Lo único que Debbie Russel, una residente de LaPlace, Luisiana, recuerda del huracán Ida es el viento —»Era irreal».
«El viento fue tan fuerte», dijo Russel. «Nos metimos en el pasillo y rezamos. Yo tenía las manos sobre las orejas por el viento».
Con ráfagas de viento de 150 millas por horas (240 kilómetros por hora), la tormenta de categoría 4 tocó tierra el 29 de agosto, derribando árboles y postes, arrancando tejados de edificios, inundando sótanos y dejando a más de un millón de residentes de Luisiana sin electricidad, y a muchos sin agua.
El 31 de agosto, la tormenta pasó a ser una depresión tropical que se espera siga debilitándose a medida que se adentre en el país, según el Servicio Meteorológico Nacional.
Russel dijo que ninguno de sus vecinos tiene actualmente agua corriente, la cual se cortó debido a la acumulación de aguas residuales.
«Si pudiéramos recuperar el agua, sería una gran ayuda», dijo Russel a The Epoch Times.
Después de haber sido testigo de otros grandes huracanes en los últimos 25 años, Russel puede dar fe del poder del clima y del agua.
«El agua es muy poderosa. Puede arrasar con todo», dijo.
Al otro lado de la carretera, los trabajadores estaban cortando y retirando un árbol que atravesó el techo de otra vivienda. Los propietarios evacuaron y aún no han visto los daños de primera mano.
El huracán Ida es «el peor que he visto, peor que el Katrina, en cuanto a daños», dijo Ferrel Bailey, de 78 años, propietario de una tienda de camarones.
La tormenta dejó 18 pulgadas de agua en toda la tienda, que ahora no tiene electricidad.
«Pasé por [el huracán] Isaac —creo que fue en 2012— y tuve siete pulgadas de agua en mi casa», dijo Bailey a The Epoch Times. «La] casa era de dos pisos, así que viví arriba mientras la reconstruían».
«A mi no me preocupa. Soy demasiado mayor para preocuparme. Tengo un seguro».
Vista desde la autopista, la casa de Bailey tiene un agujero de 8 por 8 pies en el alero de la parte superior. No se sabrá el alcance total de los daños hasta que él la revise.
Según la Agencia Federal de Gestión de Emergencias (FEMA), se desplegaron unos 3600 empleados por los estados afectados por el huracán, incluidos Luisiana y Misisipi, para prestar la ayuda necesaria.
El 30 de agosto, la administradora de la FEMA, Deanne Criswell, se refirió a las peligrosas condiciones para quienes se encuentran en la trayectoria de la tormenta.
«El estado tiene refugios establecidos a nivel estatal en este momento. También estamos preparados para trasladar a la gente a hoteles, hasta que puedan volver a sus casas de forma segura o identificar otras soluciones a largo plazo», dijo Criswell en una declaración.
Los informes iniciales muestran edificios colapsados y daños estructurales importantes en muchas construcciones en toda Luisiana, agregó la administradora.
En Nueva Orleans, la alcaldesa LaToya Cantrell aconsejó a los residentes que no pudieron evacuar antes de la tormenta que se refugien en su lugar.
«Estamos viendo algunas barcazas y algunos barcos que pueden haberse desprendido y también estamos experimentando más de un millón de cortes de energía en este momento», dijo Criswell a continuación. «El estado tiene equipos de búsqueda y rescate en el lugar, ahora mismo en terreno o listos para salir a primera hora. Esto es importante. Hay daños importantes. Tenemos muchos recursos en el área para apoyar al estado y saldrán tan pronto como sea seguro hacerlo».
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, emitió una declaración de catástrofe grave para Luisiana que permitirá la recuperación local y los esfuerzos de limpieza y proporcionará financiación.
Celestino Greco, de Texas Tree Specialists, junto a su equipo de ocho personas condujeron desde Spring, Texas, para comenzar con las tareas de limpieza. Partieron la noche del 28 de agosto y permanecieron en la I-10 y en la autopista 12 la noche siguiente.
En la mañana del 30 de agosto, el equipo llegó a LaPlace y se puso a trabajar en las casas afectadas por los árboles caídos.
Greco dijo que el grupo espera estar ocupado durante al menos una semana.
Mientras tanto, la residente de LaPlace Gabby Dunn, de 31 años, dijo el 31 de agosto que está decidida a encontrar una manera de llegar a Texas, a pesar que su coche está sin gasolina.
Dunn dijo que planea quedarse con su hermano en Houston. El asiento trasero está lleno de sus pertenencias.
«Si tuviera el tanque lleno, ya me habría ido de aquí», dijo Dunn a The Epoch Times. «No tenemos nada que hacer aquí, así que vamos a intentarlo en otro sitio».
Al igual que sus vecinos, Dunn dijo que no hay agua en su casa y que podría pasar un mes antes que se restablezca el agua corriente y la electricidad.
«Ayer [30 de agosto] fue horrible. Hacía calor. Dormimos en el garaje», dijo Dunn, quien espera no volver a experimentar otro Ida, su primer gran huracán.
«El ruido», dijo. «Era como si alguien estuviera silbando».
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