La Bahía de Guanabara, cerca de Río de Janeiro, Brasil, se tiñó el fin de semana pasado de negro con un nuevo derrame de petróleo.
Entre el 7 y 8 de diciembre se vertieron en el río Estela que desagua en la Bahía, 60.000 litros de petróleo de un oleoducto de Petrobras, equivalentes a 377 barriles. La mancha de contaminación se extendió cuatro kilómetros e invadió preciados manglares.
“El petróleo penetró la foresta y podrá causar la muerte de los árboles y de la fauna asociada a ese importante ecosistema protegido por la ley”, alertó a través de Globo el biólogo Mário Moscatelli.
El especialista dijo que los bosques de manglares «son extremadamente importantes para mantener la biodiversidad”.
“En las próximas dos semanas conoceremos el alcance del daño a los árboles y la fauna que va a morir, especialmente crustáceos, que ahora se encuentran en su estación reproductiva”.
Además destacó que residentes de la zona se dieron cuenta del derrame el viernes, y se preguntó por qué los responsables del oleoducto habían tardado tanto tiempo en identificarlo y reaccionar.
Se anticipa que la contaminación también afecte las actividades económicas de la región.
El presidente de la Federación de Pescadores de Río de Janeiro, Luiz Cláudio Stabile, dijo a través de la Agencia Brasil que nadie quiere comprar pescado que pueda estar contaminado, lo que significa un impacto en las pesquerías, tanto hoy como en el futuro, ya que se compromete la conservación del medio ambiente que provee los recursos pesqueros, según el reporte de Tempo.
Transpetro, filial de Petrobras, dijo que el derrame fue producido por un intento de robo de un oleoducto de Petrobras en Magé, en la Baixada Fluminense. La empresa comunicó que dispuso a 350 hombres para contener la contaminación, y que el derrame no interrumpió las operaciones del oleoducto.
El 9 de diciembre las imágenes aéreas mostraban una gran mancha sobre el río Estela, después que solo el 50% pudo ser contenido. El lunes la contención de la contaminación ascendió a un 75%.
La compañía comunicó el 12 de diciembre que ese día concluíría «el trabajo de limpieza en la playa afectada por la fuga resultante del robo de petróleo ocurrido el sábado en oleoducto en el municipio de Magé, Río de Janeiro».
«Los equipos se concentran en la recogida de residuos oleosos en la orilla del río Estrela y las actividades de contingencia ocurren normalmente hoy, con el apoyo de los órganos de seguridad».
La bahía de Guanabara ha sido gravemente dañada por la contaminación de grandes derrames petrolíferos, el último de los cuales se produjo en el año 2000 cuando 1,3 millones de litros se vertieron de un oleoducto subterráneo de una refinería de Petrobras.
Comunidades afectadas por frecuentes derrames
Las consecuencias de los derrames de los oleoductos de petróleo en las comunidades sudamericanas que viven en torno a los ríos contaminados están reflejadas en el siguiente relato de una aldeana de Perú, el 5 de diciembre,
“Mis cosechas de papaya y cocona ya no son buenas. Los productos como el plátano y la yuca se quedan a medio crecer y mueren, desde la raíz se pudren. Así como mis sembríos mueren, quizá también morirán mis hijos sin conocer el desarrollo: el petróleo trae desarrollo a los gobiernos, no a las comunidades”, comentó Ermilda Tapuy, representante de la etnia kichwa de la cuenca del río Tigre, en la región Loreto de Perú, según la organización Acción Cultural Loyola.
Recientemente la ruptura de un oleoducto de petróleos de Nor Peruano derramó 8000 barriles de crudo en el amazonas, con “daño ecológico irreparable”, después que la contaminación llegó al río Mayoriaga, cuyas aguas desembocan en el río Morona, informó Ibfobae.
Tomando como ejemplo el caso peruano, un estudio de casi 400 comunidades de la Amazonia afectadas, desde 2014, por frecuentes derrames de petróleo padecen altos niveles de pobreza (del 45% al 59%) y desnutrición crónica, y falta de acceso a servicios de salud y educación.
Considerando los estándares internacionales, el 57% de las personas de estas comunidades tiene niveles superiores a lo permitido de plomo en la sangre.
Un 26% de adultos y un 22% de los niños presentan mercurio en la sangre en valores mayores al permitido,
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