Alrededor del 7 por ciento de todos los adultos estadounidenses afirmaron haber sufrido COVID largo tras contraer COVID-19, según un informe publicado el martes por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de EE. UU.
Según el informe de los CDC, alrededor del 6.9% de los adultos estadounidenses afirmaron haber padecido COVID largo en una encuesta realizada el año pasado, y alrededor de 3.4% de adultos declararon padecer COVID largo en el momento cuando se llevó a cabo la encuesta. Según los datos del Censo de EE. UU., eso significaría que unos 18 millones de adultos pueden haber padecido ese conjunto de síntomas.
Las definiciones de COVID largo difieren, pero puede describirse como un conjunto de síntomas que dura unos tres meses o más tras una infección por COVID-19. El informe del martes de los CDC lo definía como síntomas que duran al menos tres meses, pero en agosto, la agencia había definido el COVID largo como tener síntomas que duran cuatro semanas o más.
«Las personas que han padecido COVID-19 pueden seguir teniendo síntomas o desarrollar nuevos síntomas meses después de haber sido infectadas por el SARS-CoV-2. Esto puede tener repercusiones sanitarias y económicas a largo plazo para los afectados y para la sociedad», afirma el informe de los CDC.
El informe también decía que «las estimaciones de prevalencia eran mayores entre las mujeres que entre los hombres, entre los adultos de 35-49 años que entre los de otros grupos de edad, y entre los adultos que vivían en zonas más rurales que entre los que vivían en grandes áreas metropolitanas centrales».
«Las estimaciones de prevalencia fueron menores entre los adultos asiáticos en comparación con otros grupos raciales y étnicos», y se estimó que el COVID largo era menor entre «los adultos con ingresos familiares del 400% o más del nivel federal de pobreza en comparación con los que tenían ingresos del 200% al 399% del nivel federal de pobreza», dijeron los CDC.
Se revelan muchas dificultades
Mientras tanto, un nuevo análisis publicado en el BMJ descubrió que hay una serie de «dificultades» en muchos estudios sobre el COVID largo.
«En las revistas académicas se siguen notificando tasas elevadas de COVID larga o secuelas postagudas de COVID-19 (PASC), que posteriormente se filtran al público», y concluyeron que algunas publicaciones y organismos sobrestiman la condición debido a «definiciones demasiado amplias, falta de grupos de control, grupos de control inadecuados y otros fallos metodológicos», escribieron los investigadores dirigidos por la investigadora de la Universidad de San Francisco Tracy Beth Hoeg.
El problema, añadieron, «se agrava aún más por la inclusión de estudios mal realizados en revisiones sistemáticas y metaanálisis que exageran el riesgo». Debido a estas prácticas deficientes, se ha «alimentado al público a través de los medios de comunicación y las redes sociales, suscitando una preocupación y ansiedad indebidas» sobre el COVID largo, escribieron los investigadores.
Un estudio noruego de niños y jóvenes de entre 12 y 15 años utilizó una definición modificada de lo que constituía COVID largo. Los investigadores observaron que existía una similitud entre el grupo de COVID largo y el grupo de control.
También hallaron: «Al limitar los estudios a aquellos con definiciones aceptables [de COVID largo] y controles apropiados, encontramos poca o ninguna diferencia en la prevalencia de síntomas persistentes declarados en niños a las 4 semanas o en adultos menores de 50 años a las 12 semanas tras la infección, en comparación con los controles».
Más dinero federal asignado
La publicación del informe de los CDC se produce pocos días después de que el gobierno federal concediera unos 45 millones de dólares en subvenciones para ayudar a las clínicas que tratan el COVID largo a desarrollar nuevos modelos de atención y ampliar el acceso, según el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, por sus siglas en inglés).
Nueve clínicas recibirán subvenciones de 1 millón de dólares anuales durante los próximos cinco años a través de la Agencia para la Investigación y la Calidad de la Asistencia Sanitaria, dentro del HHS, dijo el departamento.
«La Administración Biden-Harris está apoyando a pacientes, médicos y cuidadores proporcionándoles las mejores prácticas basadas en la ciencia para el tratamiento del COVID largo, manteniendo el acceso a la cobertura del seguro y protegiendo los derechos de los trabajadores en su reincorporación al trabajo mientras afrontan las incertidumbres de su enfermedad», declaró la semana pasada el secretario del HHS, Xavier Becerra.
La financiación se utilizará para aumentar las visitas presenciales y virtuales, establecer nuevas clínicas satélite y una iniciativa educativa destinada a aumentar las remisiones. El conocimiento y la aceptación limitados entre los médicos han contribuido a retrasar los diagnósticos y las derivaciones.
Se están investigando tratamientos. El Instituto Nacional de Salud está llevando a cabo un esfuerzo de 1150 millones de dólares, el programa RECOVER, que puso en marcha dos ensayos clínicos en julio que evaluarán al menos cuatro posibles tratamientos.
Nuevos datos
A principios de esta semana, los CDC publicaron datos que muestran que los ingresos hospitalarios por COVID-19 han descendido un 4.3% en la semana que finalizó el 16 de septiembre, tras múltiples aumentos consecutivos de las hospitalizaciones notificadas por el virus. A pesar del reciente aumento de casos de COVID-19 en los últimos días, las tendencias de los CDC muestran que es muy inferior a las anteriores «oleadas» de la enfermedad respiratoria en años anteriores.
La variante EG.5, o «Eris», representa alrededor del 24.5% de todos los casos de COVID-19, según el rastreador de los CDC. Y se estima que la FL.1.5.1, conocida como Fornax, es responsable de alrededor del 13.7 por ciento de las infecciones por COVID-19, según los CDC.
Con información de Reuters.
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