La investigación sobre la colusión con Rusia, dirigida por el exdirector del FBI Robert Mueller, se prolongó artificialmente con la esperanza de que Trump actuara para ponerle fin y así ser acusado de obstrucción de la justicia, según el exfiscal general en funciones Matthew Whitaker.
Whitaker, que dirigió el Departamento de Justicia (DOJ) entre el 7 de noviembre de 2018 y el 14 de febrero de 2019, dijo que, en su opinión, el equipo de Mueller actuó de manera inapropiada para crear una «trampa de obstrucción de la justicia» a Trump y sus funcionarios.
Mueller fue nombrado por el entonces fiscal general adjunto Rod Rosenstein en mayo de 2017 para hacerse cargo de una investigación de contrainteligencia del FBI para determinar si la campaña de 2016 de Trump se confabuló con Rusia para influir en las elecciones.
Para marzo de 2019, Mueller había concluido, diciendo que la investigación era incapaz de establecer que tal colusión tuvo lugar.
Mueller, sin embargo, ya lo sabía en 2018, según le dijo Whitaker a Jan Jekielek, presentador de «American Thought Leaders» de The Epoch Times.
Poco después de tomar el mando en el Departamento de Justicia, Whitaker fue informado «de los contornos y de lo que era la investigación de Mueller», dijo.
«No había pruebas de ninguna conspiración criminal o conexión o colusión, como quiera llamarlo, entre la campaña Trump, los miembros de la campaña Trump —incluido Donald Trump— y el gobierno ruso. Por lo tanto, el propósito principal y único de esa investigación no había logrado generar ninguna prueba, y era evidente que eso se sabía desde hacía tiempo».
Mantener abierta una investigación de este tipo no es «la orden habitual del Departamento de Justicia», según Whitaker.
Ofreció una teoría de por qué ocurrió.
«Debería haber habido alguien a lo largo de ese camino que dijera… que no solo nunca hubo ninguna prueba, sino que no desarrollamos ninguna nueva prueba, por lo tanto esta investigación debe ser cerrada», dijo. «Había tantas personas involucradas que podrían y deberían haber tomado esa decisión. Y a mí me parece que se mantuvo abierta para acosar a este presidente, para deshacer las elecciones de 2016, y para crear una trampa de obstrucción de la justicia».
Por eso él no pudo terminar la investigación, aunque en su posición eso hubiera sido lo correcto, según indicó.
El punto de la «trampa» era que «si hubiéramos tratado de poner el pulgar en la balanza o de alguna manera, en su percepción, interferir con la investigación de Mueller… estaban listos, dispuestos y capaces de ir tras cualquiera de nosotros», dijo, calificándolo de «muy inapropiado» y «un precedente muy peligroso».
El equipo de Mueller llegó a engañar a sus supervisores del Departamento de Justicia sobre el estado de la pesquisa, dijo Whitaker.
«Si se pone en mi lugar en noviembre de 2018, estoy a cargo de la investigación de Rusia, me dicen que el informe se está terminando, me dicen que el intento de obstrucción de la justicia no es una teoría legal válida, y me dicen que no hay evidencia de colusión», dijo.
Pero pasaron semanas y el informe aún no había aparecido.
«Me sorprendió mucho (…) que no hubiera recibido el informe de Mueller, el cual, de nuevo, me habían prometido varias veces en el transcurso de esos meses que yo era el fiscal general en funciones», dijo Whitaker.
Incluso su sucesor, William Barr, tuvo que esperar seis semanas para que Mueller produjera finalmente el informe.
«Me parece que lo que el equipo de Mueller estaba diciendo a sus supervisores no era consistente con lo que realmente estaba pasando dentro de la investigación de Mueller», dijo Whitaker.
Argumentó que no solo Mueller, sino también sus subordinados, deberían ser obligados a explicarse.
«Hay individuos, sus nombres son bien conocidos, que deberían responder a estas preguntas y con suerte deberían ser citados en el Senado o en algún otro tribunal para averiguar por qué no estaban siendo honestos con las personas que los supervisaban», dijo Whitaker.
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