WASHINGTON— La Tierra es un mundo oceánico, en el que el agua cubre aproximadamente el 71 por ciento de su superficie. Venus, es nuestro vecino planetario más cercano y a veces se le llama gemelo de la Tierra por su tamaño similar y su composición rocosa. Aunque hoy su superficie está totalmente calcinada y estéril, ¿podría Venus haber estado cubierto de océanos?
La respuesta es no, según una nueva investigación que dedujo el contenido de agua del interior del planeta —un indicador clave para saber si Venus tuvo o no océanos— a partir de la composición química de su atmósfera. Los investigadores llegaron a la conclusión de que el planeta tiene actualmente un interior sustancialmente seco que concuerda con la idea de que Venus quedó seco tras una época temprana de su historia en la que su superficie estaba formada por roca fundida —magma— y desde entonces tiene una superficie árida.
El agua se considera un ingrediente indispensable para la vida, por lo que las conclusiones del estudio sugieren que Venus nunca fue habitable. Los resultados no apoyan una hipótesis anterior según la cual Venus podría tener una reserva de agua bajo su superficie, vestigio de un océano perdido.
El vulcanismo, al inyectar gases en la atmósfera de un planeta, proporciona pistas sobre el interior de los planetas rocosos. A medida que el magma asciende desde una capa planetaria intermedia llamada manto hasta la superficie, libera gases procedentes de zonas más profundas del interior.
En la Tierra, los gases volcánicos contienen más de un 60 por ciento de vapor de agua, lo que indica que el interior es rico en agua. Los investigadores calcularon que los gases de las erupciones venusinas no superan el 6 por ciento de vapor de agua, lo que indica un interior seco.
Tereza Constantinou, estudiante de doctorado en el Instituto de Astronomía de la Universidad de Cambridge y autora principal del estudio publicado el lunes en la revista Nature Astronomy, afirma: «Sugerimos que un pasado habitable estaría asociado con un interior rico en agua y un pasado seco con un interior seco».
«La química atmosférica sugiere que las erupciones volcánicas en Venus liberan muy poca agua, lo que implica que el interior del planeta —la fuente del vulcanismo— es igualmente seco. Esto es coherente con que Venus haya tenido una superficie seca durante mucho tiempo y nunca haya sido habitable», añadió Constantinou.
Venus es el segundo planeta desde el Sol y la Tierra el tercero.
«Se propusieron dos historias muy diferentes del agua en Venus: una en la que Venus tuvo un clima templado durante miles de millones de años, con agua líquida en la superficie y otra en la que un Venus primitivo y caliente nunca pudo condensar agua líquida en la superficie», explicó Constantinou.
El diámetro de Venus, de unos 7500 millas, es solo un poco menor que las 7900 millas de la Tierra.
«Venus y la Tierra son a menudo llamados planetas hermanos debido a sus similitudes en masa, radio, densidad y distancia al Sol. Sin embargo, sus trayectorias evolutivas fueron radicalmente distintas», explica Constantinou.
«Venus presenta unas condiciones superficiales extremas en comparación con la Tierra, con una presión atmosférica 90 veces mayor, temperaturas superficiales que alcanzan los 869 °F y una atmósfera tóxica con nubes de ácido sulfúrico. Estos contrastes tan marcados subrayan los retos únicos que plantea comprender Venus como algo más que el equivalente de la Tierra», afirmó Constantinou.
La historia parece haber sido diferente en Marte, el cuarto planeta desde el Sol.
Las características de la superficie de Marte indican que tuvo un océano de agua líquida hace miles de millones de años. En Venus no se detectaron rasgos de este tipo. Según una investigación publicada en agosto basada en datos sísmicos obtenidos por el módulo de aterrizaje robótico InSight de la NASA, Marte podría albergar un gran depósito de agua líquida en las profundidades de su superficie, dentro de rocas ígneas fracturadas, con capacidad suficiente para llenar un océano que cubriría toda su superficie.
Aunque Venus se ha estudiado menos que Marte, se planean nuevas exploraciones. En la década de 2030, la misión DAVINCI de la NASA examinará Venus desde sus nubes hasta su superficie mediante sobrevuelos y el descenso de una sonda. También en la década de 2030, la misión orbital EnVision de la Agencia Espacial Europea llevará a cabo cartografías de radar y estudios atmosféricos.
«Venus es un laboratorio natural para estudiar cómo evoluciona la habitabilidad, o la falta de ella», afirma Constantinou.
Por Will Dunham
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