Mientras los espectadores celebran los triunfos en las medallas, las mejores marcas personales y los récords olímpicos, los Juegos Olímpicos de París 2024 no están exentos de polémica, incluida una en la que están implicados sólo dos de los más de 11,000 atletas participantes.
Las boxeadoras Imane Khelif y Lin Yu-Ting se vieron envueltas en una disputa entre Rusia y Occidente por el control de este deporte, en la que se plantearon cuestiones sobre su género y elegibilidad.
En 2019, el Comité Olímpico Internacional (COI) suspendió a la Asociación Internacional de Boxeo (IBA) en un intento de obligarla a cambiar sus operaciones debido a la preocupación por la mala gestión financiera y los problemas de liderazgo.
Al no ser así, votó 69-1 (con 10 abstenciones) para dejar de reconocer a la IBA como organismo rector del boxeo amateur.
En respuesta, la IBA acusó al COI de cometer un «tremendo error».
Problemas con las pruebas de género
Mientras tanto, en 2022, la boxeadora argelina Khelif fue descalificada tres días después de ganar un combate en los primeros asaltos contra Azalia Amineva, una boxeadora rusa con un récord invicto hasta entonces.
La descalificación mantuvo intacta la imbatibilidad de Amineva.
La IBA declaró que Khelif y la taiwanesa Lin no habían cumplido «los criterios de elegibilidad necesarios» y que fue descubierto que tenían «ventajas competitivas sobre otras competidoras mujeres» tras no superar unas pruebas de elegibilidad no especificadas. Ambas boxeadoras compitieron en torneos de la IBA durante años antes de su abrupta descalificación.
A pesar de no tener ningún prestigio reconocido en este deporte —y desde luego no a nivel olímpico—, la IBA puso de relieve el asunto cuando ambas boxeadoras compitieron en París este año.
Además, anunció que ofrecería premios en efectivo por un total de 3.1 millones de dólares a los ganadores de medallas en los Juegos de París, a pesar de que la mayoría de las federaciones nacionales de boxeo ya no son miembros.
También ofreció darle 50,000 dólares a Angela Carini, la boxeadora italiana que abandonó su pelea con Kehlif, junto con 25,000 dólares a cada uno de sus entrenadores y a la federación nacional de boxeo de Italia, que rechazó lo que llama la «oferta hipotética».
Cualquier intento para que la IBA explicara la naturaleza de sus pruebas de elegibilidad se topó con la ofuscación.
El director general de la asociación, Chris Roberts, declaró que se encontraron cromosomas XY masculinos en «ambos casos», pero que había «diferentes vertientes implicadas en ello» y que, por tanto, la IBA no se referiría a los luchadores como «biológicamente masculinos».
Problemas en época olímpica
El COI planteó dudas sobre la exactitud de las pruebas.
«No sabemos cuál era el protocolo, no sabemos si la prueba era exacta, no sabemos si debemos creerla», declaró su portavoz, Mark Adams.
Mientras tanto, el boxeo olímpico es gestionado directamente por una administración del COI, que decidió no establecer normas de elegibilidad de género para ningún deporte tras emprender una revisión de dos años sobre el tema.
En su lugar, otorgó la autoridad de decisión a los órganos rectores de cada deporte. Como resultado, la natación, el atletismo y el ciclismo pasaron a desarrollar sus propias políticas de género.
En líneas generales, prohíben a cualquier persona que haya pasado por la pubertad masculina competir como mujer a nivel internacional.
Al no haberse reconocido todavía ningún sustituto de la IBA, las boxeadoras sólo tienen que ajustarse a la amplia declaración de principios del COI.
En ella se afirma que «ningún atleta debe ser impedido de competir o excluido de la competición por el motivo exclusivo de una ventaja competitiva injusta no verificada, supuesta o percibida debido a sus variaciones de sexo, apariencia física y/o condición de transgénero».
Así pues, entre las pruebas no especificadas de la IBA y la falta de una política real por parte del COI, Khelif y Lin se quedan sin ninguna forma de hacer valer su derecho a competir, y a sus oponentes se les niega un estándar con el que se pueda evaluar su participación.
