Viaje al Oeste, una famosa novela china, habla del viaje de un monje a la India para obtener las escrituras budistas. El monje y sus tres discípulos, entre los cuales estaba el Rey Mono, sobrepasaron muchos obstáculos y fueron testigos de muchos milagros.
En la vida real, un monje llamado Xuanzang viajó a India para obtener las escrituras budistas durante la Dinastía Tang. Su viaje duró 19 años en total. Por la orden del Emperador Taizong, sus experiencias también quedaron registradas en el libro Registros de la Gran Tang sobre las Regiones Occidentales.
La historia de Xuangzang está documentada en numerosos libros. Sus discípulos, Huili y Yancong, registraron sus experiencias en detalle basados en sus dictados. Lo siguiente son algunos de sus relatos de los desafíos que enfrentó, su fe recta, y los milagros que experimentó.
El extraordinario caballo de los miles de kilómetros
Según Historia del Comienzo de la Dinastía Tang, el nombre original de Xuanzuang era Chen Yi. Era muy inteligente y se convirtió en monje a la edad de 13 años. Su conocimiento y entendimiento de las escrituras budistas era tan profundo como amplio. También viajaba para compartir su entendimiento de los principios budistas con otros. Debido a esto, la gente se refería a él como el Extraordinario Caballo de los miles de kilómetros (qian li ma) de la vía de Sakya Muni.
Las escrituras budistas en ese tiempo eran todas traducidas del sánscrito. Existían diferentes versiones y había discrepancias entre ellas. Xuanzang tenía muchas preguntas y puntos de confusión, pero no podía encontrar las respuestas definitivas para ellas. Un monje de Sindhu (antigua India) le contó sobre el monasterio Nalanda en Sindhu, donde había un monje llamado Silabhadra.
Silabhadra era conocido por dar lecciones sobre el Yogacarabhumi Sastra. Si alguien podía obtener entendimientos más profundos sobre el Yogacarabhumi Sastra, se podrían resolver muchas preguntas sobre las escrituras budistas. Al escuchar estas palabras, Xuanzang se decidió a viajar al Oeste para buscar las enseñanzas budistas en la India.
Las leyes en esa época prohibían que los monjes viajen a tierras extranjeras. Luego, debido a la hambruna cerca de la capital durante el primer año de Zhenguan (periodo de la Dinastía Tang), permitieron a los monjes viajar a otras tierras para mendigar comida. Xuanzang aprovechó esto y se dirigió al Oeste en caballo.
Incidentes en las torres de los faros
En ese tiempo, la Dinastía Tang estaba en guerra con Turkic Khaganate Occidental y un viaje a través de esa área, sería muy riesgoso. De hecho, la orden imperial prohibía a todos viajar a las regiones occidentales. En el camino, Xuanzhang explicó a los oficiales y generales con los que se encontraba, por qué estaba viajando al Oeste. Conmovidos por su sinceridad y determinación, todos hicieron una excepción y le permitieron continuar su viaje.
Junto a la frontera estaban las torres de los faros a unos 50 kilómetros entre sí. Entre ellas no había más que desierto, el cual era muy difícil de cruzar. Después de viajar más allá de Yangguan (cerca de Dunhuang, al sur de Yumenguan o el Paso de la Puerta de Jade), Xuanzang necesitaba pasar por cinco torres de faros. Estas torres estaban custodiadas por soldados todo el tiempo y también eran los únicos lugares con agua.
Xuanzang llegó a la primera torre y estaba por tomar algo de agua cuando un disparo de flecha pasó a su lado. Xuanzang gritó que no dispararan, que era un monje de Chang’an que estaba viajando al Paraíso Occidental para buscar las escrituras budistas. Los soldados dejaron de disparar y le dieron la bienvenida dentro de la muralla de la torre.
Wang Xiang, el funcionario a cargo de la torre del faro, también creía en las enseñanzas budistas. Les pidió a sus soldados que juntaran algo de agua para Xuanzang y le dijo a Xuanzang que se dirija directamente a la cuarta torre del faro. El funcionario a cargo allí, Wang Bolong, era su pariente y también lo ayudaría.
En la cuarta torre, Wang Bolong le dijo a Xuanzang: “No puedes seguir. El hombre de la quinta torre definitivamente te detendrá. Lo conozco”.
Wang Bolong le dio una bolsa grande de agua. También le dijo que la única forma de continuar era viajar a través del desierto y encontrar un lugar llamado Yemaquan, donde habría otra fuente de agua.
