Tras un fin de semana de intensos ataques a lo largo de la frontera libanesa, Israel y Hezbolá enviaron señales de que, si bien no habían terminado de luchar, se abstenían de cualquier escalada significativa que pudiera desembocar en una guerra más amplia.
Según Israel, Hezbolá lanzó 230 cohetes (según Hezbolá, 340) y casi dos docenas de vehículos aéreos no tripulados, pero no antes de que 100 aviones de combate israelíes atacaran miles de lanzacohetes de Hezbolá en un ataque preventivo a primera hora de la mañana del domingo 25 de agosto.
Ambas partes afirmaron que solo habían atacado objetivos militares. Según las autoridades libanesas, tres personas murieron en los ataques israelíes. Las FDI no hicieron referencia a daños o bajas por parte de Israel, y el lunes la prensa y la televisión israelíes apenas hicieron referencia a daños o bajas.
Ninguno de los dos bandos dijo haber terminado.
El líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, dijo que el ataque del domingo era una represalia por el ataque aéreo selectivo de Israel que mató al alto mando militar Fuad Shukr el mes pasado y no descartó otro ataque de represalia. Ese ataque, según Israel, fue una represalia por el ataque con cohetes de Hezbolá contra un campo de fútbol en el que murieron una docena de niños y adolescentes drusos israelíes.
Por su parte, Irán, patrocinador de Hezbolá, sigue empeñado en tomar represalias contra Israel por su presunta implicación en el asesinato del líder de Hamás, Ismail Haniyeh, en Teherán pocas horas después de la muerte de Shukr. Israel no ha reconocido haber participado en el asesinato de Haniyeh.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, dijo sobre el intercambio de disparos del domingo: «Este no es el final de la historia».
El ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Abbas Araghchi, posteó en X que la «reacción de Irán al ataque terrorista israelí en Teherán es definitiva, y será medida y bien calculada. No tememos una escalada, pero tampoco la buscamos, a diferencia de Israel».
300 cohetes, acción preventiva
Nasralá dio a entender que el ataque de Hezbolá había causado daños significativos a sus objetivos. En un discurso pronunciado el domingo después del ataque, dijo que los objetivos principales habían sido la base de inteligencia militar de la Unidad 8200 en Glilot y una base de defensa aérea en Ein Shemer.
«Nuestros datos confirman que un número significativo de vehículos aéreos no tripulados han alcanzado estos dos objetivos, pero el enemigo permanece en silencio. Pasarán los días y las noches y se revelará la verdad sobre lo que ocurrió allí», dijo.
«Todo lo que queríamos lanzar en esta operación eran 300 cohetes, pero lanzamos 340 cohetes y el enemigo no frustró nada», dijo.
«La respuesta fue satisfactoria y parece que la eliminación es suficiente», dijo. Pero se reservó el derecho de seguir atacando a Israel si Hezbolá lo considera necesario.
El contraalmirante Daniel Hagari, portavoz de las FDI, dijo que mientras el ataque estaba en marcha con Hezbolá preparando sus misiles y cohetes, Israel había atacado «proactivamente».
Su ataque preventivo se produjo una hora después de que las FDI «identificaran una amplia preparación por parte de la organización terrorista Hezbolá para disparar hacia el Frente Interior israelí», dijo.
Hagari advirtió a los civiles del sur del Líbano que «Hezbolá está disparando extensamente contra territorio israelí cerca de sus casas: están en peligro. Estamos atacando y eliminando las amenazas de Hezbolá».
Hezbolá ha lanzado más de 6700 cohetes, misiles y vehículos aéreos no tripulados explosivos contra Israel desde el 8 de octubre de 2023, cuando se unió tras el ataque a gran escala de Hamás contra Israel el 7 de octubre, dijo Hagari.
«Israel no tolerará el ataque de Hezbolá contra nuestros civiles», dijo.
El jefe del Estado Mayor de las FDI, el teniente general Herzi Halevi, declaró: «Estamos muy decididos a cambiar la realidad de la seguridad en el norte».
