El ex presidente de Estados Unidos George H. W. Bush (padre) desempeñó un papel de apoyo al régimen comunista chino después de la masacre de la Plaza Tiananmen en junio de 1989. La masacre provocó una protesta internacional y Estados Unidos aprobó sanciones económicas contra China. Sin embargo, Bush envió una delegación secreta a China con el objetivo de normalizar las relaciones entre Washington y Beijing.
Bush, de 94 años, falleció el 30 de noviembre tras varios años de mala salud. La Voz de América informó que los medios de comunicación chinos expresaron su afecto por el 41º presidente de Estados Unidos y lo llamaron “un viejo amigo del pueblo chino”.
La sangrienta represión contra los estudiantes chinos que se manifestaron el 4 de junio de 1989 a favor de la democracia sigue siendo uno de los tabúes políticos más censurados en la China actual. El número de víctimas nunca se reveló por completo, aunque las estimaciones de los grupos de derechos humanos y los testigos oculares oscilan entre los cientos y varios miles. Decenas de miles más fueron arrestados y encarcelados.
Después de la espantosa masacre, las comunidades internacionales aplicaron sanciones contra China. El 28 de junio de 1989, Washington aprobó duras sanciones económicas contra China y suspendió las conversaciones y los fondos para el comercio y prohibió el envío de equipos policiales, informó en junio de 2011, Politico, un medio periodístico político estadounidense.
Sin embargo, menos de un mes después de la sangrienta represión contra los manifestantes estudiantiles, Bush envió una misión secreta a China. Al entonces asesor de Seguridad Nacional Brent Scowcroft y al subsecretario de Estado Lawrence S. Eagleburger los despachó a Beijing durante el fin de semana del 4 de julio de 1989, reportó The Washington Post en diciembre de 1989.
Bush justificó su misión secreta diciendo que China “es más de mil millones de personas”. “Tienen una posición estratégica en el mundo que es importante para nosotros… No quiero aislar al pueblo chino”, informó The New York Times en diciembre de 1989. El “pueblo” que mencionaba el expresidente Bush se refería al Estado o a los líderes comunistas de Beijing, señaló el informe periodístico.
El informe destacó que la misión de Bush en China tenía que ver más con intereses estratégicos: debido a que traicionó a los valores estadounidenses y occidentales, y además de traicionar a los estudiantes manifestantes que sacrificaron sus vidas por la libertad y la democracia.
Medios de comunicación de Hong Kong como Apple Daily, informaron que Bush no entendía la naturaleza tiránica del Partido Comunista Chino en la política contemporánea y que, por lo tanto, concedía gran importancia a las relaciones personales con altos funcionarios del Partido, especialmente con su exlíder Deng Xiaoping. Bush visitaba China casi cada año después de dejar el cargo en 1993, y cuatro veces en 1996, señaló el informe.
Sheng Xue, activista canadiense por la democracia, comentó en un seminario en Nueva York en 2009: “Estados Unidos ayudó al PCCh a superar el dilema después de la masacre de Tiananmen”, informó Radio France Internationale (RFI) en idioma chino en mayo de 2011.
Sheng dijo que la actitud de la administración Bush de alguna manera apoyaba la política de doble enfoque del exlíder del PCCh Deng Xiaoping -reformas económicas y represión política- después de la masacre del 4 de junio.
El informe de RFI menciona a la “Diplomacia del décimo” -escrito por Qian Qichen, exministro de Asuntos Exteriores del PCCh- y que Deng le dijo al asesor Scowcroft durante su visita a China que el PCCh había estado luchando durante 25 años y que no tenía miedo de nadie. Deng le comunicó que dado que Washington era responsable de las sanciones económicas contra China, también podría eliminar las sanciones dependiendo de sus “palabras y hechos”.
Cuando Scowcroft regresó a Estados Unidos, Bush escribió una carta agradeciendo a Deng por recibir a su delegación y le describió cómo Estados Unidos y Japón eliminaron las palabras que condenaban a China del comunicado en la cumbre del G-7. Pero Deng no estaba satisfecho. En agosto, le respondió a Bush diciendo que Estados Unidos era el responsable del levantamiento de las sanciones.
Al enviar una misión secreta a China, Bush solo quería mantener vínculos estratégicos entre Washington y Beijing, y por eso hizo la vista gorda ante las violaciones de los derechos humanos. La misión además ignoró la tiranía del régimen chino y la opresión de su propio pueblo, y traicionó la libertad y la democracia, valores por los que los manifestantes estudiantiles defendieron y arriesgaron sus vidas en la Plaza Tiananmen en junio de 1989.
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