La estrella de «Lo que el viento se llevó», Olivia de Havilland, que también ganó un premio de la Academia por su papel en otra película, murió a los 104 años, según su publicista, Lisa Goldberg.
Goldberg le dijo a TheWrap que murió en su casa de París (Francia) por causas naturales.
La veterana actriz, que nació en 1916 en el Japón imperial, de padres británicos, interpretó a Melanie Hamilton Wilkes en «Lo que el viento se llevó», la mujer que tuvo un conflicto con Scarlett O’Hara, interpretada por Vivien Leigh.
También apareció en películas como «Las aventuras de Robin Hood», y ganó varios Oscars por sus interpretaciones en «La vida íntima de Julia Norris» y «La heredera».
Su momento de mayor popularidad quizás llegó cuando demandó a Warner Bros. en 1943 para liberarse del estudio, después de que su contrato con la compañía hubiese expirado. La interpretación anterior de los contratos significaba que ella tendría que trabajar más tiempo que su contrato de siete años y los años de servicio real a la compañía se extenderían por un período de tiempo más largo, según The Hollywood Reporter.
La batalla legal y la victoria se conoce ahora como La Decisión De Havilland.
«Me sentí profundamente satisfecha cuando, al regresar a MGM después de su largo y distinguido servicio militar, Jimmy Stewart pidió a la corte, sobre la base de esa decisión, un fallo sobre su contrato —y por ende sobre los contratos de otros actores-veteranos— y recibió, por supuesto, un veredicto favorable», dijo de Havilland en 1992.
En referencia al caso, añadió: «Cuando gané la última ronda de mi caso el 3 de febrero de 1945, se confirmó que todos los actores estaban libres de su contrato a largo plazo al final de su período de siete años, independientemente de cuántas suspensiones hubieran ocurrido durante esos siete años. Nadie pensó que ganaría, pero después de que lo hiciera, llegaron flores, cartas y telegramas de mis compañeros actores. Esto fue maravillosamente gratificante».
Por otro lado, en la década de los 40, cuando se unió al Comité de Ciudadanos Independientes de las Artes, Ciencias y Profesiones, le pidieron que diera un discurso para el comité que contenía opiniones del Partido Comunista de EE.UU., y el grupo fue identificado más tarde como una organización fachada, según el Wall Street Journal.
La actriz también señaló que la organización «rara vez abrazaba el tipo de espíritu independiente que proclamaba públicamente. Siempre terminó poniéndose del lado de la Unión Soviética aunque los miembros de las bases no fueran comunistas», decía el informe.
Le dijo al periódico: «Pensé: ‘Si nos reservamos el derecho de criticar las políticas estadounidenses, ¿por qué no nos reservamos el derecho de criticar a Rusia?» Del grupo, añadió: «Me di cuenta de que un núcleo de personas controlaba la organización sin que la mayoría de los miembros de la junta lo supiera. Y sabía que tenían que ser comunistas».
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