La industria detrás del tráfico de niños en China implica la sustracción de órganos: Activista

Por Xu Xiuhui
10 de febrero de 2022 7:50 PM Actualizado: 10 de febrero de 2022 7:50 PM

Recientemente, las imágenes de una mujer con problemas mentales que es madre de ocho niños y se encontraba encadenada en una cabaña provocaron la indignación en las redes sociales chinas.

La controversia ha suscitado un intenso debate sobre el tráfico de novias en el país, donde los hombres superan en número a las mujeres como consecuencia de la política de «un solo hijo» instituida por el Partido Comunista Chino desde hace décadas.

El incidente pone de manifiesto problemas más amplios relacionados con el tráfico de personas en China, una industria que implica el secuestro de niños y la sustracción de órganos, según los activistas chinos de derechos humanos.

El disidente chino Yao Cheng fue voluntario de Women’s Rights in China (WRIC), una organización sin ánimo de lucro con sede en Nueva York, que trabajó en China de 2007 a 2016. En una entrevista concedida a la edición en chino de The Epoch Times, relató incidentes de tráfico de niños, así como sospechas de tráfico de órganos utilizando órganos de niños en China.

Niñas en los conventos

Desde que el régimen adoptó la política del hijo único en 1979, muchas niñas chinas han sido asesinadas, mientras que algunos padres intentaban entregar a sus hijas a conventos budistas para dar a la niña una oportunidad de sobrevivir.

Yao grabó en su documental «Girls in the Nunnery» cómo ayudó a rescatar a muchas niñas que crecieron en un convento y a localizar a sus familias biológicas.

A nurse looks after a rescued baby in a hospital in Xichang, southwest China
Una enfermera atiende a un bebé rescatado en un hospital de Xichang, provincia suroccidental china de Sichuan, el 18 de diciembre de 2012. Recientemente se ha desarticulado una red de contrabando de bebés en China. (STR/AFP/Getty Images)

Su esfuerzo le costó 22 meses de prisión en China en 2013.

La investigación de Yao descubrió que miles de niñas eran adoptadas en decenas de conventos budistas de Tongcheng, una ciudad a nivel de condado en Anhui, una provincia del este de China.

«Las recién nacidas eran dejadas en una caja de papel o en una cesta acolchada con una manta», dijo. «Las más afortunadas eran criadas por las monjas, pero éstas solo podían permitirse criar a un par o a unas pocas; la mayoría de las demás morían congeladas o las mataban los perros salvajes. Por supuesto, si alguna familia estaba dispuesta a adoptar una bebé, las monjas se la daban».

Enormes ganancias

Según Yao, los bebés chinos, tanto niños como niñas, son con demasiada frecuencia víctimas de rapto o secuestro y de tráfico de personas.

Dijo que la policía china es buena para atrapar a los enemigos del Estado, pero no a los traficantes, porque muchos policías están involucrados en las operaciones, que forman una cadena industrial que implica enormes ganancias.

Yao dijo que, según las estadísticas recopiladas por organizaciones no lucrativas chinas, entre ellas WRIC, se estima que cada año son secuestrados 70,000 niños. Esta cifra no incluye a los niños abandonados.

Explicó que entre los que desaparecían algunos eran comprados para ser novias o novios infantiles (que se casarían con un miembro de la familia cuando el menor alcanzara la edad adecuada), prostitutas e incluso donantes de órganos.

Yao recordó haber visto en Santow, una ciudad costera del este de la provincia de Guangdong, camas y camas de niños y niñas que habían sido enviados al sudeste asiático para la sustracción de órganos. Yao dijo que reunió todas las pruebas necesarias para el enjuiciamiento, pero la policía se negó a llevar a cabo una investigación o a tomar alguna medida para combatir los delitos.

Cree que la falta de respuesta está relacionada con lo lucrativa que es la industria. «Los órganos de un niño valen más de un millón de yuanes (157,000 dólares)», dijo.

