Los científicos ya han empezado a buscar nuevas candidatas a vacunas contra el virus del PCCh, ya que las vacunas de ARNm, como las de Pfizer y Moderna, son menos eficaces contra las mutaciones del coronavirus, cada vez más contagiosas, según una nueva investigación.
El informe, publicado en la revista estadounidense New England Journal of Medicine a principios de julio, descubrió que los anticuerpos inducidos por la vacuna eran 2.9 veces menos capaces de neutralizar la variante Delta, y 6.8 veces menos capaces de neutralizar la variante Kappa.
Esto se debe a las mutaciones en la proteína Spike de Delta y Kappa, que disminuyen la capacidad de los anticuerpos inducidos por la vacuna que protegen al organismo del virus.
Sin embargo, la investigación también señaló que los anticuerpos serán lo suficientemente fuertes en muchas personas para bloquear el virus al menos tres meses después de la segunda dosis de las vacunas de ARNm.
Mehul Suthar, coautor del estudio y profesor adjunto del Centro de Vacunas de Emory, dijo que estos resultados «proporcionan cierta seguridad» de que las vacunas pueden seguir suprimiendo la enfermedad, a pesar de hacerlo con una eficacia reducida.
Los investigadores obtuvieron muestras de sangre de 24 personas que se habían recuperado del COVID-19, la enfermedad causada por el virus del PCCh en 2020. Quince de las 24 habían recibido la vacuna Moderna y 10 personas habían recibido la vacuna Pfizer.
Las variantes Kappa y Delta del nuevo coronavirus se identificaron por primera vez en la India en octubre del año pasado. Se consideran altamente contagiosas, siendo la Delta la que ha desencadenado el último brote en Nueva Gales del Sur y la Kappa la responsable de la mayoría de los casos en Victoria.
Las vacunas de ARN mensajero, o ARNm, son un nuevo tipo de vacunas que instruyen a las células para que produzcan una proteína que desencadene una respuesta inmunitaria, llevando al organismo a producir anticuerpos.
El Dr. Dicky Budiman, del Centro de Medio Ambiente y Salud de la Población de la Universidad de Griffith, dijo que las mutaciones del virus COVID, cada vez más infecciosas, hacen más difícil para los desarrolladores de vacunas seguir el ritmo en la carrera por eliminar el virus.
«Cuando el virus sigue propagándose en muchos países y regiones, surgen continuamente variantes más contagiosas que pueden vulnerar la inmunidad», dijo a The Epoch Times, «Esto también se convierte en un problema para los fabricantes de vacunas».
«A largo plazo, será más difícil eliminar el virus si no controlamos la pandemia».
Según el epidemiólogo, los científicos y las empresas farmacéuticas, tal y como sugiere el estudio, deberían «actualizar siempre los diseños de las vacunas» para prevenir las variantes emergentes que seguirán desarrollándose antes de alcanzar su «nivel máximo», dijo Budiman.
«Esperamos que el virus alcance lo que llamamos la estabilidad, o el nivel máximo, pero todavía no lo sabemos».
«La inmunidad del rebaño es un objetivo a largo plazo y está muy, muy lejos de nuestra posición».
La preocupación de Budiman es compartida por dos tercios de los epidemiólogos que participaron en una encuesta mundial realizada en marzo y que han predicho que el SARS-CoV-2 necesitaría menos de un año para mutar hasta un punto que haría ineficaz la mayoría de las vacunas COVID de primera generación.
Sin embargo, el profesor Dale Godfrey, líder del tema de inmunología en el Instituto Doherty, se muestra relativamente más confiado en que los científicos serán capaces de realizar un gran avance en la tecnología de las vacunas.
«Los fabricantes de vacunas ya están desarrollando y probando nuevas versiones de sus vacunas que se adaptan mejor a las variantes», dijo a newsGP.
«Es totalmente posible que la mayoría o todas las vacunas sigan previniendo la enfermedad grave y la muerte, aunque sean menos eficaces para prevenir las primeras fases de la enfermedad».
«Creo que esto es probable, pero solo el tiempo y más estudios lo dirán».
Godfrey también señaló que existe «cierta preocupación» por el hecho de que la principal vacuna australiana AstraZeneca, que no es una vacuna de ARNm, ofrezca «mucha menos protección» contra la variante Beta originada en Sudáfrica, y que pueda ser necesario un refuerzo periódico.
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