Las vacaciones al exterior de los argentinos que pueden permitírselas se acaban de encarecer un 30 % más con la aprobación de la nueva ley de solidaridad social del Gobierno de Alberto Fernández y, con el verano a la vuelta de la esquina, quienes se marchan tienen que adaptarse mientras hacen las maletas.
La ley que se publicó en el Boletín Oficial esta semana cuenta con un tributo que grava al 30 % las compras en moneda extranjera, los pasajes de avión internacionales, así como la adquisición de divisas extranjeras, las cuales suelen usarse en los viajes al exterior y para ahorro, en un país donde la mayoría de la población guarda su dinero en dólares.
Este impuesto fue bautizado como «PAÍS» por el Gobierno, sigla que responde a «para una Argentina inclusiva y solidaria», y tiene una vigencia de cinco años.
División de opiniones en Argentina
El presidente de la consultora Singerman & Makon, Pablo Singerman, explicó en una entrevista con Efe que es un impuesto que «cae mal» principalmente entre las clases medias que son las que más viajan, pero que viene motivado por una situación económica «extremadamente crítica», ya que «no hay dólares» para cubrir la demanda de divisa extranjera de los argentinos.
Federico Freire es un joven afectado por el impuesto- suele viajar al exterior todos los años y piensa volver a hacerlo en unos seis meses- y considera que el impuesto hará que cueste «un poquito más» planear el viaje, dado que es «un gasto extra».
«Tenemos que ser un poco más solidarios con el resto de las clases», apostilló Freire en referencia a los argentinos con capacidad de viajar al exterior, ya que para él es el modo del que el país podrá «salir adelante».
Este es el mensaje enviado por Ejecutivo desde que el ministro de Economía, Martín Guzmán, anunció la ley que incluía este nuevo impuesto que pretende tener una función redistributiva: la recaudación del mismo se dividirá entre un 70 % que se destinará a financiar programas de seguridad social y un 30 % a obras y viviendas sociales.
«Es una estafa», opina por el contrario María Luján Nauri, una estudiante argentina, que subraya que «las clases medias» son siempre «las que pagan el pato» y que aseguró que no viajaría al extranjero en estos términos.
Ella precisamente experimentó en su bolsillo la última devaluación, cuando el pasado agosto se encontraba de viaje en Europa y el dólar se disparó por encima de los sesenta pesos.
Entonces gastó «el triple de lo que tenía pensado» con su tarjeta.
Sin embargo, Nauri valoró la resiliencia de los argentinos para adaptarse a los cambios económicos repentinos: «Estamos acostumbrados a que nos muevan el piso».
Un sector turístico en declive
El impuesto afecta a un sector que ya se encontraba en contracción desde las dos grandes devaluaciones ocurridas a partir de 2018, bajo la anterior presidencia de Mauricio Macri (2015-2019).
La devaluación supuso un impacto «mucho mayor» que este 30 %, destacó Singerman, ya que a principios de 2018, un dólar equivalía a unos 20 pesos, mientras que antes del impuesto valía 63 pesos.
Con el nuevo impuesto, conseguir un dólar en los canales oficiales pasó a costar prácticamente 82 pesos.
El economista vaticinó de igual manera un impacto negativo en un primer momento para el turismo argentino en el exterior.
De este impuesto solo escapará en el sector aéreo la estatal Aerolíneas Argentinas, lo que provocó malestar en su competencia.
Entre enero y octubre de 2019, casi tres millones y medio de argentinos viajó fuera del país, un descenso del 12,1 % respecto al mismo período de 2018, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
Según Singerman, los países limítrofes se verán más afectados en una primera fase, ya que son a los que viajan familias con menos recursos.
Tres de estos países son Brasil (351,000 turistas), Chile (291,300) y Uruguay (173,900), que se encontraron entre los destinos más demandados en los meses de verano (enero-febrero-marzo) de 2019, junto a Estados Unidos y Canadá (182,800 entre ambos países), de acuerdo a los datos del Indec.
Estos últimos dos países y Europa se verán afectados quizá en un primer momento, pero para Singerman, quienes viajan a estos destinos tienen ingresos suficientes para «absorber» el impuesto, por lo que es de esperar que se recuperen.
La ministra de Turismo uruguaya, Liliam Kechichian, manifestó la preocupación que despertaba la decisión del Gobierno argentino, que calificó de un «golpe muy negativo» para Uruguay.
El experto consideró también que el impuesto puede servir para revitalizar el turismo nacional, un sector en declive por la recesión que azota a Argentina desde 2018, y que se podría beneficiar siempre y cuando «no se suban los precios».
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