Grupos bipartidistas de estudiantes universitarios en todo Estados Unidos han unido fuerzas con organizaciones sin fines de lucro, organizaciones de derechos humanos y líderes de organizaciones juveniles de demócratas y republicanas para pedir el cierre de los Institutos Confucio en los campus universitarios de todo Estados Unidos.
Los Institutos Confucio son instrumentos de poder blando y propaganda chinos financiados por el Partido Comunista Chino (PCCh). Desde mediados de 2000 se establecieron más de 100 en universidades de todo Estados Unidos.
Human Rights Watch informó que, desde enero de este año, 29 universidades cerraron sus institutos, en gran parte debido a la Ley de Autorización de Defensa Nacional de 2018, que requiere que las instituciones académicas elijan entre recibir fondos para los idiomas de los Institutos Confucio o del Departamento de Defensa de Estados Unidos.
Caleb Max, estudiante de último año de la Universidad George Mason en Fairfax, Virginia, dijo que se inspiró a desafiar la influencia del Instituto Confucio cuando descubrió que la organización estaba difundiendo propaganda del PCCh en su campus.
Max señaló la ironía de que su universidad lleva el nombre del autor de la Declaración de Derechos de Virginia, pero «mis dólares de matrícula van a financiar la propaganda del Partido Comunista Chino en mi propio campus».
Max dijo que otra motivación para organizar la iniciativa de cierre a la organización financiada por el PCCh fue descubrir a estudiantes chinos en George Mason intimidados por el personal del Instituto Confucio.
Durante sus conversaciones con estudiantes chinos, Max se encontró con algunos que sentían como el instituto los estaba «molestando». Sin embargo, cuando se les preguntó si firmarían la carta abierta de su nueva organización sin fines de lucro, Athenai (Acción para detener la expansión de la influencia neo-autoritaria), para cerrar los institutos, los estudiantes objetaron.
Cuando se les preguntó por qué, dijeron que temían represalias contra sus familias en China.
El acuerdo disponible públicamente entre el Instituto Confucio y la Universidad George Mason establece que en el alcance de las actividades del instituto se encuentra proporcionar «cursos de idioma chino no titulados», administración de una prueba de dominio del idioma chino, capacitación de maestros de idioma chino e «idioma y actividades de intercambio cultural».
Nada en el acuerdo sugiere que el Instituto Confucio tiene el derecho o la responsabilidad de interactuar o cruzarse con los estudiantes chinos en George Mason de ninguna manera.
De hecho, el Instituto, cuya sede se encuentra en el oeste de Beijing, se compromete en el acuerdo a «observar y respetar los principios comúnmente aceptados de libertad académica».
‘Mucho poder’
Max dijo que al crear Athenai, «nuestro mayor temor es que esto sea visto como algo racista para los estudiantes chinos». Al enfatizar que la carta abierta y el comunicado de prensa «están 100 por ciento escritos por estudiantes», por el presidente de Athenai, Rory O’Connor, el director ejecutivo John Metz y el propio Max, los estudiantes también solicitaron el consejo externo expertos, que examinaron los documentos y dijeron que «no parecen racistas».
Entre esos asesores se encuentra el Dr. Yang Jianli. El perfil de Yang en LinkedIn dice que es miembro de Harvard y presidente de Iniciativas para China. Yang es un disidente que participó en las protestas de la Plaza Tiananmen en 1989.
Los Institutos Confucio también están bien financiados, según Max y otras fuentes.
La junta de la Universidad George Mason revisó una auditoría interna en 2017 y descubrió que, en el año fiscal 2016 hasta enero de 2017, el Instituto Confucio recibió USD 386,000 y gastó USD 344,000.
Por lo general, la universidad que acoge al instituto otorga igual cantidad de contribuciones que las realizadas por el lado chino, dólar por dólar, lo que hace que la universidad no solo sea la sede del instituto, sino también un socio.
Según Max, se dice que el presupuesto chino para los Institutos Confucio de América está en el rango de los USD 100 millones.
Llamada a la acción
Según un comunicado de prensa, «el Instituto Athenai es una organización bipartidista sin fines de lucro 501 (c) (3), fundada en mayo de 2020, dedicada a defender la integridad académica y financiera de las universidades y del mundo académico ante los esfuerzos sostenidos del gobierno de La República Popular de China por limitar la libre discusión sobre abusos contra los derechos humanos en los campus universitarios de Estados Unidos».
La carta dice que está siendo escrita «en respuesta a los llamados de la sociedad civil china y a la luz de las continuas luchas de los hongkoneses, mongoles, taiwaneses, tibetanos, uigures y otros».
«Estamos obligados», continúa, «a expresar nuestras preocupaciones sobre el estado actual de la libertad académica, y sacar a la luz la explotación continua de las instituciones académicas liberales y democráticas por parte de los autoritarios».
«Además, buscamos condenar, en los términos más inequívocos, todo sentimiento anti-asiático, violencia y actos de odio», subraya la carta.
Diciendo que quiere «llamar la atención sobre la amenaza que supone el Partido Comunista Chino [que] representa una afrenta a la creencia fundamental en la dignidad de la persona humana», el llamamiento a la acción exige «el cierre inmediato y permanente de todos los Institutos Confucio de Estados Unidos».
El documento cita «una larga y creciente lista de delitos» que conforman una «campaña indudablemente dirigida a expandir el alcance y el poder del aparato de poder del estado chino».
Establece que los Institutos Confucio «promueven la autocensura» y «censuran la discusión de temas» sensibles «al Partido Comunista Chino».
También «utilizan prácticas de contratación discriminatorias» y «propagan desinformación flagrante».
Más notoriamente, y a pesar de la falta de un mandato para involucrarse en los asuntos de los estudiantes chinos, los Institutos Confucio han restringido los derechos de los estudiantes a expresar puntos de vista políticos, organizarse libremente y unirse a asociaciones, dice Athenai.
Max dice que el Instituto Confucio de George Mason «tiene mucho poder», incluida la intimidación, no solo de los estudiantes.
Él relata un incidente que ocurrió a principios de este año en el campus de George Mason. Al asistir a una reunión de estudiantes y profesores, «me puse de pie y dije algo acerca de cómo no deberíamos tener Institutos Confucio en el campus».
Después, «un caballero me llevó a un lado». Resultó ser miembro de la comunidad académica de la universidad. «Me acompañó a su oficina privada», y solo allí le diría a Max que su participación en exponer el Instituto Confucio a George Mason fue su mayor error.
Una tradición familiar
Max le da crédito el trabajo en equipo y al presidente de Athenai, Rory O’Connor, a quien conoció por casualidad en un evento de derechos humanos celebrado en Capitol Hill, por redactar la carta abierta y movilizar el apoyo entre los demócratas universitarios.
Pero también reconoce el ejemplo de su abuelo, el congresista retirado Frank Wolf, un destacado defensor de los derechos humanos y religiosos en la Cámara de Representantes de Estados Unidos, que durante una carrera de 34 años que representó a su distrito del norte de Virginia. Wolf también fue uno de los primeros críticos del historial de derechos del Partido Comunista Chino.
Una versión original de 1998 de una ley del Congreso que apoya los derechos religiosos en todo el mundo pasó a llamarse Ley de Libertad Religiosa Internacional Frank R. Wolf cuando fue enmendada, reforzada y promulgada en diciembre de 2016.
Max dice que los próximos pasos incluyen establecer capítulos de Athenai en universidades de todo Estados Unidos, obtener el apoyo de donantes y presionar directamente a los presidentes de las universidades para cerrar sus Institutos Confucio.
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