Cuando una mujer queda embarazada, las mujeres que están en su entorno tienen más probabilidades de quedar embarazadas también, y esto ocurre por efecto del contagio, según revelan varios estudios.
En el año en 2014 se realizó un estudio en Estados Unidos que reveló que los embarazos pueden llegar a ser ‘contagiosos’.
Luego de observar las interacciones de 1.700 mujeres durante 15 años, con edades de entre 15 y 30 años, se pudo comprobar que tener un hijo (o no tenerlo) se relacionaba en gran medida con lo que hicieran las amistades de cada mujer.
«El estudio muestra que el contagio es particularmente fuerte en un corto espacio de tiempo: aumenta inmediatamente después de que una amiga de la escuela secundaria da a luz, alcanza su punto máximo unos dos años más tarde y luego disminuye, convirtiéndose en algo insignificante a largo plazo», señaló en un comunicado la coautora Nicoletta Balbo.
La revista de la Asociación Americana de Sociología publicó que durante 1990 y 2000 los investigadores que realizaron el estudio recopilaron los datos de 1720 mujeres.
La investigación partió del supuesto de que la decisión del individuo sobre el curso de su vida acerca de cómo ser padre o madre, está impulsado no solo por características personales y factores contextuales relevantes, sino también por las características y comportamientos de las personas con las que interactúan.
Ellos vieron que cuando una mujer tenía un bebé, la probabilidad de que sus amigas tuvieran también un bebé se multiplicaba por dos en un plazo de unos dos años. Pasados esos dos años, la probabilidad volvía a descender.
¿Por qué ocurre?
La explicación viene de la observación y el contacto. Al ver a una mujer, compañera o amiga, embarazada o ya con su bebé, las otras mujeres experimentan el deseo de ser madre y ven aumentada su autoconfianza en sus capacidades para serlo.
Al parecer, sincronizando el camino de la vida de uno con el de un amigo, la gente puede coordinar estos importantes cambios en la vida.
Los amigos también son una fuente de aprendizaje social. Junto a los hermanos, los amigos ofrecen ejemplos de comportamiento.
“La maternidad de los amigos, las experiencias, pueden proporcionar información relevante sobre cómo enfrentar la transición a la paternidad y lidiar con la vida substancial subsiguiente”, dice el estudio en su preámbulo.
Agrega que también influye el hecho de que esta sincronización de la maternidad con los amigos puede reducir el riesgo de ser abandonado por amigos que ya tienen un hijo.
La maternidad de un amigo influye positivamente en el riesgo de que otro individuo se convierta en padre.
Los investigadores concluyeron que cuando una decisión vital va ligada a momentos de incertidumbre, cuando hay muchos factores asociados a esa decisión, muchas cuestiones que valorar, el hecho de ver a alguien conocido dar el paso, anima al resto a hacerlo también.
Ahora, el efecto de que una amiga dé a luz no es inmediato. «Lleva tiempo tener un hijo, porque hay un período natural antes de la concepción y porque el deseo de tener un hijo se desarrolla con el tiempo», dijo Barban.
El estudio fue presentado en la revista Asociación Americana de Sociología por Nicoletta Balboa y Nicola Barban, y utilizó datos de Add Health, un proyecto del programa de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, y recibió con financiamiento de 23 agencias y fundaciones federales de EE. UU.
En el año 2012, otro estudio reveló de manera idéntica este fenómeno.
El estudio se llevó a cabo en la Universidad alemana de Bamberg, donde analizaron el comportamiento de 42.000 mujeres de 7.600 empresas.
En el estudio observaron que durante el año posterior al embarazo de una trabajadora, se duplicaba la posibilidad de que sus compañeras se quedaran también embarazadas.
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