Para muchos la adopción en México es un tema complejo que establece sus bases, en muchas de las ocasiones, a través de un acto jurídico que vincula de manera irreversible a unos padres no biológicos con un niño o adolescente en situación de abandono. Mientras que para quienes viven en primera persona este acto desinteresado que los unirá para toda su vida, se trata de un acto de amor y de responsabilidad.
De acuerdo al estado de la república donde se busque adoptar, así serán los requisitos a cubrir. Por ejemplo, en la Ciudad de México se requiere que una persona que busque adoptar tenga por lo menos 25 años de edad y sea 17 años mayor que el adoptado. Por otro lado, si son personas casadas, deben acreditar que tienen más de dos años casados y si son concubinos que acrediten una convivencia ininterrumpida por dos años.
En México, la adopción «es un derecho del menor, de naturaleza restitutiva, que le garantiza vivir, crecer y desarrollarse de manera íntegra, en el seno de una familia», según el Código Civil para el Distrito Federal, actualizado el 10 de junio de 2022.
Considerando lo complejo, delicado y retador que hay alrededor de cada historia de adopción, The Epoch Times México realizó un acercamiento a las historias de una persona adoptada y una madre adoptante.
Para José C., las circunstancias de la vida llevaron a que desde muy temprana edad fuera adoptado, sin embargo, se enteró de su adopción ya siendo adulto. Por su parte, Evelyn Garza, una madre adoptante quien se afianzó junto a su esposo a dar un paso más en su activismo provida a través de la adopción, decidieron de manera responsable adoptar a dos chicos adolescentes. Ambos compartieron a esta edición cómo fueron los procesos y experiencias de cada uno.
José C. de 69 años, es un ingeniero civil de profesión de origen belga que sufrió la pérdida de su madre en la labor de parto. Su padre joven y con la responsabilidad de cuidarlo siendo muy pequeño, debió enfrentarse a que su nueva pareja lo aceptara junto con él. Sin embargo, al año y siete meses tendría una pérdida más, la de su padre.
Tanto José C. como Garza, desde su experiencia, consideran importante que los niños sepan desde el momento de su adopción que son hijos adoptados. Ambos coinciden en lo relevante de dar a conocer a la sociedad que la adopción es un tema que debe llevarse desde la responsabilidad, además del amor de guiar a una vida vulnerable. También consideran importante que se hable cada vez más en la sociedad sobre el acto de adoptar para así normalizarlo y deje de verse como un tabú.
Aunque José supo que fue adoptado poco antes de los 40 años, a través de un familiar, se siente agradecido con su madre adoptiva —quien lo registró legalmente desde bebé como su hijo— por el cuidado y el amor que le brindó durante toda su vida.
«Tuve agradecimiento profundo a mi madre, un agradecimiento infinito de que me cuidó, de que se sacrificó por mí, me dio mis alimentos, me dio una educación, una profesión, y que jamás quiso que yo supiera que era adoptado», dijo. «Ella mejor me alejó de la familia para que yo no supiera, ella pensaba que yo en un momento dado, al saberlo, podría tomar una decisión equivocada».
José C. recuerda que vivió cierta discriminación de miembros de su familia adoptiva, ya que todos sabían que era adoptado excepto él, y en su momento no recibió invitación a fiestas familiares.
«Me discriminaban, [decían]: ‘este muchacho no es hijo de mi tía, es adoptivo, no es de nuestra sangre, es extranjero’, etc., etc.», expresó.
Sin embargo, a raíz de su historia, se ha dado a la tarea de informarse sobre lo concerniente a las adopciones en todo el mundo y reflexiona el por qué es tan difícil adoptar a un niño en México. Dentro de sus reflexiones explica que ha encontrado muchas motivaciones por las que una pareja decide adoptar, pero concluye que la adopción debe surgir desde «el amor».
«Porque hay muchos intereses para adoptar un niño y desafortunadamente no es el correcto. La adopción debe de ser por amor», dijo José C. «Muchas veces hay una pareja que por ejemplo se sienten solos, se sienten aburridos, les hace falta ruido en la casa y por eso adoptan un niño», pero «no somos rellenos los niños sin padres», puntualizó.
Por su parte, Garza y su esposo hablaron de la posibilidad de adoptar desde que ambos eran muy jóvenes, y consideran que es importante que el tema de la adopción deba tratarse de amor y responsabilidad hacia otro ser humano. Ella adoptó a Giovanni, un adolescente de 13 años, y después la vida le dio la oportunidad de adoptar a Rubén, otro adolescente de 17 años.
“A mí siempre me llamaba la atención que las personas que están a favor del aborto lanzaban muchos argumentos, pero en mí particularmente resonaba este cuestionamiento que nos hacían de: ‘para qué quieren que nazcan más niños si ya hay muchos en los orfanatos’. Para mí eso no era argumento suficiente —no porque haya muchos pobres ‘que ya no nazcan más’— no se trata de ir matando gente que no estaba en condiciones privilegiadas”, recuerda Garza de cuando comenzó a interesarse en el tema de las adopciones.
“Pero yo decía, si bien no es un argumento, yo quiero poder contestarlo, poder saber si es cierto—qué pasa con esos niños”, agregó.
También consideró indispensable que se hable del tema de manera constante hasta normalizarlo para que otros sectores de la sociedad mexicana sean empáticas con las familias adoptivas, y para que se les brinde mayor apoyo, porque la familia sea biológica o adoptiva es la base de la sociedad.
