El reciente recrudecimiento de las hostilidades entre Israel y Hamás, designada como organización terrorista por Estados Unidos, plantea un importante desafío a las aspiraciones estadounidenses de paz en el amplio Medio Oriente.
El 20 de octubre, el presidente Joe Biden atribuyó los ataques de Hamás contra Israel al deseo del grupo de obstaculizar los lazos emergentes entre Israel y Arabia Saudí. Biden ha facilitado activamente las conversaciones entre Jerusalén y Riad, sobre todo anunciando un plan de colaboración para corredores marítimos durante la cumbre del G20 celebrada en septiembre en la India.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, elogió al presidente Biden afirmando: «Creo que bajo su liderazgo, señor presidente, podemos forjar una paz histórica entre Israel y Arabia Saudí».
Un posible acuerdo de paz entre Arabia Saudí e Israel representaría un hito diplomático, que podría allanar el camino para que otras naciones árabes reconocieran oficialmente a Israel. Sin embargo, el ataque múltiple de Hamás contra territorio israelí cerca de Gaza el 7 de octubre ha comprometido seriamente este progreso diplomático.
En respuesta a los ataques, Netanyahu declaró el «estado de guerra», prometiendo «atacar todas las posiciones de Hamás» y afirmando: «Convertiremos Gaza en una isla desierta». En consecuencia, Arabia Saudí ha puesto en suspenso, según se informa, sus aperturas diplomáticas hacia Israel, poniendo en duda la viabilidad de la hoja de ruta para la paz cuidadosamente orquestada por Estados Unidos.
La evolución de la relación entre Israel y los árabes: De la hostilidad a la reconciliación
Israel se ha enfrentado a la oposición de sus vecinos árabes desde su creación el 15 de mayo de 1948. Un día después de su fundación, Israel fue invadido por una coalición de países, entre los que se encontraban Egipto, Siria, Irak, Líbano y Jordania, así como milicias palestinas. A pesar de estas hostilidades, Israel sobrevivió, aunque a costa de casi el 1% de su población.
Entre 1948 y 1982 Israel y varios Estados árabes se vieron envueltos en cinco grandes conflictos, siendo la Guerra del Yom Kippur de 1973 el más significativo. Encabezados por Egipto, Siria y Jordania, los ataques contra Israel fueron finalmente repelidos por las fuerzas israelíes.
Los Acuerdos de Camp David, con la mediación del entonces presidente estadounidense Jimmy Carter, marcan el acuerdo de paz más exitoso entre Israel y una nación árabe —Egipto— hasta el día de hoy. Después de Egipto, la siguiente nación en abandonar la coalición antiisraelí fue Jordania. En un principio, Jordania proporcionó refugio a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), pero posteriormente la expulsó debido a sus actividades subversivas destinadas a derrocar a la dinastía hachemí. Desde entonces, las relaciones entre Jordania e Israel se han calentado considerablemente.
Estados Unidos encabeza iniciativas de paz más amplias en Medio Oriente
Desde que reconoció a Israel tras su creación en 1948, Estados Unidos ha desempeñado un papel decisivo en el fomento de la paz entre Israel y los países árabes. El 15 de septiembre de 2020, bajo la presidencia de Donald Trump, se alcanzó un hito con la firma de los Acuerdos de Abraham entre Israel, los Emiratos Árabes Unidos y Bahréin. El histórico acuerdo rejuveneció la normalización de las relaciones con Israel y reavivó las esperanzas de paz tras los Acuerdos de Camp David.
Los anuncios posteriores de Sudán y Marruecos de normalizar las relaciones con Israel en octubre y diciembre de 2020 subrayaron aún más un cambio de paradigma en Medio Oriente.
En marzo de 2022, Estados Unidos puso en marcha el Foro del Néguev, que incluye a Bahrein, Egipto, Israel, Marruecos, los EAU y Estados Unidos. El foro pretende fomentar la integración, la cooperación y el desarrollo regionales.
