La «medicina china» es un término un poco erróneo.
Cuando comencé mis estudios de acupuntura, pensé que iba a aprender sobre medicina. En cambio, aprendimos sobre salud, al menos como base.
Aunque la medicina china tiene una sólida comprensión de la patología de la enfermedad y de las muchas vías para su tratamiento y cura, lo más importante es que tiene una profunda comprensión de lo que significa estar sano, no solo en el cuerpo, sino también en la mente y el espíritu.
Este enfoque de la salud parece estar tristemente ausente en el enfoque occidental. En la medicina occidental, la atención se centra en la enfermedad, y los estudiantes de medicina pasan muchos años en la escuela estudiando el cuerpo en un estado enfermo y las propias enfermedades.
Esta diferencia de enfoque también determina el enfoque de cada uno. Una trata al ser humano y la otra a la enfermedad.
Los médicos pueden estar interesados en la enfermedad, pero los pacientes no. A los pacientes les interesa cómo estar sanos para que la enfermedad nunca venga a visitarles. La medicina oriental siempre ha enseñado a las personas a llevar una vida sana, ante todo. Para lograrlo, hay algunas prácticas básicas que debemos conocer, comprender y, en última instancia, vivir si queremos tener éxito.
Ahora mismo, esta sabiduría parece ser más necesaria que nunca. La gente quiere estar capacitada para participar en su propia salud. La medicina china define claramente las necesidades esenciales del ser humano y sus relaciones (con la naturaleza, las estaciones y los alimentos) que deben ser navegadas adecuadamente para mantener la salud. Y conseguirlo depende de nosotros. A veces necesitamos orientación y apoyo, pero, en última instancia, somos responsables de nuestra propia salud y bienestar, y la medicina china puede empoderarnos en este viaje.
Sintonizar con las emociones
Desde el punto de vista oriental, somos más que nuestro cuerpo físico. Lo que sentimos y cómo procesamos esas emociones son esenciales para llevar una vida sana. Las emociones humanas son complejas, y nuestra medicina, debido a su énfasis en los fenómenos físicos cuantificables, no siempre reconoce la conexión entre nuestras emociones y la salud. (Afortunadamente, esto parece estar cambiando a medida que desentrañamos algunas de las consecuencias de la depresión, la ansiedad, la soledad y el estrés).
En la cultura occidental, tenemos tendencia a evitar los sentimientos desagradables, y en apariencia, eso es comprensible. ¿Quién quiere revolcarse en la pena, la ansiedad o el miedo? El objetivo es alcanzar la inteligencia emocional. Eso significa desarrollar una conciencia de que las situaciones de su vida evocarán respuestas emocionales (lo cual es normal), y luego tomar conciencia de la emoción provocada, reconocerla y tomarse el tiempo para trabajarla. Este sencillo proceso es la forma de empezar a ordenar nuestras emociones de forma saludable. Para ayudarle a procesar lo que siente, puede hablar con un amigo de confianza, escribir sobre ello en un diario o simplemente tomarse un tiempo para sentarse con ello. Tomarse este tiempo es algo que no solemos tener en cuenta, pero es una parte integral del mantenimiento de la salud.
Armonizar con la naturaleza
Vivir en armonía con la naturaleza puede parecer un concepto extraño en nuestra época de vida en interiores. La naturaleza se convirtió en un lugar al que «vamos» y no en algo de lo que formamos parte intrínsecamente. Pero no hace tanto tiempo, nuestros antepasados vivían en armonía con el mundo natural, y la vida fluía y refluye con el cambio de las estaciones. La medicina oriental surgió de esta interacción armoniosa entre los seres humanos y el mundo natural. Muchas de nuestras enfermedades modernas tienen su origen en nuestra constante exposición a sustancias no naturales y en la desconexión de la relajante belleza del mundo natural.
Parece de sentido común decirlo, pero a medida que cambian las temperaturas exteriores, los alimentos disponibles y la luz solar -junto con la actividad de todas las plantas y animales del mundo- también cambiarán los seres humanos.
La medicina oriental enseña que debemos adaptar nuestros hábitos alimenticios y comportamientos a este flujo de las estaciones.
La primavera significa un nuevo despertar, con plantas jóvenes que se elevan hacia el cielo. Las energías expansivas de la primavera hacen que sea el momento perfecto para adoptar nuevos hábitos y objetivos. Incluso sería prudente retrasar la fecha de inicio de sus propósitos de Año Nuevo hasta que cuente con la ayuda de la primavera. La primavera está asociada con el hígado y la ira, lo que hace que la primavera sea la mejor estación para tratar cualquier sentimiento de ira, resentimiento o frustración no resuelto. La primavera es el mejor momento para buscar el desarrollo y el crecimiento personal y hacer planes para el futuro. La cocina debe ser de menor duración y a mayor temperatura. El color asociado a la primavera y al hígado es el verde, por lo que comer alimentos verdes es lo más beneficioso en esta época del año.
El verano, asociado con el corazón y la alegría, es cuando las energías están en su punto álgido y es la mejor época del año para estar al aire libre y activo, disfrutando del sol. Levantarse más temprano y acostarse más tarde maximiza los beneficios de los nutritivos rayos del sol. Comer alimentos más ligeros y más crudos, como las ensaladas, nos permite beneficiarnos de sus efectos refrescantes, que son importantes en los meses más calurosos del año.
El cambio de hojas en otoño indica un giro hacia el interior y una desaceleración, preparándonos para el invierno. El otoño se asocia con los pulmones, y su energía es «dejar ir». El otoño es el mejor momento para terminar cualquier proyecto inacabado para dejar espacio a nuevas experiencias. Limpiar, reorganizar y donar son actividades perfectas para el otoño y nos ayudan a desprendernos de todo lo que ya no necesitamos.
