Según un nuevo estudio, las personas mayores que siguieron una dieta mediterránea baja en calorías y practicaron un mínimo de ejercicio hasta seis días a la semana ganaron músculo y perdieron una cantidad significativa de grasa corporal al cabo de un año, y mantuvieron gran parte de esa pérdida durante tres años.
«Este estudio demuestra que una dieta mediterránea controlada en calorías más ejercicio no produce simplemente una pérdida de peso, sino una redistribución de la composición corporal de grasa a músculo», afirma el Dr. David Katz, especialista en medicina preventiva y de estilo de vida, que no participó en el estudio.
Además de una pérdida de grasa corporal general, los participantes en el estudio perdieron la peligrosa grasa visceral del vientre, que podría provocar diabetes, cardiopatías y accidentes cerebrovasculares.
Aunque las conclusiones del nuevo estudio «no son ninguna sorpresa», amplían los beneficios de la dieta y el ejercicio «de la mera pérdida de peso a la movilización de la dañina grasa visceral», afirma Katz, presidente y fundador de la organización sin ánimo de lucro Iniciativa por una Salud Verdadera, una coalición mundial de expertos dedicados a la medicina de estilo de vida basada en pruebas.
La grasa visceral no se ve. Se encuentra detrás de los músculos del estómago, rodeando los órganos en lo más profundo del abdomen. Según la Clínica Cleveland, si la grasa visceral representa alrededor del 10 por ciento de la masa grasa total del cuerpo, es normal y saludable. Sin embargo, un exceso de grasa visceral puede generar inflamación y contribuir a la aparición de enfermedades crónicas.
«Este estudio confirma que podemos modificar profundamente nuestro estado metabólico», afirma el Dr. Walter Willett, destacado investigador en nutrición, profesor de epidemiología y nutrición en la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard y profesor de medicina en la Facultad de Medicina de Harvard, en Boston.
«Ahora tenemos que proporcionar un entorno de apoyo y recursos para ayudar a la gente a hacer este cambio, porque esto beneficiará tanto a los individuos como a la sociedad en su conjunto», dijo Willett, que no participó en el estudio.
Parte de un estudio más largo
La investigación forma parte de un ensayo clínico aleatorizado de ocho años de duración realizado en España, en el que 23 centros de investigación analizaron cómo la dieta y el ejercicio pueden reducir el riesgo cardiovascular en hombres y mujeres de entre 55 y 75 años. Todos los 6874 participantes en el ensayo tenían sobrepeso u obesidad y padecían síndrome metabólico: hipertensión arterial, hiperglucemia, colesterol alterado y exceso de grasa alrededor de la cintura.
El nuevo estudio, publicado el miércoles en la revista JAMA Network Open, examinó los resultados a uno y tres años en una subpoblación de 1521 personas que se sometieron a escáneres para determinar los niveles de grasa abdominal visceral.
A la mitad del grupo se le pidió que siguiera una dieta mediterránea con una reducción del 30 por ciento de las calorías y que limitara la ingesta de azúcar añadido, galletas, panes y cereales refinados, mantequilla, nata, carnes procesadas y bebidas azucaradas. Además, el grupo de intervención recibió ayuda de dietistas formados tres veces al mes durante el primer año, junto con formación sobre cómo autocontrolarse y fijar objetivos.
A ese mismo grupo también se le pidió que aumentara con el tiempo su ejercicio aeróbico hasta caminar 45 minutos o más al día, junto con ejercicios para mejorar la fuerza, la flexibilidad y el equilibrio, todos ellos fundamentales para envejecer bien.
«Cuando se reducen las calorías, se pierde masa magra y grasa. Cuando se añade ejercicio, se ayuda a proteger la masa magra, especialmente si se añade entrenamiento de resistencia para desarrollar músculo. En general, lo ideal es perder grasa y conservar músculo», afirma Katz, que dirigió una investigación publicada sobre el uso de la alimentación como medicina preventiva.
Los demás participantes recibieron consejos generales durante sesiones de grupo dos veces al año y sirvieron como grupo de control para el estudio.
«Habría sido mucho más informativo que el grupo de control hubiera recibido un apoyo similar de alta intención (aunque sólo contuviera consejos genéricos)», afirmó Gunter Kuhnle, profesor de ciencias de la alimentación y nutrición de la Universidad de Reading (Reino Unido), que no participó en el estudio.
«La motivación y el cumplimiento son muy importantes en los estudios que investigan el cambio de comportamiento, y el diseño del estudio favoreció claramente la intervención», dijo Kuhnle en un correo electrónico.
Resultados modestos pero significativos
Al cabo de un año, las personas del grupo de intervención que siguieron la dieta mediterránea hipocalórica e hicieron ejercicio perdieron una modesta cantidad de grasa corporal durante el primer año, pero fue significativamente mayor que la del grupo de control. Sin embargo, el grupo de intervención recuperó parte de la grasa en los años dos y tres, cuando dejaron de recibir asesoramiento y apoyo dietético. La menor cantidad de grasa corporal perdida por el grupo de control se mantuvo estable a lo largo de los tres años.
Sin embargo, «»sólo los participantes del grupo de intervención redujeron gramos de masa grasa visceral», mientras que la masa grasa visceral permaneció inalterada en el grupo de control, según el estudio.
Ambos grupos ganaron algo de masa muscular magra, pero el grupo de intervención tuvo una «composición corporal más favorable», ya que perdió más grasa que músculo, según los autores.
«Lo que más me llama la atención es el seguimiento de tres años», afirmó el Dr. Christopher Gardner, profesor de medicina del Centro de Investigación Preventiva de Stanford (California) y director del Grupo de Investigación de Estudios sobre Nutrición. No participó en el estudio.
«Rara vez tenemos estudios que citar que fueron algo más de un año», dijo Gardner en un correo electrónico. «La magnitud de las diferencias a los 3 años es modesta, y la tendencia de 1 a 3 años sugiere que a los 6 años los efectos pueden disminuir hasta la insignificancia». Aun así, añadió, «¡las diferencias estadísticamente significativas a los 3 años son impresionantes!».
Dieta mediterránea
Los estudios han descubierto que la premiada dieta mediterránea puede reducir el riesgo de diabetes, colesterol alto, demencia, pérdida de memoria, depresión y cáncer de mama. La dieta, que es más un estilo de alimentación que una dieta restringida, también se ha relacionado con huesos más fuertes, un corazón más sano y una vida más larga.
La dieta se basa en una cocina sencilla a base de plantas, en la que la mayor parte de las comidas se centran en frutas y verduras, cereales integrales, legumbres y semillas, con algunos frutos secos y un gran consumo de aceite de oliva virgen extra. Las grasas distintas del aceite de oliva, como la mantequilla, se consumen poco o nada, y el azúcar y los alimentos refinados se reservan para ocasiones especiales.
La carne roja se utiliza con moderación, normalmente solo para condimentar un plato. Se fomenta el consumo de pescado azul saludable, repleto de ácidos grasos omega-3, mientras que los huevos, los lácteos y las aves de corral se comen en porciones mucho más pequeñas que en la dieta occidental tradicional.
Las interacciones sociales durante las comidas y el ejercicio son pilares básicos del estilo de alimentación mediterráneo. Los cambios en el estilo de vida que forman parte de la dieta incluyen comer con amigos y familiares, socializar durante las comidas, comer con atención los alimentos favoritos, así como moverse y hacer ejercicio con atención.
The-CNN-Wire
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