Milagros en el desierto
Según la descripción en Ci En Zhuan, Xuanzang luego entró en el desierto. No había signos de vida, ni pájaros volando el cielo ni animales salvajes en el suelo. Pero sí había restos de camellos y excremento de caballo, junto con huesos de personas muertas. Para empeorar las cosas, el aire caliente formaba imágenes aterradoras y formidables de fantasmas y demonios.
Xuanzang finalmente no encontró la fuente de agua en Yemaquan. Además, mientras tomaba un sorbo de agua de la bolsa, se le cayó accidentalmente y la preciada agua desapareció instantáneamente en la seca arena. Xuanzang sabía que sin agua, seguir su viaje significaba la muerte segura. Estaba por regresar cuando recordó un voto que hizo antes del viaje: “Durante este viaje al Oeste para buscar las enseñanzas del Buda, no regresaré al Este ni un paso sin obtener las verdaderas escrituras budistas”.
Xuanzang entonces decidió que prefería morir antes que fallar en su misión y continuó su viaje al Oeste. Después que pasaron otros cuatro días y cinco noches sin agua, comenzó a sufrir de extrema sed y fatiga, además tenía fiebre.
Medio consciente, Xuanzang continuó recitando los versos de las escrituras budistas. También juró a la Pusa Guanyin que, como discípulo de las enseñanzas budistas, la meta de su viaje no era obtener fama o posesiones materiales. Si no que solo quería llevar las verdaderas enseñanzas del Gran Vehículo a la Tierra de Oriente (las regiones de la Dinastía Tang). Deseó que la Pusa Guanyin le diera fuerzas y lo ayude. Con ese pensamiento, perdió la consciencia.
Por la noche, Xuanzang despertó y sintió una brisa de aire frío. Recuperó un poco de fuerza y quiso tomar una siesta en el desierto.
Se durmió y soñó que un ser divino enorme con una armadura dorada estaba parado frente a él. El ser lo miró y le dijo: “¿Para qué estás durmiendo? ¡Apúrate y ve!”. Despertó y se subió a su caballo para continuar el viaje. El caballo de repente perdió el control y comenzó a galopar salvajemente. Cuando dejó de galopar, llegaron a una vertiente de agua. Xuanzang estaba a salvo.
Xuanzang llegó al Reino de Kipin (conocido también como Kophene o Kapisa) y encontró un camino muy empinado e irregular y había animales feroces como tigres y leopardos. Sin saber cómo continuar, Xuanzang encontró un refugio y decidió meditar dentro de una de las habitaciones.
Xuanzang abrió la puerta de la habitación al atardecer y vio un monje anciano sentado en la cama. El monje tenía heridas y cortes en su rostro, como también pus y sangre en su cuerpo. Xuanzang no sabía de dónde venía.
Después que Xuanzang se postró para saludarlo, el monje le impartió oralmente un volumen del Sutra del corazón. También se lo hizo recitar a Xuanzang una vez. Una vez que terminaron, el terreno se hizo llano, el camino se abrió y los animales feroces y demonios se escondieron.
Encontrando bandidos
Continuando su viaje al Oeste, Xuanzang pasó por Karasahr, Kucha y llegó a Tian Shan. Las montañas eran muy altas y cubiertas de nieve y hielo por todos lados, lo que hacía difícil subirlas.
Xuanzang subía una montaña de día y dormía en el hielo de noche. Después de eso, cruzó otra montaña nevada que era más difícil aún de escalar. Pasó más de un año desde su partida de Chang’an cuando llegó a la India.
Xuanzang se quedó en el norte de la India un tiempo y luego se dirigió hacia Nalanda, India central. Tuvo que pasar por el reino de Ayamukha en su camino. Cuando estaba viajando en bote por el río Ganges, un grupo de bandidos con más de 10 botes, salió de los bosques a ambos lados del río y atacaron su bote.
Los acompañantes de Xuanzang se aterrorizaron y algunos saltaron al agua, arriesgando sus vidas para escapar. Los bandidos rodearon el bote y demandaron que todos abrieran sus bolsos para buscar cosas de valor. Xuanzang era monje y no tenía nada, pero los bandidos estaban sorprendidos de verlo.
Los bandidos creían en una secta perversa que les requería matar un hombre cada otoño como sacrificio. Xuanzang era muy buen mozo y agraciado y los bandidos nunca habían visto a alguien que luciera tan bien. Comenzaron a hacer preparaciones para matar a Xuanzang.
Los bandidos armaron un altar a lo largo del río Ganges. Xuanzang no tenía miedo. Se sentó para meditar calmadamente y entró en tranquilidad. Los bandidos vieron su serenidad extraordinaria y sintieron respeto por él.
