Filo de Caballos, comunidad mexicana volcada en la siembra de la amapola

Por EFE
28 de agosto de 2018 3:03 PM Actualizado: 28 de agosto de 2018 9:12 PM

La vida de Crescencio Pacheco ha sido sembrar amapola en la comunidad de Filo de Caballos, donde el 90 % de la población se dedica a esa actividad; hoy afirma que cultivarla ya no es negocio ante el surgimiento del fentanilo, un opioide sintético hasta 50 veces más poderoso que la heroína.

«Está caído el precio de la goma (de opio) por la creación del fentanilo, la droga sintética que se ha estado metiendo en Estados Unidos», afirma Pacheco a Efe, uno de los de campesinos cuya economía se basa en el cultivo de la amapola.

El fentanilo es un analgésico entre 30 y 50 veces más potente que la heroína que se produce principalmente en China, aunque según autoridades de Estados Unidos ya se crea en México.

Desde hace por lo menos medio siglo, en Puerto General Nicolás Bravo -mejor conocido como Filo de Caballos- el 90 % de sus 1.900 habitantes son «amapoleros», ya que aseguran que es la única manera de poder sobrevivir.

«Tengo 35 años de edad. Empecé a trabajar con mi tío a los 8 o 9 años en lo que es conocer cómo es el procedimiento de escarbado, de limpiar, de abonar; cuando empecé a sembrar mi propio plantío tenía ya 12 años, un cachito (de tierra) para los refrescos», señala Pacheco.

Su familia, integrada por su esposa y sus dos hijas, tiene una economía que depende totalmente de la media hectárea que sembró de amapola oculta entre los maizales y los árboles frutales.

En esta región, en la que abundan los árboles frutales como el durazno y el aguacate, los campesinos deben esperar de tres a cinco años para una cosecha, mientras que si siembran la amapola, en unos cuatro meses ya pueden tener ingresos económicos. Estos «dependen de la cantidad que arroje la planta de amapola».

«Puede arrojar en esta media hectárea: tres kilos, que vienen siendo 12.000 pesos (unos 635 dólares); porque el precio se devaluó… está caído», comenta.

Pacheco señala que esta planta de la que se extrae la goma de opio puede ser un buen negocio, aunque siempre se corre el riesgo de que los operativos militares lanzados por el Gobierno mexicano acaben con sus esperanzas.

«Sembrar amapola te da para todo cuando hay una cosecha buena, cuando el Gobierno no sube a destruirla; si sube, te quedas completamente a ras… sin nada; porque al campesino lo dejan frito, porque le destruyen todo su trabajo», relató.

A la crisis de la caída de los precios de la goma de opio se ha sumado la propuesta que el Legislativo del estado de Guerrero enviará al Congreso federal para legalizar el cultivo, producción y comercialización de la amapola con fines científicos y medicinales.

La iniciativa, que también busca acabar con la violencia que generan los grupos del narcotráfico en la sierra de Guerrero, ha puesto en pie de lucha a los campesinos y sus organizaciones, que piden ser consultados.

El Gobierno que iniciará el 1 de diciembre y que estará encabezado por Andrés Manuel López Obrador, ha dejado entrever su respaldo a la despenalización del uso de la marihuana y la siembra de la amapola, para «pacificar» el país que sufre altos índices de criminalidad y violencia por el narcotráfico.

Los campesinos piden que se aclare cuáles serían los mecanismos de legalización, porque sostienen, que una aprobación apresurada y sin consultarlos puede hacerles perder su principal fuente de recursos económicos.

No obstante, aseguran que la legalización de la amapola puede ser un factor que les permita aumentar sus ingresos y liberarlos de trabajar para los narcotraficantes, aunque advierten que por ello pueden sufrir represalias.

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