Años de agitación en la cima del boxeo mundial
La retirada del reconocimiento de la IBA por parte del COI no fue más que la culminación de una larga serie de acontecimientos en los que se vio implicado el organismo rector del boxeo.
En 2016 —los últimos Juegos Olímpicos en los que la IBA tuvo carácter oficial—, el boxeador irlandés Michael Conlan la acusó de corrupción tras perder una sentencia contra un ruso.
La IBA suspendió a todos los árbitros y jueces implicados en el torneo olímpico y admitió que algunas decisiones «no estaban al nivel esperado», pero los resultados se mantuvieron.
El expresidente Ching-kuo Wu dirigió la IBA durante 11 años antes de ser suspendido provisionalmente en octubre de 2017, y luego sancionado con una suspensión de por vida —junto con el exdirector ejecutivo Ho Kim— después de que un informe documentara una supuesta «negligencia grave y mala gestión financiera de los asuntos y las finanzas».
En medio del caos, el personal se quedó encerrado en la sede de la organización. Preocupado por las luchas internas y la opacidad de las finanzas, el COI suspendió los pagos, lo que agravó la crisis financiera del grupo de boxeo.
Al año siguiente, la presidencia fue ganada por Gafur Rakhimov, a quien el Departamento del Tesoro de Estados Unidos describió como «uno de los principales criminales de Uzbekistán» por su presunta implicación en el tráfico de heroína. Rakhimov negó haber cometido delito alguno y prometió saldar las deudas de la organización.
Fue sustituido por Umar Kremlev, colaborador del presidente ruso Vladimir Putin.
Kremlev llegó al poder y ofreció saldar las deudas de 16 millones de dólares de la IBA si se mantenía el estatus olímpico del deporte.
Kremlev dirige la Federación Rusa de Boxeo desde 2017 e incorporó al gigante energético Gazprom, respaldado por el Estado ruso, como patrocinador principal.
Un intento de reemplazarlo por el presidente de la federación de boxeo holandesa, Boris Van Der Vorst, en 2022 fracasó después de que el retador fuera declarado inelegible.
Aunque el Tribunal de Arbitraje (TAS) Deportivo dictaminó que Van Der Vorst fue inhabilitado por error, los delegados de la IBA rechazaron la propuesta de celebrar una nueva elección.
El COI se declaró «extremadamente preocupado» por ese resultado, mientras que Van Der Vorst dijo temer por el futuro del boxeo como deporte olímpico.
Acusaciones de amenazas
Después, en 2023, se celebraron los Campeonatos Mundiales bajo los auspicios de la IBA.
Un total de 19 países, entre ellos Reino Unido y Estados Unidos, boicotearon los eventos después de que la IBA permitiera a los boxeadores rusos y bielorrusos competir bajo las banderas de sus países, contraviniendo las directrices del COI tras la invasión de Ucrania.
Eso provocó una airada respuesta de Kremlev, que dijo que los países que boicoteaban los campeonatos eran «peores que las hienas y los chacales».
El COI también le acusó de utilizar un «lenguaje violento y amenazador» contra varios de sus funcionarios durante el Foro Continental de la Confederación Americana de Boxeo celebrado en Brasilia ese mismo año.
En respuesta, el COI dijo que el lenguaje despectivo contra la organización del COI y sus empleados por parte de los dirigentes de la IBA era «simplemente inaceptable».
«Hacer acusaciones contra ellos de que están ‘encubriendo delitos’ es altamente difamatorio», dijo el COI en un comunicado.
«Además, pedir que se ‘fusile’ a una persona anteriormente vinculada al COI es un lenguaje que no tiene cabida en el deporte ni en ningún debate civilizado normal», añadió el comunicado.
Alrededor de tres docenas de federaciones abandonaron la IBA en los dos últimos años para formar World Boxing, un nuevo organismo rector que espera sustituir a la IBA en el próximo ciclo olímpico.
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