El invierno está asociado a los riñones y representa nuestras energías más profundas y fundamentales. Es el momento de volverse menos activo y ser más reflexivo. El invierno es la estación del descanso, por lo que acostarse más temprano y levantarse más tarde ayuda a conservar la energía en estos meses fríos. Cocinar los alimentos durante más tiempo a fuego lento, como se hace con las sopas y los guisos, les confiere más propiedades caloríficas y nos protege del frío exterior.
Coma su medicina
Investigaciónes modernas demuestra que muchas enfermedades que atribuíamos a la genética se pueden prevenir en gran medida con la dieta y el estilo de vida. La enfermedad arterial coronaria (EAC), el ictus isquémico (un accidente cerebrovascular causado por la limitación del flujo sanguíneo a una arteria concreta del cerebro), la diabetes tipo 2 y muchos tipos de cáncer son algunas de las causas más frecuentes -y prevenibles- de morbilidad y mortalidad en todo el mundo.
Las investigaciones demuestran que la dieta mediterránea está asociada a un menor riesgo de cáncer, diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares. Un estudio del New England Journal of Medicine muestra que las personas que siguen la dieta mediterránea tienen un 30 por ciento menos de incidencia de eventos cardiovasculares que el grupo de control. La dieta mediterránea se refiere generalmente a una dieta con alto contenido en fruta, frutos secos, semillas, verduras, legumbres y cereales, al tiempo que se limita la cantidad de carne y productos lácteos.
Otro ejemplo bien documentado de los cambios en el estilo de vida y la dieta que influyen en las tasas de enfermedad procede de Finlandia. En 1972, Finlandia tenía la tasa de mortalidad por ECV (enfermedades cardiovasculares) más alta del mundo. Las autoridades de ese país examinaron los factores ambientales e introdujeron cambios como el aumento de la disponibilidad de productos lácteos bajos en grasa, la promulgación de leyes antitabaco y la mejora de las comidas servidas en las escuelas. En cinco años se lograron avances significativos y, en 1992, las tasas de mortalidad por ECV de los hombres de 35 a 64 años habían descendido un 57 por ciento. Los datos más recientes muestran un descenso del 75 por ciento en la mortalidad por ECV.
El uso de los alimentos como medicina es uno de los pilares de la medicina oriental. Por ello, los chinos, a lo largo de muchos milenios, documentaron las propiedades curativas de los alimentos, atribuyendo también a muchos de ellos un carácter termal. Los médicos chinos conocían bien y enseñaban a sus pacientes las propiedades curativas de los alimentos que crecían en sus comunidades, y cómo podían utilizarse para curar enfermedades y fortificar el cuerpo contra la enfermedad. En la cultura china tradicional, comer «superalimentos» era una forma de vida.
Escuche a su cuerpo
Nuestro cuerpo habla un lenguaje que hemos ido olvidando. A menudo confundimos la sed con el hambre, la frustración con la fatiga y el estrés con la desnutrición. Las pistas que envía nuestro cuerpo son un sistema de transmisión de información que puede indicarnos lo que necesitamos y si algo va mal. El hambre, la fatiga, los músculos doloridos, las palmas de las manos sudorosas o los latidos del corazón acelerados son formas en que nuestro cuerpo se comunica con nosotros.
Algunas de estas comunicaciones se producen por debajo del nivel de nuestra conciencia, pero otras no. Las punzadas en el estómago nos indican que necesitamos comer, el cansancio nos hace saber que necesitamos descansar, y las palpitaciones y el sudor de las palmas de las manos pueden indicarnos que la persona que nos gusta está cerca. Si nos sentimos llenos de energía por el ejercicio y agotados por los dulces, estas son lecciones clave para dirigirnos hacia una vida mejor.
Cuando se trata de la salud, las señales que envía el cuerpo serán sutiles al principio, como un leve dolor de cabeza. Si no prestamos atención, pueden hacerse más fuertes y el dolor puede volverse intenso hasta que prestemos atención. Nuestro cuerpo siempre nos está hablando; nos corresponde escuchar.
La salud es una práctica diaria
En nuestra sociedad, muchos de nosotros hemos dejado de escuchar a nuestros cuerpos y se nos dice que debemos escuchar a los médicos en su lugar. Esto sugiere que no sabemos lo que necesitamos y que deberíamos dejar nuestras decisiones sobre la salud en manos de otra persona. Desde el punto de vista oriental, el médico trabaja con el paciente y confía en la sabiduría del cuerpo para ayudarle a sanar cuando lo necesite. Pero siempre se hace hincapié en llevar un estilo de vida saludable para evitar la enfermedad siempre que sea posible.
La medicina oriental nos enseña que la salud se consigue cuando el cuerpo, la mente y el espíritu se encuentran en un estado de armonía. El mantenimiento de este estado de armonía se consigue a través de la atención y el cuidado diario de uno mismo. Con esta atención constante a los detalles de nuestra vida, podemos hacer pequeños ajustes y corregir fácilmente cualquier cosa que pueda estar desviada. Estos retoques hacen innecesarios los ajustes más grandes y reducen drásticamente la posibilidad de una sorpresa desagradable. La práctica de mejorar paulatinamente nuestro estilo de vida diario es una de las formas más profundas de cuidar de nosotros mismos y asegurarnos de vivir una vida larga, sana y feliz.
Emma Suttie es médica acupuntora y fundadora de Chinese Medicine Living, un sitio web dedicado a compartir cómo utilizar la sabiduría tradicional para llevar un estilo de vida saludable en el mundo moderno. Es una amante del mundo natural, de las artes marciales y de una buena taza de té.
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