Historia de la antigua China sobre las consecuencias de un deseo insaciable

Por The Epoch Times
24 de mayo de 2012 11:53 AM Actualizado: 25 de mayo de 2020 5:04 PM

Lu Qing fue un hombre que vivió durante la dinastía Ming (1368-1644). Era un mirón empedernido y a menudo solía regodearse con temas obscenos. Como resultado de sus deseos desviados, su familia vivió en la pobreza y sus dos hijos murieron cuando Lu tenía alrededor de treinta años.

Un día, Lu murió y fue al inframundo. Allí, vio a su abuelo, que se mostró muy enojado con él.

«Durante dos generaciones, nuestra familia ha acumulado virtud haciendo buenas obras y ayudando a otros. Tú deberías haber sido muy afortunado como resultado de esto. Sin embargo, tu lujuria insaciable creó tanto karma que agotó toda tu buena fortuna», dijo el abuelo. «Tenía miedo de que cometieras adulterio. Si lo hubieras hecho, la familia Lu habría estado completamente condenada. Así que rogué al dios del inframundo que te trajera aquí antes de tiempo para que veas qué castigos les esperan a aquellos involucrados en una mala conducta sexual».

«Me dijeron que si alguien tiene relaciones sexuales con las esposas de otros, entonces no tendría hijos propios», dijo Lu Qing. «No me atrevo a cometer adulterio, abuelo”.

Al escuchar esto, un guardia del inframundo intervino.

Una imagen ilustrativa del inframundo. (Dominio público/Wikimedia Commons)

«Interrumpir la línea familiar es el castigo más liviano que las personas obtienen por el adulterio», explicó. «De hecho, ser seducido por otro ya es suficiente como para justificar esa consecuencia. Si una persona repetidamente seduce a las esposas ajenas, o impide que nazcan los niños que deberían haber nacido como fruto de su matrimonio, o lo que es peor, mata al legítimo cónyuge de esa esposa, las consecuencias serán mucho más graves».

«Las leyes contra el adulterio en el mundo humano son demasiado indulgentes», continuó el guardia. «Las personas crean karma ni bien llegan a pensar sobre el adulterio. Incluso los dioses encargados de castigar a los adúlteros tienen problemas si no informan sobre los pensamientos descarriados de las personas y les asignan el castigo correspondiente. Pronto, vas a ver cómo se castiga a estos adúlteros».

Mientras el guardia hablaba, otros guardias trajeron docenas de adúlteros a la corte. Todos estaban encadenados y fueron obligados a arrodillarse.

El dios del inframundo comenzó a anunciar sus veredictos con severidad, uno por uno. El primer adúltero se convertiría en un mendigo mudo y mentalmente enfermo en su próxima vida. El segundo adúltero se reencarnaría en una prostituta que finalmente quedaría ciega. El tercero se convertiría en una vaca por dos vidas y el cuarto sería un cerdo durante diez vidas.

Mendigo mudo y mentalmente enfermo, como castigo por adúltero. Imagen ilustrativa. (Kasun Chamara/Pixabay)

Después que se leyeron todos los veredictos, los guardias condujeron a los adúlteros a través del camino para reencarnar en su próxima vida. Lu Qing estaba horrorizado con esta escena.

«Eso ni siquiera es lo peor de todo», dijo el guardia. «Pero espero que ahora entiendas. Tú no debes perseguir los breves momentos de placer; esto te arruinará a lo largo de tus vidas venideras. Evita la lujuria como evitarías flechas disparadas contra ti. Debes escribir todo lo que has visto aquí de manera de que puedas advertir al resto de la gente».

Y eso es exactamente lo que hizo Lu Qing; él milagrosamente revivió y poco después escribió “Viaje al Inframundo”. Se publicaron diez mil copias del libro, con el fin de advertir sobre los peligros de la lujuria.

Cuando tenía cuarenta años de edad, Lu fue recompensado con dos hijos. Además su familia volvió a ser rica.

Lu Qing finalmente decidió recluirse del mundo humano ordinario y se fue al mar del sur de China para convertirse en monje.

Fuente: Minghui.org


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