En la recuperación económica de los efectos persistentes de la pandemia del virus del PCCh (Partido Comunista Chino) surgió un patrón inconfundible en todo Estados Unidos. Los estados de tendencia conservadora experimentaron un rápido e importante crecimiento económico, mientras que las potencias económicas costeras del noreste y la costa oeste mayormente se han quedado atrás o se han estancado.
Un reciente análisis de Moody’s Analytics da testimonio de este patrón, utilizando una combinación de 13 métricas para trazar el progreso hacia la normalidad de cada territorio. La mayoría de los estados con mejores resultados tienen gobiernos republicanos, mientras que ocho de los 10 con peores resultados están gobernados por demócratas.
Las repercusiones en las economías locales y estatales ya empiezan a notarse. El pasado mes de mayo, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, anunció que su estado había cerrado con 20,000 millones de dólares el ejercicio fiscal más reciente, un superávit récord que refleja la afluencia de capital hacia su territorio.
Otro motor del éxito económico de los estados republicanos se notó frente a los astronómicos precios de los inmuebles y alquileres de los estados como California y Nueva York y en las nuevas oportunidades de trabajo desde casa, que incentivan a los trabajadores a alejarse de las ciudades más caras y buscar viviendas más asequibles en otros lugares, desde donde pueden seguir trabajando los empleos que tienen sede en esas ciudades.
Los demógrafos llevan años prediciendo un éxodo desde la costa hacia el interior de Estados Unidos, pero la tendencia se ha acelerado enormemente como consecuencia de la pandemia del virus del PCCh y sus consecuencias posteriores. Los cuatro estados que han informado de un crecimiento del empleo desde febrero de 2020 se parecen en haber mantenido restricciones relativamente relajadas durante la pandemia, lo que ha atenuado el impacto del virus en las economías de sus territorios.
Las empresas también han comenzado a emigrar hacia el interior de Estados Unidos y a otros puntos extremos teñidos de rojo, como Florida. El pasado mes de diciembre, Tesla trasladó su sede corporativa de Palo Alto, California, a Austin, Texas, tras años de conflictos con los organismos reguladores de California y el aumento de los costos operativos. Otras empresas también ampliaron sus operaciones en Florida y otros estados republicanos.
Florida ha experimentado una explosión demográfica, atrayendo a más de 200,000 nuevos residentes entre julio de 2020 y julio de 2021, el segundo estado más poblado después de Texas. Además, la empresa de fondos de cobertura Citadel anunció recientemente sus planes de trasladarse a Miami, uniéndose a una creciente comunidad de empresas en la Ciudad Mágica.
Este rápido crecimiento en las modernas metrópolis de los estados republicanos se complementa con el estancamiento y la pérdida neta de población en la costa. En 2020, por primera vez en más de un siglo, California registró una pérdida neta en su número total de residentes, con más de 182,000 californianos menos al final del año en comparación con el inicio. La pauta continuó, aunque en menor medida en el año 2021, año en el que el Estado Dorado registró un descenso de población de casi 118,000 personas. Al mismo tiempo, la ciudad de Nueva York experimentó un descenso de la población de alrededor del cuatro por ciento solo en el primer año de la pandemia, según el análisis de Cornell de los datos del censo de Estados Unidos.
Para los políticos conservadores, estos resultados son una reivindicación de las políticas republicanas. Con una combinación de bajos impuestos sobre la renta de las empresas, políticas no intrusivas en relación al virus del PCCh y políticas de control de mano dura contra la delincuencia, estas metrópolis de estados republicanos que antes estaban al margen en la economía estadounidense se han convertido en sus centros de mayor crecimiento.
«Si los números se invirtieran y los estados demócratas estuvieran superando sistemáticamente a los republicanos, no dejarían de hablar de eso», afirmó Richard Hanania, politólogo y escritor que preside el Centro para el Estudio del Partidismo e Ideología. «Esto debería verse como un dato empírico sólido, útil para adjudicar diferentes realidades, pero se ignora o se deja de explicar».
En muchos aspectos, los centros costeros tradicionales siguen siendo los motores dominantes de la economía estadounidense. El área metropolitana de Nueva York sigue ocupando el primer puesto en el PIB total, seguida de los presuntos habituales: Los Ángeles, Chicago y la Bahía de San Francisco. Sin embargo, estos han experimentado una recuperación más lenta y una pérdida neta de población desde el comienzo de la pandemia y está claro que se enfrentarán a una nueva competencia tras décadas de hegemonía indiscutible, a medida que más trabajadores y empresas busquen pastos más verdes en el Cinturón del Sol, de tendencia conservadora.
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