El partido gobernante en Georgia, Sueño Georgiano (SG), logró hoy sábado sacar adelante la elección como presidente del prorruso Mijaíl Kavelashvili en una votación sin sufragio universal que fue boicoteada por la oposición, que volvió a salir a la calle.
La presidenta saliente, la europeista Salomé Zurabishvili, se niega a abandonar el cargo, ya que no reconoce la legitimidad del Parlamento que salió de las elecciones legislativas de octubre.
«Justo dentro de dos semanas tendrá lugar la investidura del nuevo presidente. Zurabishvili tendrá que abandonar el cargo», aseguró seguidamente Irakli Kobajidze, primer ministro georgiano, en rueda de prensa.
El líder oficialista, enfrentado a la Unión Europea (UE) y a Estados Unidos, se mostró convencido de que la elección de Kavelashvili contribuirá al reforzamiento de la soberanía georgiana y a reducir el radicalismo y la polarización de la sociedad, aunque la oposición siguió protestando en el centro de Tiflis.
Un prorruso, sexto presidente georgiano
El Gobierno modificó el mecanismo de elección -un colegio electoral elige al jefe del Estado-, aprovechando la conversión de Georgia en una república parlamentaria con un presidente con poderes exclusivamente representativos.
Un total de 300 delegados fueron convocados a la votación en el Parlamento, entre diputados nacionales, autonómicos -de Abjasia y Adzharia- y municipales. Kavelashvili, el único candidato en discordia, logró 224 votos.
Kavelashvili, un diputado nacido en 1971, más conocido por su brillante carrera como futbolista que le llevó a militar incluso en el Manchester City, se convirtió así en el sexto presidente de la historia de la república caucásica desde su independencia de la Unión Soviética en 1991.
De los cinco anteriores presidentes, tres tuvieron un destino trágico, ya que el primero, Zviad Gamsajurdia, se suicidó; el segundo, Eduard Shevardnadze, fue derrocado por su ministro de Justicia, Mijaíl Saakashvili, que cumple ahora seis años de cárcel.
Además, los tres últimos presidentes consideraron ilegítima la elección de Kavelashvili, al que además ven como alguien cercano al hombre fuerte del país, Bidzina Ivanishvili, que en los últimos dos años ha dado un claro giro hacia Moscú.
La oposición no baja los brazos
La oposición no cambió de táctica. Los activistas, que se manifiestan diariamente en Tiflis desde que el 28 de noviembre el Gobierno congelara las negociaciones de ingreso en la Unión Europea, se concentraron desde primeras horas de la mañana frente a la sede del Parlamento pese a que los termómetros marcaban varios grados bajo cero.
«Esclavos» y «Rusos» son algunos de los eslóganes que corearon los activistas, que consideran un «insulto» que el nuevo jefe de Estado no tenga estudios superiores.
Para prevenir incidentes, la policía cerró las calles adyacentes por donde los diputados acceden al Legislativo e instalado camiones con cañones de agua.
Mientras, Zurabishvili, que pasó andando junto a los manifestantes en su camino a su residencia, se mantiene en sus trece. Se niega a abandonar la Presidencial, tachó de «parodia anticonstitucional» la votación y llamó a continuar las protestas.
«Nadie ha elegido a nadie. No ha pasado nada», dijo dirigiéndose a los opositores que se acercaron a su oficina, al tiempo que acusó a SG de destruir el sueño europeo de los georgianos y convertir el país en un «régimen autoritario».
La oposición mantiene su demanda de convocar nuevas elecciones como única vía de salida a la crisis, algo en lo que le apoya Bruselas.
Además, descartó una posible revolución popular al estilo del Maidán ucraniano, aduciendo que las autoridades han logrado neutralizar a los activistas opositores más radicales y recordó que 1.2 millones de personas votaron a SG en los comicios parlamentarios de octubre.
«Cuatro partidos y las ONGs más ricas no pueden congregar ni siquiera 2000 personas. Esa es su situación real (…) En Georgia el Maidán ha fracasado y nunca prosperará», dijo.
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