El enviado especial de la Organización Mundial de la Salud para la COVID-19 ha instado a los líderes mundiales a que dejen de utilizar los encierros como principal método de control contra la propagación del virus del Partido Comunista Chino (PCCh), comúnmente conocido como el nuevo coronavirus.
«En la Organización Mundial de la Salud no abogamos por los encierros como principal método de control de este virus», dijo David Nabarro a The Spectator en una entrevista emitida el 8 de octubre. «El único momento en el que creemos que un encierro está justificado es para ganar tiempo para reorganizar, reagrupar, reequilibrar sus recursos, proteger a sus trabajadores de la salud que están agotados, pero en general, preferimos no hacerlo».
Nabarro señaló los daños colaterales que los cierres están teniendo en todo el mundo, especialmente entre las poblaciones más pobres.
«Basta con mirar lo que le ha ocurrido a la industria del turismo, por ejemplo en el Caribe o en el Pacífico, porque la gente no está yendo de vacaciones. Miren lo que le ha sucedido a los pequeños agricultores de todo el mundo debido a que sus mercados se han visto afectados. Miren lo que está sucediendo con los niveles de pobreza. Parece que la pobreza mundial podría duplicarse el año que viene. Parece que la desnutrición infantil se podría duplicar porque los niños no reciben comida en la escuela y sus padres, en las familias pobres, no pueden permitírselo», dijo Nabarro.
«Esta es una terrible y espantosa catástrofe mundial en realidad», añadió. «Y por eso hacemos un llamamiento a todos los líderes mundiales: dejen de usar el cierre como su principal método de control, desarrollen mejores sistemas para hacerlo, trabajen juntos y aprendan unos de otros, pero recuerden que los encierros solo tienen una consecuencia que nunca jamás deben menospreciar, y es hacer que la gente pobre sea mucho más pobre».
Nabarro no es el único científico que se opone a los cierres. Más de 25,000 científicos médicos o de salud pública y profesionales de la medicina han firmado la Declaración De Great Barrington, en la que se afirma que «las políticas de lockdown actuales están produciendo efectos devastadores en la salud publica a corto y largo plazo».
«La manera más humana de abordarlo, midiendo los riesgos y los beneficios de alcanzar la inmunidad de rebaño, es la de permitirle a aquellos que están bajo un mínimo riesgo de morir, vivir sus vidas con normalidad para alcanzar la inmunidad al virus a través de la infección natural, mientras se protege mejor a aquellos que se encuentran en mayor riesgo», dice la declaración.
Con pocas excepciones, los líderes mundiales siguieron los pasos del régimen comunista chino al responder al brote del virus, imponiendo cierres sin precedentes. Suecia, que no impuso un cierre, no experimentó un resultado adverso en comparación con algunos lugares y naciones que sí lo hicieron.
En Estados Unidos, el presidente Donald Trump delegó las decisiones sobre las medidas de cierre en los gobernadores de los distintos estados. Al final, todos los estados, excepto un puñado, promulgaron algún tipo de medidas de cierre.
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