En julio de 2022, el presidente Biden visitó Arabia Saudí y propuso la normalización de los lazos entre Riad y Jerusalén. Este acuerdo histórico podría servir de catalizador para que otras naciones árabes reconsideraran su postura respecto a Israel. Como incentivo, Estados Unidos ofreció protección militar a Arabia Saudí, solidificando aún más su compromiso con el establecimiento de una paz más amplia en Medio Oriente.
Irán y Hamás: Obstáculos para la paz en el Medio Oriente
Sin embargo, no todas las partes están entusiasmadas con estos avances; en particular, Irán y Hamás han expresado su oposición.
David, un hombre de negocios israelí que prefirió permanecer en el anonimato, declaró a The Epoch Times: «Estados Unidos está facilitando una transformación, sobre todo en la relación entre Israel y Arabia Saudí. Irán ve la normalización de estas relaciones como una grave amenaza para sus intereses».
«Irán se sirve de múltiples grupos interpuestos para desestabilizar la región. Ya se trate de Hezbolá en Líbano, de las fuerzas houthi en Yemen o de las milicias respaldadas por Irán en Siria e Irak, todos ellos pretenden extender la influencia de Irán al tiempo que complican los esfuerzos de pacificación», añadió.
Los informes sugieren que funcionarios de seguridad iraníes participaron en la planificación del ataque sorpresa de Hamás contra Israel el 7 de octubre. La operación supuestamente recibió autorización durante una reunión celebrada en Beirut el 2 de octubre, en la que representantes de varios grupos respaldados por Irán, incluidos Hamás y Hezbolá, afinaron sus estrategias.
Desde agosto, oficiales del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán habrían colaborado con Hamás en la elaboración de estrategias para diversas operaciones militares, tanto terrestres como marítimas. Las reuniones en Beirut con múltiples grupos respaldados por Irán dilucidan aún más los esfuerzos coordinados para desestabilizar la región.
La ambigua postura de China preocupa a Israel y fractura las relaciones sino-israelíes
Tras el devastador ataque de Hamás, que se saldó con la pérdida de 1400 vidas israelíes y la toma de 200 rehenes, China se ha abstenido de condenar a Hamás. En su lugar, el Partido Comunista Chino (PCCh) criticó a Israel por lo que calificó de «represalias excesivas».
El 8 de octubre, Yuval Waks, un alto diplomático de la embajada israelí en Beijing, transmitió la expectativa de Israel de que China emitiera una «condena más enérgica» contra Hamás. El 12 de octubre, el Ministerio de Asuntos Exteriores israelí informó a Zhai Jun, enviado especial de China para asuntos de Medio Oriente, que la postura oficial de China se consideraba inadecuada y desdeñosa hacia el derecho de una nación a la autodefensa.
El 14 de octubre, el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, reiteró la acusación, afirmando que las acciones de Israel habían sobrepasado los límites de la autodefensa.
David, en declaraciones a The Epoch Times, reveló una frustración generalizada en Israel hacia China. El sentimiento antisemita parece haber ganado tracción en las redes sociales chinos. Por ejemplo, el videoblogger Su Lin comparó a Israel con los nazis y respaldó la opinión de que Hamás era «demasiado débil», comentarios que circulan aparentemente sin censura oficial.
A pesar de los esfuerzos de los israelíes por contrarrestar esa desinformación en las plataformas chinas, David comparó la lucha con «un vaso de agua intentando apagar un incendio forestal».
Según David, los recientes acontecimientos significan la crisis más grave en las relaciones entre China e Israel desde el establecimiento de lazos diplomáticos entre ambos países. Predice un cambio en la relación bilateral de cara al futuro.
Anders Corr, fundador de Corr Analytics, aconsejó a Israel que reconsiderara su percepción de China como amigo. Carl Schuster, exdirector de Operaciones del Mando Indo-Pacífico de Estados Unidos, señaló que el conflicto desvía la atención estadounidense de Asia-Pacífico, donde China pretende ampliar su influencia. Según Schuster, Beijing está aprovechando la cuestión palestina para distanciar a aliados clave de Estados Unidos, como Arabia Saudí y Egipto.
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