NANTUCKET, Massachusetts— Joe Biden está terminando de celebrar en Nantucket sus últimas fiestas de Acción de Gracias como presidente de Estados Unidos, una tradición familiar que este año parece ser parte de una serie de despedidas antes de una más extensa al retirarse de la Casa Blanca.
Los cuatro años del demócrata como presidente se verán interrumpidos por los del republicano Donald Trump, cuyos nombramientos para el Gabinete, amenazas de aranceles y deslumbrantes veladas en Mar-a-Lago, su club de Florida, han acaparado la atención pública desde las elecciones de noviembre. Biden abandonó la contienda presidencial en julio y fue sustituido en la candidatura por la vicepresidenta Kamala Harris, que perdió frente a Trump.
Durante sus cinco días en la isla de Massachusetts, con sus pintorescas casas de tejas de madera y sus playas de conchas marinas, Biden, de 82 años, siguió lidiando con las cuestiones de su legado. El mandatario tenía previsto regresar a Washington el sábado, para partir al día siguiente hacia Angola en su única visita a África como presidente.
El viernes, mientras Biden y su familia caminaban por las pintorescas aceras de ladrillo y las calles de adoquines que han hecho de Nantucket un lugar de veraneo exclusivo y de interés, los transeúntes gritaban «Te queremos, Joe». El contingente Biden incluía a la hija del presidente, Ashley, y a su hijo, Hunter, así como al hijo de Hunter, Beau, de 4 años.
Cuando los periodistas le preguntaron el Día de Acción de Gracias de qué estaba agradecido, Biden dijo: «Estoy agradecido por una transición pacífica de la presidencia».
Biden también dijo estar agradecido por su familia, por el nuevo alto el fuego entre Israel y el grupo terrorista Hezbolá en el Líbano y por la posibilidad de que se produzcan más avances en el Medio Oriente. El presidente, que últimamente ha evitado en gran medida las preguntas de los periodistas, intervino en varios asuntos relacionados con Trump y la política.
También sugirió que los «estrechos» márgenes de poder para los republicanos en el próximo Congreso significarán que Trump tendrá que aceptar «alguna transacción real» mientras impulsa su agenda.
«Creo que puede haber un poco de ajuste de cuentas interno», dijo Biden.
Biden también dijo que espera que Trump «reconsidere» sus amenazas arancelarias contra México y Canadá, principales socios comerciales de Estados Unidos.
«Estamos rodeados por el océano Pacífico, el océano Atlántico y dos aliados: México y Canadá», dijo Biden. «Y lo último que necesitamos es empezar a estropear esas relaciones. Creo que las tenemos en un buen lugar».
Días antes, Trump había prometido en su sitio de redes sociales, Truth Social, imponer aranceles del 25 por ciento a ambos países hasta que detuvieran la inmigración ilegal y bloquearan el flujo de drogas a través de su frontera con Estados Unidos. La amenaza provocó que la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, se comprometiera con Trump en una llamada telefónica y que el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, volara a Florida el viernes para reunirse con él.
Tras la llamada telefónica, Sheinbaum expresó su confianza en que se evitarían los aranceles, indicando que México ya ha tomado medidas para abordar las cuestiones planteadas por Trump, un punto también planteado por Biden.
Trump amenazó además con imponer un arancel adicional del 10% a China a menos que deje de exportar materiales utilizados para fabricar la droga fentanilo.
El Día de Acción de Gracias, Biden acudió a un parque de bomberos para repartir tartas de calabaza con su esposa, Jill, y su nieto Beau. La primera dama explicó a los bomberos y a los agentes de policía que la familia ha visitado Nantucket en Acción de Gracias desde 1975, una excursión que la familia ha llegado a llamar «nana-tucket» en un guiño a su papel central en el establecimiento de la tradición.
Los bomberos regalaron a los Biden un par de gorras de béisbol.
El presidente se puso la suya y preguntó a su nieto: «¿Qué te parece?».
«Tiene buena pinta», dijo el nieto, que titubeó cuando el presidente le preguntó si le gustaría ser bombero.
El viernes, la familia Biden almorzó en el restaurante Brotherhood of Thieves y se detuvo en Nantucket Bookworks, una galería de arte y varias tiendas más. La tarde terminó con la ceremonia de encendido del árbol de Navidad y la actuación de villancicos, mientras el público tomaba fotos y vídeos de un sonriente Biden.
Las fiestas de este año pueden llevar consigo una resonancia emocional particular para la familia Biden.
En diciembre, está previsto que Hunter Biden sea sentenciado por tres delitos graves por comprar un arma en 2018 cuando, según los fiscales, mintió en un formulario federal al afirmar que no consumía ilegalmente ni era adicto a las drogas. También se enfrenta a una sentencia en California en diciembre por cargos fiscales federales de los que se declaró culpable en septiembre.
El presidente dijo previamente que no indultaría a su hijo ni conmutaría su eventual sentencia.
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