Una revisión sistemática a 2168 estudios que analizaron los efectos adversos del uso de mascarillas durante la pandemia de COVID-19 descubrió que la práctica tuvo consecuencias negativas para la salud, como picazón, dolores de cabeza y disminución de la toma de oxígeno.
“Encontramos efectos significativos tanto en las mascarillas médicas quirúrgicas como en las N95, con un mayor impacto de la segunda”, dice la revisión, publicada en “Frontiers in Public Health” el 5 de abril. Un metanálisis a múltiples estudios encontró que el dolor de cabeza era el “síntoma más frecuente” entre los usuarios de mascarillas, con una prevalencia del 62 por ciento para el uso general de mascarillas y hasta el 70 por ciento cuando se usaban mascarillas N95. Se observó dificultad para respirar en un 33 por ciento para el uso general de mascarillas y en un 37 por ciento entre los usuarios de N95.
Mientras que el 17 por ciento de los usuarios de mascarillas quirúrgicas experimentaron picazón, este número fue del 51 por ciento entre los usuarios de N95. La prevalencia del acné entre los usuarios de mascarillas fue del 38 por ciento y la irritación de la piel fue del 36 por ciento. Se encontró que el mareo prevalecía entre el 5 por ciento de los sujetos.
“Las mascarillas interfirieron con la absorción de O2 y la liberación de CO2 y comprometieron la compensación respiratoria”, dijo la revisión. “Aunque las duraciones de uso evaluadas son más cortas que el uso diario/prolongado, los resultados validan de forma independiente el síndrome de agotamiento inducido por las mascarillas (MIES) y las disfunciones fisiometabólicas posteriores. MIES puede tener consecuencias clínicas a largo plazo, especialmente para los grupos vulnerables”.
La restricción de la absorción de oxígeno y el impedimento en la liberación de dióxido de carbono se identificaron como los efectos más importantes entre los usuarios de máscaras N95. La reinhalación continua de dióxido de carbono da como resultado el «desplazamiento a la derecha de la curva de saturación de hemoglobina-O2».
“Dado que la homeostasis del O2 y el CO2 influye en diversos procesos metabólicos posteriores, los cambios correspondientes hacia direcciones clínicamente preocupantes pueden tener consecuencias desfavorables, como hipoxemia e hipercapnia transitorias, aumento de la humedad respiratoria y temperatura corporal junto con compensaciones fisiológicas comprometidas, etc.”
La revisión también dijo que varios síntomas relacionados con las mascarillas pueden haber sido malinterpretados como síntomas de COVID prolongado. “En cualquier caso, el posible MIES contrasta con la definición de salud de la OMS”, dijo, refiriéndose a la Organización Mundial de la Salud.
Sugirió que los efectos secundarios de las mascarillas se evalúen en función de un análisis de riesgo-beneficio después de tener en cuenta su eficacia contra las transmisiones virales. Si no hay «pruebas empíricas sólidas» que demuestren la eficacia de las mascarillas, el estudio recomendó que el uso de mascarillas no sea obligatorio, «y mucho menos obligatorio por ley».
Cambio repentino de la política sobre mascarillas y supresión de estudios
Antes de la pandemia de COVID-19, los datos existentes sobre los virus respiratorios habían demostrado que no había fundamento para usar mascarillas para evitar su propagación. “Todos los estudios realizados en el mundo hasta 2020 mostraron que no hay justificación para esto”, dijo Yoav Yehezkelli, especialista en medicina interna y teniente coronel de las Fuerzas de Defensa de Israel, en una entrevista con The Epoch Times en enero.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU., así como la OMS, emitieron pautas que decían que no era necesario usar mascarillas en el público en general, señaló.
Pero en 2020, tras el brote de COVID-19, las recomendaciones sobre el uso de mascarillas en todo el mundo cambiaron repentinamente “sin contar con ningún nuevo apoyo profesional para confirmar que efectivamente tiene eficacia contra las infecciones respiratorias”.
Una carta de diciembre que coescribió Yehezkelli y envió al Diario de la Asociación Médica de Israel (IMAJ) señaló múltiples estudios que sugieren que usar mascarillas puede terminar causando daños.
Los posibles efectos negativos incluyen dolores de cabeza, dificultad para respirar, disminución de los niveles de oxígeno en la sangre, aumento de los niveles de dióxido de carbono, dificultades de concentración y contaminación bacteriana. La acumulación de CO2 puede acabar provocando cansancio, dificultad visual y somnolencia, apuntó.
También ha habido intentos de atenuar los estudios que exponen la ineficacia de las mascarillas. Un estudio de 2023 publicado en la Base de Datos Cochrane de Revisiones Sistemáticas afirmaba que el uso de mascarillas marcaba «poca o ninguna diferencia» en lo que respecta a la transmisión del COVID-19.
Un columnista de The New York Times publicó un artículo de opinión titulado «He aquí por qué la ciencia es clara en que las mascarillas funcionan» y se acercó a Cochrane para obtener su opinión. El editor en jefe de Cochrane luego emitió una declaración diciendo que la implicación del estudio de que las mascarillas no funcionan es «inexacta y engañosa» y pidió a los autores que cambiaran el resumen de la investigación.
Sin embargo, los autores se negaron a hacerlo, y el autor principal insistió en que “simplemente no hay evidencia de que [las mascarillas] hagan alguna diferencia. Punto final”.
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