La «desigualdad» es el concepto que ha movilizado protestas en las capitales de Chile, Colombia y Ecuador para exigir «derechos sociales». Pero nada han dicho los manifestantes sobre la profunda desigualdad que se vive en Cuba, donde el sueldo mínimo mensual es equivalente a lo que en otros países piden como mínimo por hora. Tampoco sobre los privilegios de la clase política, cuyos herederos viven un lujo al que el pueblo no puede aspirar.
El último caso que llegó al ojo público fue el del hijo del recientemente nombrado primer ministro, Manuel Marrero, quien desde dirigia la cartera de turismo del régimen Castro. El sábado 21 de diciembre fue posicionado por Miguel Díaz-Canel, líder que no fue elegido por los cubanos, sino designado por Raúl Castro, quien heredó el poder de su hermano. Ese mismo fin de semana el hijo de Marrero viajó a EE.UU. en un avión privado donado por Hugo Chávez en el 2000.
Sin debate alguno, el partido único aprobó el nombramiento del nuevo primer ministro por unanimidad, por medio de los 594 diputados del Partido Comunista, reunidos en sesión plenaria. La importancia de este cargo es tal que es el mismo que ocupó Fidel Castro desde el inicio de la Revolución (1959) hasta 1976, año en el que entró en vigor la primera Constitución de la etapa socialista.
En lugar de «dar el ejemplo» y vivir «en igualdad» como miembro «del proletariado que supuestamente defiende el socialismo, el hijo del nuevo primer ministro viaja en aviones privados. Así, remarca las profundas desigualdades que hay en Cuba respecto al pueblo y la clase política, cuyos herederos viven como la realeza.
Aunque borró su perfil de Facebook y volvió privado su perfil de Instagram, fueron descargadas las imágenes donde aparece paseando en Orlando y viajando junto a su hermano en un avión privado de lujo.
Mientras el sueldo mínimo mensual en Cuba es de 400 pesos (16 dólares) y el salario promedio 1067 pesos (42 dólares), el hijo del primer ministro viaja en un avión valorado en cuatro millones de dólares. Cabe destacar que dichos sueldos son fruto de un aumento en julio de 2019, como medida para sopesar la falta de recursos petroleros recibidos de Venezuela.
Contrario a lo que comúnmente sostienen los defensores de la intervención estatal en la economía, igualdad no es sinónimo de bienestar, pues Venezuela y Cuba son los países con mayor igualdad en la región, y tienen la mayor cantidad de pobres. Pero son las que mayor desigualdad tienen entre los ciudadanos y la clase política.
Chile tiene la menor pobreza de la región, Venezuela la mayor igualdad
El índice de la pobreza en Venezuela ya llegó al 87 %. Sin embargo, la hija de Chávez tiene una fortuna que supera los cuatro mil millones de dólares, la mitad de lo que dejó Fidel Castro a sus herederos, nueve mil millones de dólares, según la revista Forbes.
En cambio en Chile, donde hace más de dos meses persisten las protestas que exigen «derechos sociales» en la Constitución, el sueldo mínimo es el más alto de Sudamérica, 399 dólares al mes, y menos del 8,6 % de la población vive en la pobreza.
Lo dijo Diosdado Cabello, líder del Partido Socialista Unido de Venezuela, lo exigido hoy por los chilenos es algo que «ya nos dio el presidente Hugo Chávez en Venezuela».
Creyendo disminuir la desigualdad, lo que logran es masificar la igualdad en cuanto al número de pobres y agrandar la brecha entre los más pobres y los más ricos, que son quienes están al mando del Estado.
En el caso de Cuba, por ejemplo, Díaz-Canel y la primera dama Lis Cuesta viajan en un avión con matrícula venezolana (YV-2053), que fue un regalo a los Castro de Chávez, mientras en Cuba a los opositores al régimen se les señala como «regulados» y se les impide salir del país en avión. Por lo cual más de dos millones han escapado del país, muchos de ellos en balsas.
La desigualdad contra la que dice luchar la izquierda hispanoamericana no aplica a sus líderes ni a sus herederos, pero sí se enfoca en empobrecer a las sociedades más prósperas de la región, para así lograr una sociedad «más igualitaria» entre sus ciudadanos y con mayor desigualdad respecto a la clase política.
Este artículo fue publicado originalmente en PanAm Post.
Los puntos de vista expresados en este artículo son las opiniones del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de La Gran Época.
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