La invitación de Trump a Xi pone en juego las relaciones entre EE. UU. y China

Por Alexander Liao y Sean Tseng
24 de diciembre de 2024 4:24 PM Actualizado: 24 de diciembre de 2024 4:24 PM

El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, puso al líder chino Xi Jinping a la defensiva al invitarlo a la investidura presidencial.

Si Xi acude, debe estar preparado para enfrentarse a una lista de temas difíciles: desde las prácticas comerciales desleales del régimen chino hasta su papel en las exportaciones de fentanilo a Estados Unidos y su apoyo a Rusia.

Si Xi declina la invitación, podría dar a Trump argumentos para culpar al líder del Partido Comunista Chino (PCCh) de futuras tensiones. Después de todo, no asistir a la ceremonia no mostraría una voluntad de cooperar, lo que contradice el mensaje de felicitación de Xi a Trump, en el que enfatizaba que ambos países ganan con la cooperación y pierden con la confrontación.

Esta situación se desarrolla en el contexto de un liderazgo del PCCh ya al límite.

Bajo Xi, Beijing ha endurecido los controles internos, ha emprendido agresiones económicas y militares en el extranjero y ahora lucha contra el estancamiento económico.

Debido a la recesión económica, el descontento con el gobierno de Xi ya no se limita a las masas marginadas, sino que ahora surge en el seno del PCCh.

En las redes sociales chinas circula una carta abierta en la que se pide la dimisión de Xi. Xi es criticado por su fallida política económica y diplomática, que ha hecho perder a China su crecimiento y el apoyo de Estados Unidos.

Incluso en artículos del PLA Daily, el periódico oficial del Ejército Popular de Liberación o ejército chino, se insinúa la necesidad de un mayor «liderazgo colectivo», palabras clave para desafiar el gobierno centralizado de Xi. La expresión pública de las quejas pone de manifiesto las divisiones existentes en la cúpula militar.

Los problemas económicos de China no hacen más que echar leña al fuego. Con un crecimiento lento, Beijing optó por aumentar el control centralizado en lugar de implementar las reformas necesarias. La reciente Conferencia Central de Trabajo Económico puso de relieve este enfoque, centrándose en medidas de arriba abajo como la ampliación del estímulo gubernamental.

Muchos expertos consideran que se trata de una estrategia sin salida. El giro de Xi hacia la izquierda ha provocado una frustración generalizada que afecta a funcionarios, empresarios y a la clase media. En el pasado, las reformas llevadas a cabo por líderes comunistas como Deng Xiaoping permitieron a los funcionarios y empresarios locales respirar y no ahogaron al sector privado.

Los dos factores principales que podrían provocar la caída del PCCh son una grave crisis económica que afecte a todas las clases sociales y una guerra exterior fallida, que recuerde la caída de muchas antiguas dinastías chinas.

Actualmente, Xi y el PCCh son más vulnerables que nunca.

Si Xi acepta la invitación de Trump, podría desencadenar una reacción violenta de los nacionalistas chinos. La propaganda comunista presenta a Estados Unidos como un adversario celoso del ascenso del Reino Medio. Además, Xi quedaría subordinado a Trump en la escena mundial.

No es así como un líder chino, acostumbrado a acaparar los focos, quiere ser visto. Por otro lado, rechazar la oferta de Trump podría consolidar a Xi como el antagonista en un nuevo capítulo de las relaciones entre Estados Unidos y China.

El panorama general es que Xi, luchando contra la oposición interna y una economía tambaleante, se enfrenta a un presidente estadounidense impredecible y poco ortodoxo que no tiene problemas en desviarse de las tácticas diplomáticas estadounidenses convencionales. Al tratar con el régimen chino, cualquier enfoque que pueda eliminar cualquier amenaza a «hacer América grande otra vez» funcionará para Trump.

La próxima fase de las relaciones entre Estados Unidos y China podría dar un giro dramático. Ambos líderes se juegan mucho en el resultado. El futuro dependerá de quién ceda primero y de quién pueda resistir las crecientes presiones de un mundo en rápida transformación.


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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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