Cuando Xuanzang entró en la tranquilidad, su alma dejó su cuerpo. En ese momento, Xuanzang hizo un voto: “Si este viaje para buscar las escrituras budistas falla, me gustaría reencarnar en la tierra divina y continuar estudiando Fo Fa allí. Al llegar a la perfección, deseo reencarnar de nuevo en el mundo humano y ofrecer salvación a los bandidos que me matarán”.
Después de hacer este voto, su alma se elevó cada vez más alto, atravesando muchas capas de cielo y estaba contento de conocer a una pusa. Mientras su alma estaba en el mundo divino, sin embargo, ocurrieron muchas cosas en el mundo humano.
De la nada, aparecieron vientos fuertes y oscuros en todas las direcciones. Eran tan fuertes que arrancaron los árboles grandes desde la raíz y se formaron remolinos de arena y polvo por todos lados. El río se levantó con olas furiosas, dando vueltas muchos botes que estaban anclados a lo largo de la orilla del río.
Los bandidos entraron en pánico, pensando que sus acciones habían generado la ira del Cielo. Uno de ellos dijo que no era correcto matar al monje, especialmente porque Xuanzang había venido de la tierra de Oriente de la Dinastía Tang para buscar las escrituras budistas.
En ese momento, Xuanzang salió de la tranquilidad. Los bandidos tiraron sus armas y se arrodillaron ante él. Xuanzang aceptó su confesión y compartió con ellos algunos principios budistas. También les sugirió que dejen de hacer cosas malas para evitar retribución. Los bandidos tiraron todas las herramientas que usaban para robar en el Ganges y regresaron los objetos de valor que se habían llevado. Estos bandidos del Ganges recibieron los Cinco Preceptos, se postraron ante Xuanzang y se fueron. Así fue que Xuanzang llegó a salvo a la tierra sagrada del budismo.
Llegada a Nalanda
El monasterio de Nalanda era el centro budista más respetado de la India antigua en ese momento, y era el destino del largo viaje de Xuanzang. El venerable Bhante Silabhadra, que tenía más de 100 años, era el gran maestro y el más respetado en Nalanda.
Acompañado por otros monjes, Xuanzang se postró frente a Silabhadra. Este lo saludó y le pidió a Xuanzang y a los otros que se sentaran.
“¿De dónde vienes?”, preguntó Silabhadra.
“Soy de la tierra oriental de la Dinastía Tang. Vengo a aprender el Yogacarabhumi Sastra de usted para poder difundir los principios budistas en la Tierra de Oriente”, contestó Xuanzang.
Al escuchar esas palabras, Silabhadra derramó lágrimas. Le contó una historia a Xuanzang. Por muchos años estuvo sufriendo de una artritis dolorosa. Hace tres años, era tan dolorosa que decidió terminar su vida dejando de comer hasta morir. La misma noche que tomó esa decisión, vio a una pusa en sus sueños, quien le dijo: “Sé que abandonarás tu cuerpo y estoy aquí para detenerte. Si puedes llevar el Yogacarabhumi Sastra a lugares donde no está disponible, tu enfermedad desaparecerá. A tres años desde ahora, un monje de China vendrá a buscar las escrituras budistas de ti. Debes enseñarle y pedirle que difunda las escrituras en la tierra de Oriente. Por favor ten paciencia”. Sorprendentemente, después que Silabhadra despertara de su sueño, su artritis desapareció.
El sueño de Siladhabra de hacía tres años coincidió con la partida de Xuanzang. Ambos sabían que era un arreglo divino para que ellos completaran sus misiones. Desde entonces, Xuanzang comenzó a aprender Silabhadra.
Otro milagro
Estando aún en Nalanda, Xuanzang también pasó dos años aprendiendo de Jayasena. Una noche, tuvo un sueño extraño de que Nalanda estaba completamente desierto. Había varios búfalos, pero no había señales de los monjes. Xuanzang estaba por subir las escaleras cuando una deidad dorada lo detuvo. La deidad le mostró que el cielo estaba completamente rojo y una aldea cercana estaba en llamas. La deidad le dijo que regresara a la Dinastía Tang inmediatamente, porque el rey indio sería removido en 10 años e India caería en un periodo de agitación.
Xuanzang siguió el consejo de la deidad dorada y se fue de regreso a China.
En resumen, Xuanzang, así como el monje Tang del Viaje al Oeste, no tenían habilidades sobrenaturales. Tanto Xuanzang como el monje Tang dependían de su fe para perseverar en sus misiones. Enfrentados con pruebas de vida y muerte, nunca dudaron de su fe. Solo con esta fe recta podían ocurrir milagros en su viaje para obtener las escrituras budistas.
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