Cerremos los ojos e imaginémonos la mejor versión de nosotros mismos. ¿Cómo nos vemos? ¿Cómo nos comportamos?
Lo más probable es que todos veamos una visión diferente al realizar este experimento mental. Algunos podríamos imaginarnos con mucho dinero, fama o poder; podríamos pensar que estos atributos son necesarios para convertirnos en nuestra mejor versión.
Sin embargo, creo que es importante recordar que las personas con dinero, fama y poder pueden ser buenas, generosas y compasivas o, por el contrario, destructivas y malas. Entonces debemos preguntarnos: ¿Podemos ser la mejor versión de nosotros mismos si actuamos como personas malas? Por supuesto, si me preguntan a mí, la respuesta es un rotundo no.
Independientemente de lo que ganemos en la vida, debemos ser buenos para llegar a ser nuestra mejor versión. Recientemente encontré un cuadro del pintor romántico Philip James de Loutherbourg, llamado «El ángel atando a Satanás», que me recordó la lucha interna que debemos soportar para llegar a ser lo mejor de nosotros mismos.
«El ángel atando a Satanás»
La pintura de Loutherbourg es una colorida representación de un ángel que se pone al lado de Satanás. Por lo general, se representa al arcángel Miguel derrotando a Satanás de esta manera (como en el ejemplo de Guido Reni), así que nos vamos a referir al ángel como Miguel.
Miguel es el punto central del cuadro. El manto rosa pastel que fluye alrededor de los grises fríos de su armadura lo ayuda a destacarse sobre el fondo iluminado.
Su postura es dinámica: Su pierna derecha está apoyada sobre una roca detrás de él, mientras que la izquierda pisa el costado de Satanás. Sus alas desplegadas complementan el color y la actividad de la tela que lo rodea; sus mechones dorados imitan el color de la llave que sostiene hacia el cielo en su mano derecha; y su mano izquierda sostiene las cadenas que ahora atan a Satán.
Satanás está representado en una postura de derrota. Su cuerpo se contorsiona por la presión del pie de Miguel, mientras alcanza las cadenas que el arcángel le ha puesto alrededor del cuello. Su otra mano agarra una serpiente que le rodea el brazo, y su cabeza, que Loutherbourg representa como una calavera, se gira para mirar a Miguel.
Satanás no se destaca mucho en su entorno. Si enfocamos nuestros ojos en la imagen, notaremos que la parte superior es casi indistinguible del fondo. Curiosamente, la parte del cuerpo de Satanás que más se destaca en su entorno en la zona en la que Miguel planta su pie.
Los colores complementarios (de contraste) del verde apagado y el rojo intenso envuelven la mitad inferior de la composición. Las piernas de Satanás se transforman en colas de serpientes verdes, una de las cuales desciende hacia el feroz y rojo calor del infierno que hay debajo de él. La otra pierna se enrolla en la distancia, en el lado izquierdo de la composición.
Controlando la destrucción
¿Qué sabiduría puede aportar esta imagen para convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos?
Es fácil pensar que esta imagen representa una batalla entre el bien y el mal entre el cielo y el infierno y que esta batalla existe en un lugar «ahí fuera», separado de nosotros. Sin embargo, dediquemos un momento a mirar hacia dentro y pensemos que este cuadro representa una lucha que ocurre en nuestro interior.
Loutherbourg representó a Satanás con una cabeza de calavera. En las bellas artes, las calaveras suelen representar la muerte o la destrucción. Una de las piernas de serpiente de Satanás desciende al infierno, y la otra gira a la distancia; también sostiene una serpiente en su mano izquierda. Estos elementos serpentiformes representan la tentación. Así, podemos concluir que Satanás representa la muerte, la destrucción, la tentación o incluso una relación entre estos elementos: la muerte y la destrucción que resultan de la tentación. Estas tentaciones se extienden por el mundo que nos rodea y nos conectan con el infierno, como las patas de serpiente de Satanás.
Si Satanás representa los elementos malignos, entonces, según el cuadro que estamos analizando, el mal correspondería a esas tentaciones que causan muerte y destrucción. ¿Qué podemos hacer, para encontrar la mejor versión de nosotros mismos, para controlar las tentaciones destructivas en nosotros?
Miguel representaría el control de las tentaciones que causan muerte y destrucción. Él controla a Satanás con su pie y sus cadenas. Miguel, un ángel que representa la bondad del cielo, puede atar a Satanás, la encarnación del mal. Sostiene una llave hacia la luz del cielo. ¿Es ésta la llave que encadena a Satanás y lo mantiene prisionero? ¿Sugiere esto que es a través del cielo que se vence al mal?
Es posible que la llave no solo sirva para encerrar a Satanás y sus tentaciones, sino que también puede ser un símbolo de la llave que nos libera de la prisión de la tentación.
Al principio de este artículo, hicimos un experimento mental. Nos preguntamos cuál sería la mejor versión de nosotros mismos. Según la sabiduría que este cuadro podría aportar, ¿la bondad del cielo moldearía la mejor versión de nosotros mismos? ¿La bondad del cielo es la llave con la que cerramos nuestras tendencias destructivas y nos liberamos de la tentación?
Las artes tradicionales contienen a menudo representaciones y símbolos espirituales cuyo significado puede perderse en nuestras mentes modernas. En nuestra serie «Llegando al interior: Lo que el arte tradicional ofrece al corazón», interpretamos las artes visuales de manera que puedan ser moralmente perspicaces para nosotros hoy en día. No pretendemos dar respuestas absolutas a preguntas con las que han luchado generaciones, pero esperamos que nuestras preguntas inspiren un viaje de reflexión para convertirnos en seres humanos más auténticos, compasivos y valientes.
Eric Bess es un artista representativo activo y es estudiante de doctorado en el Instituto de Estudios de Doctorado en Artes Visuales (IDSVA).
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