Los pasajeros a bordo del Boeing 737 Max 9 de Alaska Airlines, que sufrió una explosión de los paneles de una puerta en pleno vuelo el 5 de enero, fueron informados por el FBI a través de una carta de que pueden haber sido víctimas de un posible delito.
La carta, escrita por un especialista en víctimas de la oficina del FBI en Seattle, afirma que el caso está actualmente bajo investigación del FBI, y «puede que sea una tarea larga». A su vez, el FBI no puede proporcionar actualizaciones sobre su progreso por el momento, añade.
«Yo me estoy contactando con usted porque le hemos identificado como una posible víctima de un delito», dice la carta, recibida esta semana, según Associated Press. «Una víctima de un delito federal tiene derecho a recibir ciertos servicios».
Mark Lindquist, el abogado que representa a algunos pasajeros en su demanda contra Boeing, compartió la carta con el medio de noticias. Esta incluye datos de contacto para que los pasajeros transmitan información o preocupaciones al FBI.
El Sr. Lindquist dijo que sus clientes acogieron con satisfacción la investigación del Departamento de Justicia (DOJ).
«Nosotros queremos responsabilidades, respuestas y aviones más seguros», declaró al medio de comunicación. «El DOJ y el FBI aportaron una importante influencia y recursos que estoy seguro ayudarán a nuestro caso y también al público que vuela».
The Epoch Times se puso en contacto con la delegación del FBI en Seattle para recabar sus comentarios.
Alaska Airlines declaró que está cooperando plenamente con la investigación y que no cree ser el objetivo de la misma.
El Departamento de Justicia actualizó en 2022 sus directrices para notificar a las víctimas de posibles delitos después de que los familiares de algunas de las 346 personas que murieron en dos accidentes de Boeing 737 MAX 8 en 2018 y 2019 dijeran que sus derechos legales habían sido violados cuando el departamento llegó a un acuerdo de enjuiciamiento diferido con Boeing en enero de 2021, sin notificarles.
El vuelo 1282 se dirigía a California, desde el Aeropuerto Internacional de Portland, en Oregón, el 5 de enero, cuando el tapón de la puerta de salida de emergencia estalló, dejando un enorme agujero en el avión y provocando una rápida pérdida de presión en la cabina.
El avión se vio obligado a realizar un aterrizaje de emergencia de vuelta en Portland con 171 pasajeros y seis miembros de la tripulación a bordo, aunque ninguno de ellos sufrió heridas graves.
El incidente llevó a la Administración Federal de Aviación (FAA) a inmovilizar los aviones Boeing 737 Max 9, en todo el mundo, y la agencia amplió esa inmovilización apenas unos días después de que United Airlines dijera que había descubierto problemas relacionados con la instalación de tapones en las puertas —incluidos pernos sueltos— en el mismo modelo de Boeing.
Seis pasajeros de Alaska Airlines exigieron una indemnización a Boeing tras el incidente, afirmando que el reventón había «lesionado físicamente a algunos pasajeros y traumatizado emocionalmente a la mayoría, si no a todos, a bordo».
Según la demanda, unos 10 minutos después del despegue, el tapón de la puerta izquierda se desprendió y salió disparado del avión, provocando una brusca y violenta despresurización.
La puerta de la cabina se abrió de golpe, lo que obligó a un auxiliar de vuelo a apresurarse e intentar cerrarla. El cambio de presión provocó hemorragias en los oídos, unido a la falta de oxígeno, el fuerte ruido del viento y el estrés traumático, que causó fuertes dolores de cabeza.
«Los pasajeros estaban conmocionados, aterrorizados y confusos, sumidos en una pesadilla despierta, con la esperanza de vivir lo suficiente para volver a pisar la tierra», dice la demanda.
Con la colaboración de Katabella Roberts e información de Reuters.
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