Gran parte de las empresas que fabrican y suministran en Xinjiang (China) componentes para construir paneles solares explotan laboralmente a sus trabajadores de minorías como los Uigur y otros grupos minoritarios de la región con trabajos forzosos, según denuncia un estudio divulgado este viernes.
La investigación, llevada a cabo por académicos de la universidad británica de Sheffield, y con el título «A plena luz del día: Trabajos forzosos de los Uigur y cadenas de suministro global de energía solar», aporta cientos de pruebas que pondrían de relieve la práctica de trabajos forzosos detrás de la creación de los elementos con los que esas compañías abastecen al resto del mundo para generar energía limpia.
Las autoridades chinas siempre han negado estar incurriendo en algún tipo de violación de los derechos humanos en Xinjiang.
De acuerdo con el estudio, «la demanda global de energía solar ha alentado a las empresas chinas a intentar por todos los medios que nuestra responsabilidad climática sea lo más barata posible, pero conlleva un gran coste para los trabajadores que operan en el origen de la cadena de suministro».
Laura Murphy, profesora de derechos humanos y de esclavitud contemporánea del Centro Helena Kennedy para Justicia internacional de la citada universidad británica y coautora del estudio, vivió en esa región china durante 19 años.
En el citado texto se aportan evidencias extraídas de algunos de esos trabajadores, comunicados gubernamentales, artículos de medios de comunicación, mensajes colgados en redes sociales, informes industriales e imágenes tomadas con satélite en más de 30 compañías que fabrican productos destinados al desarrollo de energía solar a fin de determinar si hubo trabajos forzosos en sus cadenas de suministro.
Según denuncian estos académicos, las empresas de paneles solares que operan en esa región de China crean «energía verde consumiendo carbón barato y que emite dióxido de carbono».
Además, lamentan que esas compañías «sacrifican unas condiciones de trabajo decentes».
El estudio indica que las autoridades chinas ubican a millones de uigures y de otras minorías de Xinjiang en programas en granjas y fábricas con los que supuestamente forman a esas poblaciones y que, según el régimen, tienen carácter voluntario y están destinados a aliviar la pobreza.
Sin embargo, el informe señala que hay evidencias de que existe un «entorno de coerción sin precedentes» para estas poblaciones minoritarias.
Los autores indican que «muchos trabajadores indígenas no pueden negarse ni abandonar esos trabajos» y agrega que esos programas «son equivalentes a transferencias forzosas de poblaciones y esclavitud».
También consideran que es «crítico examinar cuáles son los bienes que se están produciendo como resultado de este régimen de trabajos forzosos» centrado, en este caso, en la industria de la energía solar.
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