Una mujer de Florida que fue adoptada en Chile hace décadas, logró reunirse con su madre y su hermana luego de descubrir que había sido víctima de tráfico infantil al nacer hace varias décadas.
María Hastings, residente de Tampa, Florida, supo desde niña que había sido adoptada. Le dijeron que su madre biológica la había abandonado voluntariamente para darla en adopción, según información de Axios.
Pero hace unos meses, Hastings que ahora tiene 37 años, descubrió que su adopción fue producto del secuestro de una red internacional de tráfico infantil.
El pasado domingo 18 de febrero Hastings conoció por fin a su madre biológica y a otros cuatro miembros de su nueva familia.
“Estoy abrumada, muy feliz de conocer a mi familia biológica”, dijo Hastings. «Voy a volver a conectarme con ellos, sabré quiénes son realmente y les haré saber quién soy».
Su madre biológica, que prefirió permanecer en el anonimato, dijo con lágrimas en los ojos que sabía que ese día llegaría.
La progenitora de Hastings, era una mujer del campo que llegó a trabajar a la ciudad “sin saber leer ni escribir”. En 1987, tras quedar embarazada y sin contar con ningún apoyo, terminó en la calle y fue obligada a dar a su bebé en adopción después de que nació.
“La obligaron a firmar un documento que ella no sabía qué era, ya que era analfabeta”, dijo Romina Cortés, hermana biológica de Hastings. “Por alguna razón, por el dolor que llevaba no me lo dijo antes”.
Pero el mes pasado, para sorpresa de Cortés, una estilista de 43 años, sumó a su vida una hermana y un sobrino.
“Cuando la vi en Zoom dije: ‘Se parece a mí’. Tiene mis mismos ojos y mi misma nariz'», dijo Cortés.
Cortés experimentó una montaña rusa de emociones, ansiosa por abrazar a su hermana, mientras la esperaba en la terminal aérea de Santiago de Chile.
Hastings dijo que está aprendiendo español para conectarse con una parte de sí misma que permaneció dormida todo este tiempo.
Por su parte, Cortés dijo que está tratando de aprender inglés para comunicarse mejor con su hermana, pero que lo único que sabe decir es “yes”.
Hastings dijo que inicialmente no quería buscar a su familia hasta que leyó un artículo sobre los niños que habían sido víctimas del tráfico de menores.
Esto la llevó contactar a Connecting Roots, una organización que reúne a niños traficados ilegalmente desde Chile con sus familias, especialmente a aquellos que fueron llevados a los Estados Unidos.
Bob Hastings el padre adoptivo de María, dijo a Axios que al conocer la verdad, su reacción inicial fue: «No es posible».
«Pasamos por muchas cosas legales: servicios sociales católicos, estudios del hogar… No es como si voláramos y sacáramos a un niño de la parte trasera de una camioneta», agregó.
La red que separó a María Hastings de su madre contaba con sucursales en todo el mundo, incluyendo Estados Unidos, Francia, Países Bajos y Suecia.
Al igual que ella, miles de niños chilenos fueron traficados o dados ilegalmente en adopción durante los últimos 60 años. La mayoría de ellos fueron separados de sus familias durante la dictadura de Augusto Pinochet, entre 1973 a 1990.
Las autoridades chilenas y otras organizaciones sociales están investigando alrededor de 20,000 adopciones ilegales. Estas se remontan a la década de 1960, cuando mujeres, en su mayoría pobres, jóvenes e indígenas en situaciones vulnerables, se vieron obligadas a renunciar a sus hijos o les dijeron que morían poco después del parto.
La red de tráfico era amplia e incluía casas de acogida, hospitales, hoteles, trabajadores sociales, enfermeras, médicos, abogados, jueces y diplomáticos “que participaron en esta empresa criminal bajo la protección del Estado”, dijo Juan Luis Insulza, vicepresidente de Connecting Roots.
Personas extranjeras recibían o comercializaban a los niños, según la organización. En la mayoría de los casos, las familias adoptivas también fueron engañadas sobre el origen ilegal de los bebés.
Conectando familias
Connecting Roots nació cuando el bombero Tyler Graf conoció a Insulza, su amigo chileno, durante un entrenamiento en Houston. Graf sabía que era adoptado y que su familia era chilena. Con la ayuda de Insulza, comenzó a investigar y buscar a su familia en Chile.
Tuvieron que pasar 11 años para que Graf encontrara a su madre, según Axios.
Luego se enteraron de que a la madre biológica de Graf le dijeron que su hijo había nacido muerto en el hospital.
La verdad «era mucho más siniestra de lo que nos habían dicho», dijo Graf, añadiendo que la versión oficial era que la familia de su madre era demasiado pobre para mantenerlo.
Pronto, surgieron decenas de nuevos casos similares y otras personas ayudaron a facilitar la realización de pruebas de ADN y a obtener más información.
La organización ha recaudado fondos para ayudar a conectar a 36 familias hasta la fecha. Anualmente organizan viajes para que las personas adoptadas puedan conocer a sus familiares en Chile.
Graf dijo que si bien la organización intenta ofrecer apoyo emocional, “nada puede prepararte” para un momento tan poderoso como cruzar esta puerta y que esa familia te abrace.
Con información de The Associated Press.
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