Cuba atraviesa de nuevo problemas de escasez de combustible que han provocado largas filas en las gasolineras de todo el país, cuyos habitantes también padecen estos días dificultades para conseguir productos de aseo y otros básicos como detergente y papel sanitario.
El suministro de diésel y gasolina ha tenido momentos de inestabilidad desde que en septiembre pasado las autoridades denunciaron que las nuevas sanciones de Estados Unidos dificultaban la llegada de barcos petroleros a la isla, pero la crisis se ha agudizado desde finales de la semana pasada.
Por el momento, y a diferencia de lo sucedido a finales del año pasado, el Ejecutivo cubano no ha emitido ningún comunicado para explicar si se adoptarán nuevas medidas o restricciones, aunque los gerentes de algunas gasolineras sí están explicando a los clientes que solo cuentan con una cantidad limitada de combustible diaria para vender a particulares que pagan en efectivo.
Una vez que esa cantidad se acaba, los particulares deben esperar al día siguiente porque el resto del suministro se reserva para los vehículos estatales y de otras entidades que cuentan con tarjetas prepagadas.
Los WhatsApp solidarios
Desde que comenzaron los problemas se han multiplicado en aplicaciones móviles como WhatsApp o Telegram los grupos en los que los usuarios comparten información sobre dónde hay combustible, cómo de larga es la fila o a dónde llegará pronto un camión cisterna para abastecer la estación de servicio.
De acuerdo con la información que circula en esos grupos, el desabastecimiento ha hecho especial mella en la zona oriental del país, donde se encuentra Santiago de Cuba, la segunda ciudad en importancia de la isla.
«Tenía el tanque lleno, hoy se me agotó, ya casi estoy vacío, tengo que hacer la cola obligado. Si no echo gasolina no puedo trabajar, desgraciadamente es así», declaró a Efe Francisco, un taxista que este lunes aguardaba en una gasolinera de La Habana.
Félix, en la misma estación, llevaba tres horas de espera para llenar el depósito de su vehículo mientras aseguraba que la cosa «está fea, fea, fea».
En septiembre de 2019 el líder cubano, Miguel Díaz-Canel, anunció que el país se enfrentaba a una complicada situación energética «coyuntural» porque había dejado de recibir petróleo temporalmente debido a las presiones de EE.UU. a las navieras para evitar la llegada de combustible a Cuba en represalia por su apoyo a Venezuela, su principal proveedor.
Esa situación afectó particularmente al combustible diésel y ante esa circunstancia el Gobierno de la isla dispuso una serie de «medidas de ajuste y ahorro» que repercutieron sobre todo en los servicios del transporte público.
A las medidas de ahorro de combustible en el transporte estatal se sumaron entonces otras en el sector público como la reducción del diésel asignado a organismos y empresas, y de los horarios de climatización en dependencias adscritas a la Administración.
Un mes después, Díaz-Canel dio por superada la fase más crítica de la crisis de abastecimiento de combustible y dijo que la isla podía cubrir ya el 62 % de sus requerimientos, aunque consideró que seguiría habiendo «tensiones» en algunos sectores.
En los últimos meses Washington ha aplicado nuevas sanciones contra la isla que han impactado con dureza en la economía cubana, en represalia por la supuesta injerencia de Cuba en la crisis venezolana y su apoyo incondicional al líder venezolano Nicolás Maduro.
Desde que llegó a la Casa Blanca en enero de 2017, el presidente Donald Trump ha endurecido la política hacia Cuba con reducciones del personal diplomático, el aumento del embargo comercial, restricciones a los cruceros y a los vuelos y límites a los viajes de estadounidenses a la isla.
Detergente y papel sanitario, lo más perseguido
Los vaivenes económicos que atraviesa Cuba también han provocado problemas de abastecimiento de otros productos como los artículos de higiene y aseo, ya que en medio de la crisis de divisas que acucia al país el Gobierno ha anunciado que dará prioridad a las compras de combustible y alimentos.
Cuba importa cada año productos alimenticios por valor de unos 2000 millones de dólares, unas compras que se estima que se corresponden con el 80 % del consumo total del país.
Un comunicado del Ministerio de Comercio Interior sobre productos de aseo como las pastillas de jabón y la pasta dental informó el día 8 de que «hasta marzo no se satisface la demanda y estabilidad, al no disponerse del total de cantidades que la respaldan» y anunció que la oferta debe estabilizarse «en niveles adecuados a partir de abril».
Entre los productos más perseguidos figuran el papel sanitario y el detergente de lavar ropa, cuya presencia en los comercios es intermitente, por lo que cuando aparecen se forman largas colas para comprarlos, que han provocado que en las tiendas se establezcan límites a la cantidad que puede adquirir cada persona para evitar el acaparamiento y la reventa.
La industria nacional, compuesta casi exclusivamente por empresas estatales, no cubre la demanda nacional. A los problemas que provocan las maquinarias obsoletas se les suma la falta de materias primas importadas debido a la escasez de divisas.
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