A fines de abril circuló un vídeo de dos decapitados y para horror de todos sus cabezas sangrientas fueron exhibidas en medio de risas como un trofeo en las redes sociales. Esta práctica está siendo repetida en los últimos dos meses en la frontera entre Colombia y Venezuela en medio de un conflicto que va más allá del control del narcotráfco hacia el paso del oro y el coltán, según un informe de El Tiempo el 13 de julio.
Un mes atrás Evert Antonio Báez Arenales, de 29 años, que trabajaba como carguero la zona de Ureña, localidad fronteriza entre Colombia y Venezuela, fue encontrado decapitado y sus restos lanzados frente a una oficina de la Guardia Nacional de Venezuela, informó El Tiempo.
En el mismo lugar, el sábado 6 de julio, según la justicia venezolana, un grupo de la Guardia Nacional detuvo a cinco sujetos, todos venezolanos que cruzaban el río Táchira desde el lado colombiano. Al revisar la carga que llevaban descubrieron tres macabras cabezas humanas, señaló El Tiempo en otro informe.
Las autoridades afirman que entre los costales en los que ocultaban los restos humanos también hallaron panfletos de un grupo que se autodenomina Autodefensas Unidas Colombo-Venezolanas (Aucv), que asegura cumplir una función “antiguerrillera”, pero que supuestamente estarían de esta manera reclutando personas con falsos propósitos como han hecho las otras guerrillas antes. Se presume que los fallecidos eran jóvenes de entre 20 y 25 años de edad.
El mensaje de los panfletos, divulgado por Maduradas, hace referencia a funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) por supuestas fechorías.
Los detenidos fueron identificados como Gabriel José López Porte, de 27 años; Yeltsin Alejandro Silva Hernández, de 23 años; Jesús Manuel Páez Palacios, de 25 años; Darwin Javier Martínez Núñez, de 34 años y Abel José Peraza Jaén, de 20 años; todos venezolanos.
Según El Tiempo, los panfletos de Aucv se han visto en algunos barrios críticos de Cúcuta, al igual que en los municipios venezolanos de Pedro María Ureña y Bolívar Junín.
Los cinco detenidos el sábado son todos venezolanos que frecuentan la zona de Cúcuta conocida como la Isla del Escobal, donde opera una temida banda llamada ‘la Línea’.
“Este grupo criminal controla las trochas ilegales por donde se mueven el contrabando y el narcotráfico, pero ahora tienen una nueva función: controlar el paso de venezolanos que huyen del régimen”, destaca El Tiempo.
El informe colombiano señala que al grupo ‘la Línea’ se le atribuye la balacera que, se registró justo al lado del puente internacional Simón Bolívar, a mediados de mayo, desatando una estampida de venezolanos hacia Colombia.
La Linea, al mando de Jesús José Hernández Almarza, de 24 años, apodado el ‘Causa’, comanda unos 60 hombres y tiene el control criminal de 6 kilómetros de zona limítrofe, comprendidos entre El Escobal, El Cerrito y Boconó, que precisamente colindan por el lado venezolano con Ureña, informa El Tiempo. Su aliado es identificado con el alias de Walter.
“Todavía no está claro si hay o no relación entre ‘la Línea’ y los capturados en Venezuela con los costales. Pero sí es cierto que todos están buscando confrontaciones”, dijo a El Tiempo José Luis Palomino, director de la Policía de Cúcuta.
Las autoridades dicen que en esa misma zona existe una fuerte presencia del Eln, que trabajan juntos con los disidentes de la Farc, y cuando es necesario, escapan de los uniformados colombianos hacia Venezuela. Lo que manejan son el contrabando de oro y coltán, aparte del narcotráfico. El nuevo grupo puede estar peliando por este control.
Según el director de la ONG FundaRedes, Javier Tarazona, hace varios años se documenta la presencia de grupos ilegales en la frontera colombo-venezolana, y las llamadas Autodefensas colombo-venezolanas, no son otra cosa que reductos de ‘los Pelusos’ y del ‘clan del Golfo’.
Tarazona sugiere que este mismo grupo es el responsable de las últimas decapitaciones.
“Ellos perdieron el control de las trochas con el Eln y las disidencias de las Farc, y por eso han querido repuntar su actividad ilegal repartiendo panfletos amenazantes y acudiendo a prácticas mafiosas como la decapitación”, le dijo Tarazona a El Tiempo.
El hecho que partes del cuerpo de Báez Arenales fueran abandonadas enfrente de una sede de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) se vio como un reclamo por el supuesto apoyo militar venezolano a la guerrilla colombiana Eln.
De acuerdo a Néstor Rosanía, líder del Centro de Estudios en Seguridad y Paz, en el Norte de Santander el ‘clan del Golfo’, estaría reclutando pequeñas bandas narcotraficantes para conformar un grupo que dispute el negocio ilegal de las guerrillas instaladas en la frontera.
“Lo que buscan, de acuerdo con personas de la zona, es darle características de conflicto interno, como pasó hace algunos años con las autodefensas, pero al final lo que quieren es controlar las economías ilegales”, aseguró Rosanía.
Además de acuerdo al informe colombiano, se estarían investigando en la parte colombiana del río Táchira, cerca del casco urbano de Cúcuta, unas fosas en las que podrían estar varios de los desaparecidos que se han registrado tras los enfrentamientos que hay en la zona por el control territorial.
Existen reclamos no confirmados de decenas de otros decapitados en el mes de junio en la frontera Santander atribuidos a conflictos entre geurrilleros de Colombia y Venezuela.
Colectivos y guerrilleros venezolanos
Según informa la ONG FundaRedes, los coletivos venezolanos trasladaron su violencia a la frontera con Colombia, para continuar con sus actividades de delincuenciay el control del comercio ilegal.
En la frontera entre Táchira (Venezuela) y Norte de Santander (Colombia) «los colectivos armados venezolanos son una nueva fórmula de violencia e intimidación a la población que ve violado su derecho humano a la vida, a vivir en paz sostenible y duradera, al libre tránsito y a ejercer la libertad de expresión». Estos grupos se han movilizado desde otros estados de Venezuela, pues inicialmente actuaban en la capital venezolana, hasta llegar a Táchira, y más recientemente a la zona fronteriza de San Antonio y Ureña.
«Estos colectivos de civiles armados inicialmente fueron concebidos como estructuras de organización popular y cultural, pero desviaron ese principio hasta convertirse en células violentas, un fenómeno propio de los regímenes totalitarios. Son grupos parapoliciales y paramilitares integrados por policías, malhechores y hasta por presos comunes como quedó evidenciado en un acto en la frontera con Colombia encabezado por la ministra de Servicios Penitenciarios, Iris Varela, en el que personas privadas de libertad uniformadas juraron defender la patria junto a los colectivos», añade ONG FundaRedes
El informe concluye que esta milicias que están operando en la frontera con las mimas milicias armadas que fueron creadas «para defender el gobierno del presidente Hugo Chávez, pero se han robustecido en la actualidad bajo el mandato de facto de Nicolás Maduro».
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