Mientras continúan las protestas en Hong Kong por un controvertido proyecto de ley de extradición, hubo mucha especulación en torno a cómo la jefa ejecutiva Carrie Lam se aferra al poder, y en particular sobre si quienes la respaldan en Beijing siguen confiando en ella.
Según un artículo del Financial Times del 14 de julio, Lam ofreció su dimisión, pero Beijing rechazó su oferta. El artículo cita dos fuentes anónimas con conocimiento directo de la situación.
“[Lam] tiene que permanecer [en su puesto] para limpiar el desastre que creó”, dijo una fuente al Financial Times. “Nadie más puede limpiar el desastre y nadie más quiere el trabajo”.
El descontento público contra el gobierno pro-Beijing de Lam fue en aumento desde que propuso el controvertido proyecto de ley de extradición en febrero. Si se aprueba, el proyecto de ley permitirá que personas de cualquier nacionalidad sean extraditadas de Hong Kong a China continental y luego sometidas a juicios en tribunales controlados por el Partido Comunista Chino (PCCh).
Ese descontento finalmente se convirtió en una protesta masiva el 9 de junio, cuando 1,06 millones de personas salieron a las calles, exigiendo que Lam retirara el proyecto de ley y renunciara al cargo de jefa ejecutiva. Desde entonces hubo varias protestas, incluyendo dos manifestaciones distintas el 14 de julio que reunieron a más de 115.000 participantes.
El debate para la segunda lectura del proyecto de ley fue suspendido el 12 de junio después de que cientos de miles de manifestantes rodearan el edificio del consejo legislativo de Hong Kong en Admiralty, impidiendo efectivamente el ingreso de los concejales. Lam anunció el 15 de junio que el proyecto de ley fue suspendido indefinidamente.
El 9 de julio, Lam convocó una conferencia de prensa, donde dijo que el proyecto de ley estaba efectivamente “muerto”, pero se negó a retirarlo.
Además del enojo contra Lam por su negativa a retirar completamente el proyecto de ley, los manifestantes denunciaron el uso excesivo de fuerza por parte de la policía, incluyendo los disparos de balas de goma y gases lacrimógenos, contra manifestantes pacíficos y periodistas que cubrían las protestas.
Medios de comunicación también expresaron su preocupación por la libertad de prensa en la ciudad, mientras que las madres de los jóvenes manifestantes organizaron marchas con pancartas que decían “No disparen a nuestros hijos”.
Mientras los manifestantes pedían la renuncia de Lam durante las protestas de junio, comenzaron a expresar una nueva demanda en julio: el sufragio universal para los miembros del Consejo Legislativo (LegCo), incluyendo el cargo de jefe ejecutivo.
Cuando el Financial Times contactó a Lam para preguntarle sobre su intento de renunciar, su oficina declaró: “La directora ejecutiva ha dejado en claro públicamente que sigue comprometida a servir al pueblo de Hong Kong”.
Alrededor de las 10 de la noche del 14 de junio, Eric Chan Kwok-ki, director de la Oficina del Jefe Ejecutivo, dijo al medio de comunicación de Hong Kong HK01 que Lam no intentó dimitir y que cualquier información en sentido contrario era “absolutamente falsa”.
Sin embargo, HK01, citando sus propias fuentes anónimas, dijo que Lam ofreció su carta de renuncia a Beijing tras la marcha del 1 de julio, después de la cual algunos jóvenes manifestantes irrumpieron en el Consejo Legislativo tras romper sus puertas de vidrio con un carro de metal y postes.
En respuesta a la oferta de renuncia de Lam, Beijing dio una respuesta “severa”, diciendo que la situación en Hong Kong “sería aún más difícil de cambiar” si ella dimitiera, según HK01.
El 11 de julio, Wang Zhimin, director de la Oficina de Enlace del Gobierno Popular en Hong Kong, dijo que Beijing “apoya firmemente” a Lam y a su gobierno en un evento pro-Beijing en Hong Kong, según Reuters.
Sonny Lo, un politólogo y comentarista radicado en Hong Kong, dijo a Reuters que la situación era “compleja” en lo que respecta a renunciar.
“No puedes simplemente renunciar cuando quieras y marcharte cuando se trata de lidiar con Beijing”, dijo Lo, y añadió que si Lam renunciaba, Beijing tenía que “sopesar los riesgos domésticos y regionales y encontrar un sustituto”.
Sonny Lo declaró que creía que Beijing querría que “antes de irse, Lam al menos reparara algunos de los daños causados por el desastre del proyecto de ley de extradición para ayudar a cualquier sucesor”. Pero agregó que Beijing “sin duda querrá que se vaya” antes de las próximas elecciones del Consejo Legislativo en septiembre del año que viene.
Hay precedentes en Hong Kong de renuncia de altos dirigentes tras protestas públicas.
En marzo de 2005, el exlíder de Hong Kong Tung Chee-hwa renunció a mitad de su segundo mandato tras las críticas de Beijing sobre su mal gobierno y una protesta masiva de 500.000 personas contra un proyecto de ley antisubversión en 2003. Muchos creían que el proyecto de ley provocaría la supresión de las libertades civiles en Beijing.
El predecesor de Lam, Leung Chun-ying, decidió no presentarse a la reelección después de que su primer mandato finalizara en 2017, tras una protesta masiva conocida como el Movimiento de los Paraguas, cuando los manifestantes acamparon durante casi tres meses en las calles del principal distrito comercial en el centro de Hong Kong en 2014.
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