En un posteo de las FDI en la plataforma de redes sociales Telegram, Halevi aludió a la evacuación forzosa de más de 80,000 civiles israelíes, la mayoría de comunidades situadas a menos de cinco kilómetros de la frontera, pero también otros un poco más alejados que siguen siendo vulnerables al fuego de cohetes y misiles de Hezbolá.
Primero Hamás, luego Hezbolá
Desde principios de la primavera, los analistas militares israelíes habían predicho que las IDF pronto derrotarían a Hamás en Gaza y, a continuación, volverían a desplegarse para una guerra terrestre contra Hezbolá, con un tiempo seco de verano que permitiría ataques aéreos, localización de artillería y movimiento de blindados en una guerra más convencional hacia el norte, ahora escasamente poblado, en contraste con el combate fuertemente urbano característico de Gaza.
Eso no ha ocurrido, ya que Hamás, que lucha más al estilo guerrillero tras perder tantos combatientes, armas e instalaciones a manos de las FDI, obligó a los israelíes a reanudar los combates en zonas que antes se consideraban pacificadas.
Halevi no dio esperanzas a los evacuados de que las IDF pudieran destruir pronto a Hezbolá. Las escuelas del norte no han reabierto para el curso de otoño como esperaban las familias.
Halevi señaló el frente de Gaza como la prioridad permanente de las FDI.
«Estamos muy decididos y seguiremos haciendo todo lo posible para proteger a los ciudadanos de Israel en todas las zonas», dijo.
«Estamos centrados en la Franja de Gaza en desmantelar Hamás y traer de vuelta a los rehenes», dijo. «La presión que estamos aplicando en las operaciones en Gaza es la presión que propiciará la devolución de los rehenes».
«Paralelamente, estamos operando contra Hezbolá en Líbano, continuando con su degradación sistemática».
Las negociaciones sobre el alto el fuego en Gaza, celebradas en El Cairo, continuaron incluso durante la guerra aérea y de cohetes del domingo. El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby, dijo el lunes que el estallido entre Israel y Hezbolá no tenía «ningún impacto» en las negociaciones celebradas en El Cairo entre Israel y Hamás.
«No ha afectado al trabajo real sobre el terreno de los equipos que intentan conseguir el acuerdo de alto el fuego», declaró Kirby.
Dijo que las conversaciones habían progresado hasta el punto «en que consideraron que el siguiente paso lógico era reunir grupos de trabajo a niveles inferiores para sentarse y concretar los detalles finales».
¿Buscando debilidades?
Institute for the Study of War, un think tank estratégico con sede en Washington, ofreció un análisis más detallado de la batalla. Dijo que el ataque de Hezbolá puede haber sido un «reconocimiento de la fuerza», una sonda para probar las defensas israelíes en beneficio de próximos ataques de Irán, los rebeldes Houthi de Yemen u otros.
El ISW dijo en su sitio web que Hezbolá realizó un ataque en dos etapas el 25 de agosto.
La primera etapa, contra 11 emplazamientos de las FDI en el norte de Israel, utilizó ataques imprecisos y dispersos para distraer a la defensa aérea y permitir que la segunda etapa, que incluía ataques más precisos contra los objetivos de Glilot, Ein Shemer y otros, tuviera más posibilidades de éxito.
«Hezbolá pretendía que su ataque fuera mucho mayor de lo que fue», afirmó el ISW.
Los israelíes, en su ataque preventivo 30 minutos antes de la supuesta hora de inicio del ataque de Hezbolá, las 5 de la mañana hora local, eliminaron entre el 50 y el 67 por ciento de las armas que se suponía iban a ser utilizadas en el ataque de Hezbolá, dijo el ISW, citando como fuente al Ministro de Defensa israelí Yoav Gallant.
El ISW repitió la afirmación de las IDF de que habían eliminado «miles» de lanzacohetes. Destruyó 200 instalaciones en 40 lugares «en cuestión de minutos», dijo el ISW.
El ISW señaló, sin embargo, que Hezbolá podría haber colocado más lanzacohetes de los que pretendía utilizar «con el fin de ocultar la dirección y la escala de su ataque», y podría no haber tenido la intención de utilizarlos todos.
Con información de Associated Press y Reuters
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