Los efectos secundarios de la vacuna contra COVID-19 no pueden diferenciarse claramente de los primeros síntomas causados por el virus, según los nuevos resultados de una investigación dirigida por miembros del King’s College de Londres, publicada la semana pasada en la revista eClinical Medicine Journal.
Los investigadores que realizaron el estudio, titulado «Disentangling post-vaccination symptoms from early COVID-19» («Desenredando los síntomas posteriores a la vacunación de los primeros síntomas de COVID-19»), señalaron que «algunos individuos experimentan síntomas sistémicos después de la vacunación, los que se superponen a los síntomas de COVID-19».
Los científicos trataron de diferenciar ambos síntomas comparando los primeros síntomas posteriores a la vacunación en individuos que más tarde dieron positivo o negativo en la prueba de detección del virus SARS-CoV-2, causante de COVID-19, utilizando datos de la aplicación COVID Symptom Study (CSS), anteriormente COVID Symptom Tracker, una App móvil de investigación epidemiológica desarrollada en el Reino Unido.
El estudio analizó los datos de 362,770 usuarios británicos de la App CSS con edades comprendidas entre los 16 y los 90 años que se habían vacunado entre el 8 de diciembre de 2020 y el 17 de mayo de 2021, y que posteriormente informaron de al menos un síntoma asociado a COVID-19 en los primeros siete días de la vacunación, además de los síntomas locales en el lugar de la inyección.
De estos registros, 14,842 personas se sometieron a una prueba de PCR o una prueba de flujo lateral, y 150 personas (el 1 por ciento) informaron posteriormente de que eran positivas al virus del PCCh (Partido Comunista Chino), o SARS-CoV-2, causante de la enfermedad COVID-19.
Para identificar las diferencias entre los primeros efectos secundarios de COVID-19 y los posteriores a la vacunación, los investigadores utilizaron modelos de aprendizaje automático para revisar una lista completa de 28 síntomas asociados al virus, como el dolor de cabeza, náuseas, diarrea y fatiga, entre otros.
También analizaron los datos utilizando sólo los tres síntomas principales en los que hace hincapié el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido: temperatura alta, nueva tos continua y pérdida o cambio del sentido del olfato o del gusto.
Los investigadores afirmaron que con los modelos de aprendizaje automático les resultó difícil diferenciar con «solidez clínica» entre los síntomas de las personas diagnosticadas con COVID-19 y los síntomas debidos a la vacuna, a menos que se realizara una prueba de detección del virus.
“Diferenciar los efectos secundarios posteriores a la vacunación por sí solos de los primeros síntomas de COVID-19 fue un desafío, con una sensibilidad en la identificación de las personas que dieron positivo en la prueba de 0,6 en el mejor de los casos. La mayoría de estas personas no tenían fiebre, tos persistente o anosmia / disosmia, síntomas necesarios para acceder a las pruebas de detección del virus en el Reino Unido; y muchos solo tenían síntomas sistémicos que se ven comúnmente después de la vacunación en individuos negativos al SARS-CoV-2 (dolor de cabeza, mialgia y fatiga) ”, escribieron los investigadores.
Los autores señalaron que las personas que presentan síntomas sistémicos después de la vacunación deberían someterse a las pruebas de detección de COVID-19 o aislarse a sí mismos para prevenir la propagación del virus en la comunidad.
«En conclusión, los síntomas posteriores a la vacunación no pueden distinguirse con confianza clínica de los síntomas del inicio de una infección por SARS-CoV-2», escribieron los científicos. «Nuestro estudio destaca la importancia crítica de realizar pruebas de detección a los individuos sintomáticos —incluso si se vacunaron recientemente— para garantizar la detección temprana de la infección por SARS-CoV-2 y ayudar a prevenir futuras oleadas de COVID-19».
A su vez, los científicos señalaron que «no pudieron realizar un análisis estadístico justo de los síntomas después de la primera vacuna en comparación a la segunda vacuna para el perfil de los síntomas, dado el pequeño número de individuos infectados que se presentaron después de la segunda vacunación».
También están considerando utilizar un modelo más complejo para mejorar los resultados actuales, señalando que el tamaño de su muestra actual limitaba el uso de tales modelos.
«Si estuviera disponible un conjunto de datos más grande, estamos de acuerdo en que este sería el posible criterio», escribieron.
Actualmente, en el Reino Unido se utilizan tres vacunas COVID-19, Pfizer-BioNTech, AstraZeneca y Moderna.
Según la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios (MHRA) del Reino Unido, más de 1 de cada 10 personas puede sufrir reacciones adversas leves a las vacunas, como dolor en el lugar de la inyección, fatiga, dolor de cabeza, mialgia (dolores musculares), escalofríos, artralgia (dolores articulares) y fiebre.
La agencia afirma que estas reacciones suelen ser leves o moderadas y se resuelven en pocos días. También indica que suelen notificarse con menos frecuencia en las personas de 55 años o más, en comparación a los más jóvenes.
Los hallazgos se dieron a conocer poco después de que se detectara ómicron, la nueva variante de COVID-19, que ya se ha descubierto en 38 países. Hasta el momento no se han notificado muertes causadas por la variante ómicron, que se encontró por primera vez en Sudáfrica.
Actualmente en el Reino Unido se han confirmado 437 casos de ómicron, según las cifras oficiales.
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