Una especialista en misiones de la empresa propietaria del sumergible Titán que implosionó el año pasado declaró el jueves ante la Guardia Costera de Estados Unidos que en la empresa trabajaban personas competentes que querían «hacer realidad los sueños».
Renata Rojas fue la última persona en testificar relacionada con OceanGate, propietaria de TitÁn. Un panel de investigación escuchó dos días de testimonios que planteaban interrogantes sobre las operaciones de la empresa antes de la malograda misión. El cofundador de OceanGate, Stockton Rush, fue una de las cinco personas que murieron cuando el sumergible implosionó de camino al lugar del naufragio del Titanic en junio de 2023.
El testimonio de Rojas comenzó con un tono diferente al de alguno de los testigos anteriores, que describieron la empresa como problemática de arriba abajo y centrada más en las ganancias que en la ciencia o la seguridad.
«Aprendí mucho y trabajé con gente increíble», dice Rojas. «Alguna de esas personas son muy trabajadoras y solo intentaban hacer realidad un sueño».
A principios de este mes, la Guardia Costera abrió una audiencia pública que forma parte de una investigación de alto nivel sobre la causa de la implosión. La audiencia pública comenzó el 16 de septiembre y alguno de los testimonios se centran en los problemas que tenía la empresa antes de la fatal inmersión de 2023.
Durante la vista, el antiguo director de operaciones de OceanGate, David Lochridge, declaró que a menudo chocaba con Rush y tenía la impresión que la empresa solo se dedicaba a ganar dinero.
«La idea de la empresa era ganar dinero», declaró Lochridge. «Había muy poco de ciencia».
También se espera que testifique el jueves el antiguo director científico de OceanGate, Steven Ross. Se espera que la vista se prolongue hasta el viernes, con más testigos aún por llegar, y se reanude la próxima semana.
Lochridge y otros testigos describen una empresa dirigida por personas impacientes por poner en el agua la embarcación de diseño poco convencional. El accidente mortal desencadenó un debate mundial sobre el futuro de la exploración submarina privada.
Los guardacostas señalaron al comienzo de la audiencia que el sumergible no fue sometido a una revisión independiente, como es práctica habitual. Este hecho y el inusual diseño de Titán lo sometieron al escrutinio de la comunidad de exploración submarina.
OceanGate, con sede en el estado de Washington, suspendió sus operaciones tras la implosión. La empresa no tiene empleados a tiempo completo en la actualidad, pero está representada por un abogado durante la audiencia.
Durante la inmersión final del sumergible, el 18 de junio de 2023, la tripulación perdió el contacto tras un intercambio de textos sobre la profundidad y el peso del Titán mientras descendía. El buque de apoyo Polar Prince envió entonces repetidos mensajes preguntando si el Titán aún podía ver la nave en su pantalla de a bordo.
Uno de los últimos mensajes de la tripulación del Titán al Polar Prince antes de la implosión del sumergible decía «todo bien aquí», según una recreación visual presentada antes en la audiencia.
Cuando se informó de la desaparición del sumergible, los equipos de rescate enviaron rápidamente barcos, aviones y otros equipos a una zona situada a unas 435 millas (700 kilómetros) al sur de San Juan, Terranova. Cuatro días después se encontraron los restos del Titán en el fondo del océano, a unos 300 metros de la proa del Titanic, según informaron los guardacostas. Nadie a bordo sobrevivió.
OceanGate declaró que cooperó plenamente con las investigaciones de la Guardia Costera y la NTSB desde su inicio. El Titán realizaba viajes al lugar donde se hallaron los restos del Titanic desde 2021.
Por Patrick Whittle
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