WASHINGTON – Un experto advierte que un número creciente de compañías chinas en los mercados de capital de Estados Unidos representan un riesgo para los inversionistas estadounidenses, ya que involuntariamente financian compañías asociadas con campos de concentración en China.
A través de los fondos públicos de pensiones y jubilaciones, los inversionistas están transfiriendo riqueza desde Estados Unidos a entidades chinas que no cumplen con las leyes estadounidenses, un problema que se pasó por alto durante más de una década.
“Estamos hablando de cientos de miles de millones de dólares y avanzando rápidamente hacia el billón de dólares”, dijo Roger Robinson, exmiembro del Consejo de Seguridad Nacional del presidente Ronald Reagan y presidente y CEO del Grupo Consultivo RWR, que hace un seguimiento de las inversiones chinas en todo el mundo.
“Ahora, eso es mucho financiamiento que está siendo atraído por inversionistas estadounidenses incautos”, dijo en un evento organizado el 2 de mayo por el grupo de defensa civil ‘Comité sobre el Peligro Presente: China’, que se lanzó este año.
Según Robinson, hay más de 650 empresas chinas que cotizan en los mercados bursátiles de Estados Unidos. Alrededor de 86 de estas entidades cotizan en la Bolsa de Nueva York y 62 en el Nasdaq. Y más de 500 empresas chinas se comercializan en el mercado extrabursátil, “el menos regulado y el más popular para aquellos que buscan eludir los requisitos de transparencia y de divulgación”, dijo Robinson.
Hay un amplio espectro de compañías que cotizan en las bolsas de valores de Estados Unidos y muchas de ellas son “actores totalmente malos”, dijo.
Por ejemplo, después de examinar detenidamente las empresas chinas y toda su red de subsidiarias, Robinson descubrió que algunas están vinculadas al Ejército Popular de Liberación de China.
Estas empresas son “abusadoras de la seguridad nacional de todo tipo, así como de los derechos humanos”, dijo, y agregó que están asociadas con violaciones de sanciones, proliferación de armas de destrucción masiva, piratería informática y construcción y militarización de las islas en el Mar Meridional de China.
Y en cuanto a los derechos humanos, dijo que hay empresas chinas que proporcionan “cámaras de vigilancia y tecnología de reconocimiento facial y similares para ayudar a mantener encarcelados a alrededor de un millón de uigures en Xinjiang”, en los llamados campos de detención o de concentración.
La mayoría de los inversores estadounidenses desconocen la identidad de estas empresas y sus actividades maliciosas. Los prospectos de inversión, documentos legales emitidos por las compañías durante las ofertas públicas de valores, no revelan estos riesgos potenciales a los inversionistas estadounidenses.
“Se empieza a ver una tendencia en la que billones de dólares van a fluir hacia nuestros mercados en los próximos dos o tres años”, dijo Robinson. “Es concebible que una mañana, el pueblo estadounidense se despierte y descubra –ya sea un 12 por ciento, un 15 por ciento, un 17 por ciento– que algunos de sus carteras de jubilación son valores chinos”.
Hasta la fecha no hubo ninguna sanción para estas compañías. Robinson advirtió, sin embargo, que cualquier sanción a las entidades chinas basada en su comportamiento malévolo dañará el valor de los fondos de pensiones y jubilaciones de Estados Unidos, poniendo en riesgo a los estadounidenses.
Un operador de ventas al descubierto persigue el fraude en China
Hay muchas víctimas en Estados Unidos cuyos ahorros de toda la vida desaparecieron debido a las acciones chinas. Los fondos públicos de pensiones y jubilaciones han perdido miles de millones de dólares, según “The China Hustle”, un documental estrenado en 2018.
Después de la crisis financiera de 2008, cientos de empresas chinas cotizaron en las bolsas estadounidenses a través de un proceso denominado fusión inversa con una empresa pública estadounidense.
En la película, el denunciante y operador de ventas al descubierto, Dan David, explica cómo las empresas chinas engañan a los inversionistas estadounidenses al exagerar sus operaciones, ingresos y ganancias. Contrató investigadores para ir a China e investigar docenas de compañías. Los investigadores descubrieron que el “fraude está a la vista” y que algunas fábricas son “pueblos Potemkin”.
Por ejemplo, L&L Energy, una empresa mencionada en la película, declaró a sus accionistas que producía carbón en sus minas de LuoZhou y LaShu en China. A través de inspecciones de estas minas, los investigadores encontraron que no había producción en ninguna de ellas. L&L Energy había inventado sus cifras de producción e ingresos, según la película.
Su primera reacción fue no vender al descubierto estas acciones, dijo David a La Gran Época.
“Lo primero que hicimos fue hablar ingenuamente con los bancos de inversión sobre los errores que creíamos que estaban cometiendo”, dijo. “Y entonces nos dimos cuenta de que no eran errores, sino decisiones de negocios intencionadas de su parte”.
Después de recibir respuestas despectivas de las bolsas y de la Comisión de Valores y Bolsa, David comenzó a vender al descubierto estas compañías fraudulentas.
“Una vez que empezamos a vender al descubierto y a ganar mucho dinero, entonces toda esta gente quiso escucharnos, si no nos demandaban”, dijo.
La venta al descubierto es cuando un inversionista pide prestadas acciones de un agente de bolsa y las vende a su precio actual de mercado, planeando volver a comprarlas más tarde por menos dinero. Los vendedores al descubierto apuestan y obtienen beneficios de una caída en el precio de una acción.
“Era agradable ganar dinero, pero en un momento dado, tienes que ponerte sentarte y decir, ¿de dónde viene este dinero?”, dijo David.
“Y la respuesta es que vino de mis amigos, de mi familia, de mis vecinos, de mis compatriotas. Y eso no me cayó muy bien”.
David ayudó a exponer 15.000 millones de dólares en fraudes en los mercados de capital de Estados Unidos e hizo que doce compañías fueran retiradas de las bolsas de valores.
No hay ningún culpable a quien culpar, dijo. El fraude es facilitado por abogados, banqueros y auditores estadounidenses que tienen un interés personal en estas malas prácticas descritas en la película porque reciben mandatos comerciales y honorarios de estas compañías.
“Si se piensa en ello, se trata de una cooperación entre un operador chino y el sistema bancario estadounidense y los mediadores estadounidenses”, dijo. “Un criador de pollos chino no se despierta un día y sabe cómo defraudar a los mercados de capital de Estados Unidos. Son ayudados por nosotros”.
“No son solo las empresas más pequeñas”, continuó. Las grandes empresas como Alibaba presentan el mismo riesgo.
“Puedo hacer ingeniería inversa a los estados financieros de Amazon, Apple, Tesla”, dijo, pero “no se puede hacer con Alibaba. Quiero decir, tienen miles de subsidiarias”.
David está frustrado con el Congreso por no reconocer el problema, llamando a los legisladores “despistados”.
“He presionado al Congreso, nadie está haciendo nada al respecto. Es una locura”, dijo.
“Cuando el dinero se recauda aquí y se lleva a China, no tenemos ningún mecanismo para recuperarlo”.
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