Un reciente estudio mundial ha descubierto que en las dos últimas décadas se han producido varios centenares de infecciones relacionadas con los laboratorios, y más de una docena de casos de patógenos que se escaparon de las instalaciones.
El estudio, revisado por pares y publicado en The Lancet Microbe el 12 de diciembre, analizó varias revistas e informes de medios de comunicación publicados entre los años 2000 y 2021, para identificar incidencias de infecciones adquiridas en el laboratorio (LAI) y escapes accidentales de patógenos de instalaciones de laboratorio (APELS). De los 94 informes analizados, los investigadores identificaron 309 LAI causadas por 51 patógenos y 16 incidencias de APELS. Los hallazgos relacionados con las LAI fueron los siguientes:
-De los 309 casos de LAI, 238 se produjeron en Estados Unidos, 28 en Europa y 23 en Asia.
-Cerca del 40% de los casos de LAI se produjeron en un entorno académico, alrededor del 25% en lugares no especificados y casi el 20% en centros de investigación. Más del 7% se atribuyeron a centros de vacunación.
-En términos de patógenos, las bacterias fueron la principal causa de LAI, representando el 77% de todos los casos, seguidas de los virus con un 13.9%.
-La principal causa de LAI fueron los errores de procedimiento, que representaron cerca del 70% de los incidentes. Otras causas fueron los pinchazos con agujas, los derrames, las salpicaduras, la rotura de viales y las mordeduras de animales.
De los 16 incidentes de escapes accidentales de patógenos de instalaciones de laboratorio (APELS), seis fueron bacteriológicos y los 10 restantes virales. «En general, los APELS no causaron infecciones, aunque se notificaron casos de posible exposición de miembros del personal, la comunidad circundante o animales», señaló el estudio.
«Sin embargo, en algunos casos los APELS fueron responsables de brotes de enfermedades, como las 10,528 infecciones de brucelosis vinculadas a una instalación de producción de vacunas contra la Brucella en Lanzhou (China)».
Siete de los 16 APELS tuvieron lugar en Estados Unidos, mientras que China y el Reino Unido registraron dos incidentes cada uno. Once de los 16 incidentes tuvieron lugar en laboratorios de investigación o universitarios, mientras que cuatro se produjeron en instalaciones de producción de vacunas.
Una investigación de 1951 sobre el tema encontró 1342 casos de infecciones adquiridas en el laboratorio (LAI) de 69 patógenos. Si bien los resultados del estudio actual pueden sugerir que los LAI y APELS han disminuido desde 1951, este puede no ser el caso, escribieron los autores, al tiempo que pidieron que los resultados se «interpreten con precaución debido a posibles sesgos en los informes voluntarios».
«Sin requisitos formales globalizados de presentación de informes, los datos resumidos aquí solo podrían representar la punta del iceberg», afirma el estudio.
“También existe la posibilidad de que las LAI no se notifiquen debido a la incapacidad de discriminar entre infecciones adquiridas en la comunidad o las LAI, especialmente cuando hay altos niveles de transmisión presentes en la comunidad”, como ocurre con el virus COVID-19.
El estudio fue financiado por Wellcome Trust y una subvención a la Organización Mundial de Sanidad Animal (WOAH) de parte del Programa de Reducción de la Amenaza de Armas de Global Affairs Canada. Los autores declararon que no había intereses en competencia en el estudio.
Patógenos y seguridad del biolaboratorio
El estudio de Lancet destacó los diversos patógenos involucrados en los casos de LAI. De los 309 incidentes, 154 fueron causados por Salmonella enterica Typhimurium, que es la principal causa de intoxicación alimentaria en los países occidentales. En Estados Unidos, el patógeno causa alrededor de un millón de enfermedades al año.
«El mayor brote de S Typhimurium (n=109) se produjo entre estudiantes de laboratorios de enseñanza de microbiología y empleados de laboratorios de microbiología clínica en 38 estados de Estados Unidos».
La Salmonella enteritidis ocupó el segundo lugar y es una causa común de gastroenteritis, un tipo de intoxicación alimentaria. Se registraron ocho muertes de los 309 casos. Se descubrió que los errores de procedimiento eran la causa más común de resultados fatales y representaban el 62.5% de las muertes.
El estudio sugirió que una “mejor comprensión de las causas de las LAI y APELS y la implementación de medidas y pasos preventivos adecuados (incluida la mejora continua a través de informes formalizados de LAI y APELS y análisis de la causa raíz) mitigarán sucesos futuros”.
Los investigadores también recomendaron “incorporar en la gestión del laboratorio un liderazgo institucional sólido, diseño de laboratorio y prácticas basadas en riesgos apropiadas para trabajar con peligros biológicos conocidos, especialmente aquellos que se sabe que causan LAI y APELS”.
El estudio se produce cuando las preocupaciones sobre las filtraciones de patógenos de los laboratorios han aumentado en los últimos años a raíz de la pandemia de COVID-19. Aunque no hay información oficial sobre el origen del virus, un informe del Senado de Estados Unidos, publicado en abril de 2023, afirmó que el virus probablemente se filtró desde el Instituto de Virología de Wuhan (WIV) en China.
Los laboratorios se clasifican en una escala de BSL-1 a BSL-4 dependiendo de las medidas de seguridad que implementan, donde BSL-4 representa las precauciones de seguridad más altas.
En un informe publicado el año pasado, Global Biolabs, que rastrea biolaboratorios en todo el mundo, advirtió que alrededor del 75% de los laboratorios BSL-4 operativos existentes se encuentran en ciudades donde «poblaciones densas podrían exacerbar el impacto de una liberación accidental».
«Aproximadamente la mitad de los laboratorios BSL4 tienen menos del tamaño de una cancha de tenis», afirma el documento. «Solo siete laboratorios BSL4 realizan su trabajo únicamente en gabinetes de bioseguridad».
«En general, hay varias tendencias que plantean preocupaciones sobre la bioseguridad y la bioprotección dado el auge global en la construcción de laboratorios BSL4 y BSL3+, particularmente donde la supervisión de la gestión de riesgos biológicos es débil».
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