La hierba no siempre es más verde: «La espada de Damocles»

Por Eric Bess
28 de septiembre de 2021 6:23 PM Actualizado: 28 de septiembre de 2021 6:23 PM

La «Espada de Damocles» es un cuento moral que proviene del erudito romano Cicerón. Damocles era un sirviente de un rey del siglo IV y V llamado Dionisio II.

Dionisio II era un rey miserable que gobernaba su imperio con un corazón frío, ganando muchos enemigos en el proceso. Siempre tenía miedo de ser asesinado y, por eso, rodeó su morada con un foso. Incluso solo permitía que sus hijas le recortaran la barba.

Una vez, un sirviente de la corte y adulador llamado Damocles molestó al rey con sus halagos. Damocles le dijo al rey que debía tener una de las vidas más increíbles y placenteras. Frustrado por la ingenuidad de Damocles, Dionisio II respondió: «Ya que esta vida te deleita, ¿quieres probarla tú mismo y hacer una prueba de mi buena fortuna?».

Por supuesto, Damocles se quedó asombrado ante la respuesta del rey y aceptó inmediatamente su propuesta. Al principio, Dionisio II sentó a Damocles en un sofá de oro e hizo que los sirvientes lo atendieran como si fuera un rey. Damocles fue atendido con las mejores comidas, bebidas y placeres de la vida de un rey.

Sin embargo, tan pronto como Damocles empezaba a disfrutar de su nueva vida de lujo, se vio amenazado por una espada que colgaba del techo. Por encima de la cabeza de Damocles, Dionisio II había suspendido por un solo mechón de pelo de caballo una espada extremadamente afilada.

Sin perder de vista la espada, Damocles ya no podía disfrutar de los lujos que le rodeaban. Al poco tiempo, preguntó si el rey le dispensaría de su nueva fortuna.

La espada de Damocles, de Richard Westall

Richard Westall, pintor inglés de los siglos XVIII y XIX y maestro de dibujo de la reina Victoria, pintó una gran escena que representa el momento culminante de la historia.

El punto central del cuadro es el rey Dionisio II, que, vestido con una túnica roja, se encuentra en el centro de la composición. Una de sus manos está apoyada en lo que parece ser un cetro, y la otra hace un gesto hacia la espada que cuelga en la parte superior izquierda de la pintura.

La espada conduce nuestros ojos a Damocles, a quien Dionisio II observa. Damocles está vestido con ropa ornamental como un rey, sentado en un trono de oro, y toma una copa de vino que le ofrece una sirvienta. Mientras toma la copa, observa la espada que cuelga sobre su cabeza.

En primer plano hay una corona de flores y un cetro. Parece que Damocles usó la corona de flores y sostuvo el cetro, y ambos cayeron al ver la espada.

Damocles está rodeado de cosas lujosas. Hay una hermosa vajilla, muebles dorados y obras de arte ornamentales a su alrededor. Hay fruta en la mesa que está a su lado, y otras sirvientas esperan para traerle un plato. Las mujeres del fondo, en la parte izquierda de la composición, sostienen instrumentos musicales, y podemos suponer que estaban tocando para Damocles. En el fondo, a la derecha, un hombre mayor y un soldado observan la escena.

Un detalle de «La espada de Damocles», 1812, de Richard Westall. Óleo sobre lienzo, 51 3/16 pulgadas por 40 9/16 pulgadas. Museo de Arte Ackland, Carolina del Norte. (PD-US)

La hierba no siempre es más verde

Westall representa a Damocles cuando se da cuenta que la hierba no siempre es más verde al otro lado de la valla. Damocles había creído que la vida del rey era más placentera que la suya. Tan solo al experimentar las dificultades de la vida del rey pudo apreciar la suya, que venía con sus propias comodidades.

Creo que Dionisio II hace un gesto hacia la espada no solo para demostrar que ser rey no es tan placentero como piensa Damocles, sino también para que lo entiendan. Aunque es un rey de corazón frío, Dionisio II le da a Damocles una lección de compasión: Incluso un rey como Dionisio II quiere que alguien lo comprenda y tenga en cuenta sus dificultades.

En ocasiones, vemos a personas que aparentemente viven la buena vida y que tienen todas las cosas que deseamos. Nosotros también queremos ese tipo de vida. Pero puede que no pensemos realmente en lo que han tenido que pasar para lograr ese tipo de vida; puede que no entendamos su sufrimiento.

Como seres humanos, todos sufrimos, y nadie está exento de recibir compasión; los ricos, los poderosos, los famosos y la realeza desean ser comprendidos.

El cuadro nos ofrece otra lección de sabiduría: Todas las cosas que creemos que necesitamos para hacer nuestra vida más placentera son efímeras.

Damocles se da cuenta que sus placeres recién adquiridos carecen de valor cuando su potencial muerte está en el horizonte. Ni siquiera puede mirar el vino que alcanza su mano, y no se da cuenta que su corona de flores cayó de su cabeza o que la música se detuvo. Todos los placeres que lo rodean carecen de importancia comparados con esa espada colgante.

No podemos llevarnos ninguna de nuestras posesiones materiales, placeres, fama o poder cuando morimos. Tal vez sea prudente tomar estas cosas un poco más a la ligera en nuestro día a día. Fue necesario que Damocles enfrentara a su posible muerte para que apreciara su vida y dejara de pensar que la hierba es más verde en otra parte. Afortunadamente, no necesitamos medidas tan extremas para tener una profunda gratitud por nuestras propias vidas.

Las artes tradicionales contienen a menudo representaciones y símbolos espirituales cuyo significado puede perderse en nuestras mentes modernas. En nuestra serie “Llegando al interior: Lo que el arte tradicional ofrece al corazón”, interpretamos las artes visuales de manera que puedan ser moralmente perspicaces para nosotros hoy en día. No pretendemos dar respuestas absolutas a preguntas con las que han luchado generaciones, pero esperamos que nuestras preguntas inspiren un viaje de reflexión para convertirnos en seres humanos más auténticos, compasivos y valientes.

Eric Bess es un artista representativo activo y es estudiante de doctorado en el Instituto de Estudios de Doctorado en Artes Visuales (IDSVA).


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