Era una reunión muy esperada para ambos.
Li Wenzu no había visto a su marido, Wang Quanzhang, desde que el abogado chino fue encarcelado por su defensa de los derechos humanos hace cuatro años. Las autoridades chinas negaron continuamente sus derechos de visita. Ella solía viajar a la prisión en la que estaba detenido y lo llamaba por su nombre desde afuera del muro de la prisión, con la esperanza de que pudiera escucharla.
Desde hace cinco años, cuando Wang fue arrestado y detenido en julio de 2015 por las autoridades chinas en medio de una represión a nivel nacional contra abogados y activistas de derechos humanos, Li estuvo esperando ver la cara de su marido. El día antes de su primera visita a la prisión programada para el 28 de junio, ella escribió en Twitter que “el tiempo de espera fue muy prolongado”.
Después de viajar casi 680 km desde Beijing a la prisión de Linyi en la provincia de Shandong, Li encontró que la reunión de media hora no fue nada pareciedo a lo que ella esperaba.
La prisión desplegó a cientos de policías afuera.
Cuando Li entró en la sala de recepción con su hijo de 6 años, Quanquan, tuvo que hacer una pausa por un momento antes de poder reconocer al hombre. Sentada al otro lado de la ventana de vidrio había una versión más delgada, más vieja y de aspecto más cansado de su marido.
Persona cambiada
Li dijo que tanto la personalidad como la apariencia de Wang habían cambiado tanto que no lo habría reconocido si se hubieran encontrado en la calle.
“Sonreí y le hice señas con entusiasmo, pero me miró sin expresión alguna, e inclinó la cabeza hacia un lado sin mirarme”, escribió Li en un tuit después del encuentro.
En una entrevista a La Gran Época el 28 de junio, Li contó cómo fue el encuentro. Ella dijo que él parecía feliz de ver a su hijo, pero una sensación de preocupación pronto le nubló la cara.
“No estaba en buen estado, me di cuenta de que estaba bajo estrés y miedo extremo. Ni siquiera pudimos tener una conversación”, dijo Li.
Li dijo que Wang estaba ansioso por la seguridad de ella. “Expresó su preocupación de que me arrestaran, de que nuestro hijo fuera expulsado de la escuela”.
“Me pidió que no lo visitara en los próximos meses”, dijo Li.
Li señaló que su esposo parecía fácilmente alterado y que tenía dificultades para recordar los acontecimientos recientes.
Cuando Quanquan le preguntó a su padre si había estado comiendo bien, Wang le dijo lentamente con voz robótica que tenía todo lo que necesitaba, incluso comida extra. Cuando Li le preguntó cuáles eran los “extras”, él comenzó a rascarse la cabeza con una mirada de preocupación y se repitió la pregunta a sí mismo.
“Estoy bien, la prisión me ha estado tratando muy bien, no es lo que ustedes piensan”, dijo Wang en tono alto, añadiendo que había engordado mientras estaba en prisión, recordó Li en un tuit.
“Las lágrimas caían mientras miraba la cara adelgazada de Quanzhang (…) Sus dos dientes delanteros, que solían estar bien alineados, ahora muestran un enorme espacio en el medio”, escribió Li, añadiendo que Wang parecía una persona totalmente diferente. “Me miró (…) como si mirara a un extraño y no a la esposa que no ha visto en cuatro años”.
Li también dijo que nunca lo había oído hablar en ese tono tan agresivo antes de que lo encarcelaran. “Él no era así antes, Quanzhang era una persona suave”, dijo Li. “Nunca perdió el temperamento delante mío”.
Cuando los guardias dieron por terminado el encuentro, Wang se marchó sin siquiera mirar a su familia.
Lo observó que cinco o seis guardias los estaban vigilando mientras hablaban, y otro tomaba notas junto a Wang durante toda la visita. Otro guardia también los estaba filmando con una videocámara, según Li.
Control de la mente
Después de que la policía se lo llevó en medio de la represión a nivel nacional, conocida como el Incidente 709, estuvo detenido durante unos tres años. El 28 de enero de este año, en un juicio a puerta cerrada, Wang fue condenado a cuatro años y medio de prisión por cargos de subversión, un eufemismo utilizado para el activismo que provoca la ira del régimen chino. Al buscar la liberación de Wang y sus derechos de visita, Li se reunió con funcionarios del gobierno de diferentes países, incluyendo a la canciller alemana, Angela Merkel y a la embajadora del Reino Unido en China, Barbara Woodward.
写给王全璋的第四封信 pic.twitter.com/Tcmje4OXv0
— 李文足(王全璋妻子) (@709liwenzu) 12 de junio de 2019
Chen Guangcheng, abogado chino de derechos humanos y activista de derechos civiles, dijo a La Gran Época que el objetivo del Partido Comunista Chino era controlar sus pensamientos. Sugirió que las autoridades chinas probablemente arreglaron el encuentro entre Wang y Li para que la sensación de desesperación y miedo se extendiera de Wang a su familia, e impedir que hablaran del caso.
Chen huyó de China a Estados Unidos en 2012 con la ayuda de funcionarios estadounidenses. Había estado bajo arresto domiciliario antes de planear una audaz fuga a la embajada de Estados Unidos en Beijing.
Hablando desde su experiencia personal, Chen dijo que al reprimir a los disidentes, el régimen chino a menudo juega con sus temores mientras están detenidos en un ambiente aislado, tratando de infligir presión mental.
“Si no cedes, ellos usarán todo tipo de formas para ‘educarte’ con miedo y amenazas”, dijo Chen.
“Te infunden este tipo de miedo, y no conoces ninguna otra información ni la verdadera situación. Esto acechará tu mente”.
Chen dijo que el objetivo final es desgastarlos hasta que “ya no te importan las injusticias de la sociedad y solo vives tu vida”, dijo Chen. “Quieren que los grilletes se aseguren en la mente de Li Wenzu y Wang Quanzhang por el resto de sus vidas”.
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