudal). Esta es probablemente la forma más temprana de plan social en la historia China», que se podía leer en la descripción de «Tablas con Edictos Imperiales» de la muestra.
Pero quizá la pieza más simbólica del nacimiento de China y su consolidación bajo un imperio sea el espejo bellamente decorado de la Dinastía Han, que se mostró al final de las Galerías Tisch.
La inscripción tallada en su borde dice: «Los sabios hicieron este espejo con la esencia de los cinco elementos. Las imágenes y diseños derivan de los principios fundamentales. Su brillo es como el sol y la luna y su carácter firme y claro. Cuando ves tu cara reflejada aquí, este espejo desvanece todo daño y congoja. Que el Reino Central [China] sea pacífico, seguro y próspero para las generaciones y generaciones por venir, siguiendo la gran ley que lo gobierna todo».
Cuánta historia y creencias de una civilización con más de 5000 años mostrada a través de objetos, que aunque no hayan llegado hasta nuestras ciudades, podemos espiar y recrear en el siguiente video.
Milene Fernández escribó originalmente este artículo en The Epoch Time.
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