“Es necesario seguir hablando de adopción porque ha sido un tema tabú por tantos años que ahorita es momento de hablar, y hablar, y hablar, hasta que se naturalice [y sea visible] todo lo que nos quedamos atrás en materia de cultura de adopción”, aseguró.
La madre adoptante recuerda que el primer acercamiento que su esposo y ella tuvieron con los pequeños que esperan ser adoptados, fue en un evento del 2017 llamado padrinos navideños de la organización «ABBA adopción y acogimiento familiar».
«Tuvimos la oportunidad de pasar una Noche Buena en una casa hogar y la verdad es que esa experiencia transformó totalmente nuestra vida», expresó, recordando que en la Navidad todo el mundo se enfoca en el bullicio de la fiesta, los regalos, la cena, el baile y estar con la familia. «Y la verdad es que al menos nosotros (…) nunca nos habíamos puesto a pensar en qué pasa con todos aquellos que no están con su familia».
En el evento se invitaba a familias y matrimonios y se les asignaba una cantidad de niños para compartir una cena de Navidad dentro de las instalaciones, de modo que los niños supieran cómo se viven esas convivencias familiares fuera de la casa hogar.
«Nosotros ya sabíamos que nos movía este tema de la adopción, que nos movía la causa del huérfano, pero esa actividad fue como [decirnos]: ‘no podemos perder más tiempo’, ¡hay miles de niños pasando así fechas importantes! Fechas que para nosotros siempre son de alegría como los cumpleaños, el 10 de mayo, la Navidad», expresó.
Ese evento marcó un sentido de urgencia en la pareja para poder adoptar, y a partir de ahí, decidieron comenzar a capacitarse e ir a cursos sobre la cultura de la adopción. Garza entendió que la cultura de la adopción se trata de encontrar una familia, es decir, una mamá y un papá a un niño que los necesita y no viceversa.
«Es muy diferente un deseo de ser mamá o ser papá a una necesidad de crecer en familia y un derecho que además tienen y que se les tiene que restituir [a los niños]», expresa.
«Como creyentes, la verdad es que desde el principio lo pusimos en manos de Dios y sentimos que nos fue guiando», continuó, explicando que se dieron cuenta que hay muchos niños y sobretodo adolescentes que son rechazados por las familias que buscan adoptar.
Garza entiende que ese rechazo a adoptar adolescentes se debe a varios factores pero principalmente lo atribuye a la falta de información y a la escasa cultura de la adopción en el país.
«Los solicitantes siempre quieren menores de 3 años y si se puede menor de un año, mejor», expresó.
En 2018, a la pareja le fue asignado su primer hijo, Giovanni, quien en ese momento tenía 13 años. El proceso por el que se dio es llamado acogimiento preadoptivo y duró dos años, después obtuvieron el acta de Giovanni con los apellidos de Garza y su esposo.
Posteriormente, durante la pandemia, adoptaron a su segundo hijo, Rubén, de entonces 17 años.
Rubén, a punto de cumplir los 18 años se enfrentaba a egresar de la casa hogar sin una red de apoyo—sin una familia que lo guiara.
«Cuando los chicos van a cumplir los 18 años en las casas hogares ya no pueden estar, porque son responsabilidad del Estado hasta los 18 años, que son mayores de edad, y ‘que pueden estar por su cuenta solitos en el mundo’, así se piensa en la ley», expresó Garza. «Yo no me imagino a nadie de nosotros a los 18 años sin nuestra familia saliendo adelante, entonces hay mucho por hacer con los egresados de [las casas hogares]».
Él fue colocado en la casa de los papás de Evelyn en un programa llamado «Padrinos de transición», de la institución que lo acogía, para que se fuera adaptando a la sociedad. Sin embargo, los padres de Garza, al ser personas mayores y jubiladas, no podían apoyarle en temas de tecnología para que durante la pandemia Rubén pudiera realizar sus tareas escolares.
“A partir de ahí ya se empezó a incluir un poco más a nuestra familia. Yo pienso que Dios todo lo acomoda porque gracias a eso se tuvo que quedar más en casa, se tuvo que acoplar más en casa”, explicó.
A los pocos meses de la transición de Rubén, falleció la madre de Evelyn y un año después su padre. El hecho fue muy duro para la familia, pero aún más para él porque significaba tener otra pérdida más en su vida.
Sin embargo, el proceso de estar juntos durante la pandemia les ayudó porque Rubén ya estaba integrado y acoplado naturalmente a la familia. Lo que fue un hogar de transición terminó siendo un hogar de acogimiento, aunque ya no pueden adoptarlo de manera legal, pues ante la ley ya es un adulto.
«Pero [el hecho de que sea un adulto] no significa que no necesiten de una familia, sin importar la edad que tengamos. Yo creo que después de los 30 y más seguimos necesitando siempre una familia a dónde correr en las buenas y en las malas», explicó.
En el caso de la Ciudad de México, también hay otros requisitos necesarios para adoptar, que incluyen: acreditar que la persona interesada en adoptar tiene medios suficientes para proveer subsistencia, educación y cuidado a la persona que pretende adoptar; que es una persona apta y adecuada para adoptar; acreditar que la adopción es benéfica para la persona que trata de adoptarse; y que ninguno de los interesados en adoptar haya sido procesado o se encuentre en proceso penal por delitos que atenten contra la familia, sexuales, o en su caso contra la salud.
Para llevar a cabo una adopción de manera legal desde el amor y con responsabilidad, es recomendable que consulte el Código Civil o Ley para la Familia de su estado para conocer los requisitos específicos que necesita.
Siga a Alicia Márquez en X: @AliceMqzM
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