En medio de las adversidades que trajo el tsunami en Indonesia Bapu Suwarna decidió hacer todo lo posible para recuperar a su familia sin perder la fe.
Bapu estaba trabajando el día que se produjo el siniestro, que dejó hasta el momento 429 muertos, al menos 154 personas desaparecidas y unos 1500 heridos.
Tras finalizar una reunión en un hotel de la provincia de Banten, se enteró de lo que ocurría en las costas de Sunda, entre las islas de Java y Sumatra.
En ese momento Suwarna divisó a lo lejos cómo las olas inundaban por completo su hogar. Allí vivía junto su esposa y sus tres hijos de 18, 14 y 4 años.
«Cuando salí, vi a gente huyendo de las olas cerca de la piscina y del comedor […] Vi que mi cabaña estaba oscura e inundada por las olas. Me sentía débil», aseveró, de acuerdo con su testimonio a CNN.
A pesar de lo trágico de la situación, Suwarna no se dio por vencido, y con el agua llegándole al pecho, emprendió el regreso a su casa.
Al llegar a su vivienda, vio que estaba inundada en su totalidad, pero el hombre escuchó los gritos de uno de sus hijos: «¡Papá, papá, papá!».
Por fortuna para Bapu Suwarna, pudo hallar a toda su familia a salvo en uno de los ambientes de su hogar.
En otras partes de Indonesia la tragedia sería mucho peor.
Según Hendra Sudirman, jefe de la agencia de búsqueda y rescate de Yakarta, los rescatistas encontraron hasta ahora 34 cadáveres en el complejo turístico Mutiara Carita, en la costa de Java, donde se celebró la reunión de trabajo de Bapu.
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