Explicó que la demanda de órganos en el extranjero es enorme. Identificó a los traficantes de órganos de niños en Santow, pero no pudo tomar más medidas: «Si intentas hacer algo al respecto, tu vida correrá peligro».

Wang Huaixue holds a baby at Wang Jiayu Orphanage on July 9, 2006 in Anhui Province. Millions of official and unofficial orphans are the victims of a Chinese social system. (China Photos/Getty Images)
Wang Huaixue sostiene a un bebé en el orfanato Wang Jiayu el 9 de julio de 2006 en la provincia de Anhui. Millones de huérfanos oficiales y no oficiales son las víctimas del sistema social chino. (China Photos/Getty Images)

En la zona de Putian, provincia costera del sur, se han publicado en Internet más de una docena de cadáveres de niños a los que les faltaban órganos y ojos. «No es algo que cualquiera pueda hacer con un cuchillo de cocina corriente; es algo profesional, el trasplante es una operación delicada», dijo Yao.

Cree que muchas operaciones fueron avaladas por funcionarios de alto nivel, porque algunos altos cargos y élites del Partido han necesitado ellos mismos un trasplante de órganos.

«¿Por qué muchos de esos altos cuadros del Partido, supuestamente frágiles después de haber pasado por las guerras y todas las penurias en sus primeros años de vida, pueden vivir hasta los 90 y 100 años?», dijo Yao. «Mira a Jiang Zemin, tiene casi 100 años. También hay una gran demanda de órganos en el mercado chino», añadió, en referencia al exlíder del PCCh.

China ocupa el primer lugar del mundo en la realización de trasplantes de órganos, pero Yao cuestionó las fuentes de los mismos para un país que carece de un programa de obtención de órganos transparente y legal.

Una promesa no cumplida

En 2010, el WRIC tenía una iniciativa que daba una ayuda mensual de 300 yuanes (47.16 dólares) por niño en edad escolar, y de 500 yuanes (78.59 dólares) por estudiante de preparatoria o universidad. Contaba con el apoyo de la Fundación Clinton y un presupuesto de 200 millones de dólares.

Pero, el régimen comunista intervino.

Notificaron al WRIC que el propio régimen proporcionaría a cada niño necesitado 600 yuanes (94.28 dólares) al mes.

«Así de horrible es el régimen. No hace nada bueno, y prohíbe a los demás hacer lo correcto», por miedo a quedar mal con una organización extranjera, dijo Yao.

Sin embargo, después de más de un año, el régimen no ha asignado ni un céntimo, dijo. Un director del Ministerio de Asuntos Civiles explicó a Yao que el gobierno estaba debatiendo «cómo distribuir los fondos».

Yao lamentó que, en última instancia, fueran los niños los que sufrieran. «¿Pueden estos niños no comer durante un año o dos?», dijo. Finalmente, se asignó algo de dinero, pero no fue continuo. Yao cree que incluso si los fondos estuvieran disponibles específicamente para los niños, la mayor parte habría sido malversada por funcionarios corruptos.

El disidente dijo que su trabajo voluntario asustó al régimen. El PCCh lo tachó de enemigo por su labor benéfica en la WRIC. Muchas voluntarias dejaron la fundación por las amenazas de los funcionarios de seguridad pública del régimen.

«La lógica del Partido es sencilla: Solo el propio Partido es bueno; si cualquier otra persona es buena, eso significa que el Partido es malo. Por lo tanto, no se permite que haya gente buena en el territorio del Partido Comunista Chino», dijo.

Yao puso como ejemplo la persecución a los practicantes de Falun Gong en la China actual.

Falun Gong, también conocido como Falun Dafa, es una práctica espiritual que incluye ejercicios de meditación y un conjunto de enseñanzas morales centradas en los principios de verdad, benevolencia y tolerancia. El PCCh inició la campaña de persecución contra Falun Gong en 1999.

«¿Por qué el PCCh persigue a Falun Gong? Porque millones de chinos practicantes de Falun Gong son buenas personas. Eso asusta al PCCh», dijo Yao.


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