El céntrico Paseo de la Reforma de la capital mexicana se ha convertido en un espacio para el reencuentro de los fotógrafos que reivindican su labor retratando la solidaridad ciudadana desatada tras el letal terremoto del 19 de septiembre del año pasado.
Cuarenta fotografías de gran tamaño instaladas hoy al aire libre por la agencia fotográfica Cuartoscuro, permiten a los transeúntes de la principal arteria de Ciudad de México rememorar la mezcla de angustia y esperanza que imperó durante las labores de rescate posteriores al sismo.
«19/S. El día que nos reencontramos» es uno de los homenajes que está proliferando estos días cuando se va a cumplir el primer año del temblor que provocó la muerte de 369 personas en Ciudad de México, el Estado de México, Morelos, Puebla, Guerrero y Oaxaca, y numerosos daños en edificios y patrimonio.
Mientras las autoridades tardaban en reaccionar, fueron los ciudadanos quienes se organizaron para retirar escombros a contrarreloj. Y allí estaban los fotoperiodistas para dejar constancia de ello.
«La idea de reencontrarnos a un año de distancia es encontrarnos con estas muestras de solidaridad», explica a Efe el director de Cuartoscuro, Pedro Valtierra, quien sostiene que «la foto es un testimonio muy preciso, muy claro de esta solidaridad y de este apoyo».
Este experimentado fotógrafo todavía está sorprendido ante las demandas de algunos ciudadanos y policías que durante esos días pedían no retratar lo sucedido por «respeto a las víctimas».
Considera que eso es un intento «lamentable» de «intentar censurar el periodismo» para «no dejar rastro de la desgracia».
«Yo sí creo que hay que retratar todo como muestra de solidaridad; el periodismo más allá de la información es solidaridad», responde contundente Valtierra.
A un año del sismo, el fotoperiodista Galo Cañas, de 20 años, cuenta a Efe que todavía sigue «emocionalmente en shock» cuando ve las fotografías que tomó esos días o cuando pasa por calles que fotografió durante jornadas interminables y donde ahora solo quedan solares vacíos.
La fotografía de Cañas presente en la exposición muestra, precisamente, un edificio en ruinas del centro de la capital de donde un grupo de ciudadanos organizados consiguió rescatar en vida a una persona atrapada.
Recuerda que estuvo en ese edifico desde las 5 de la mañana del 20 de septiembre. Pasaron las horas y, de repente, los voluntarios levantaron las manos pidiendo silencio porque habían encontrado algo. «Por desgracia, salieron dos cadáveres», explica.
Al cabo de unas horas, todo cambió: «El silencio era completo pero ya no era de desaire, sino de esperanza. Estaban transportando a una persona viva».
Cañas tuvo muy claro cuál era su papel de fotógrafo desde el primer minuto tras el temblor de magnitud 7,1. «Saqué mi cámara y empecé a retratar a la gente sin haber vislumbrado la magnitud» de lo sucedido, expuso. Solo paró para recibir una llamada de su madre.
Como él, muchos otros fotógrafos actuaron así en las primeras horas de tragedia, que resultaron clave dado que mientras pasaban los días, las autoridades incrementaban las dificultades de los periodistas para acceder a zonas dañadas.
«Consideraban que obstaculizábamos el trabajo. A consideración mía, era una labor que teníamos que hacer», recuerda Cañas, quien sostiene que «como fotoperiodista no te puedes quedar con un ‘No'».
Y es que para todos los fotógrafos que se lanzaron a las calles esos días no cabe la menor duda, de que la mejor manera de ayudar era, precisamente, fotografiar.
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